Encerrado en su búnker, Hitler da órdenes a ejércitos imaginarios. Antes de que los soviéticos tomen Berlín, William Joyce, el locutor británico de ‘Germany Calling’, escapa a Hamburgo. Desde allí, ‘Lord Haw–Haw’, como le apodan los soldados aliados por su voz gangosa, avisa: “la horrible guerra por la que acabamos de pasar no es sino el preludio de una lucha de una naturaleza mucho más decisiva”. El propagandista nazi murió ahorcado en enero de 1946, ocho meses después, condenado por traición por un tribunal británico. Para entonces la URSS, tal y como había deseado, había dejado de ser el gran aliado de las democracias occidentales para convertirse en su mayor enemigo.
En ‘Operación Impensable’, Jonathan Walker narra esta veloz metamorfosis. Si la IIGM comenzó por la invasión alemana de Polonia, la IIIGM pudo estallar por su ‘liberación’ soviética. “En su frente – telegrafia Churchill a Truman el 12 de abril de 1945, horas después de la muerte de Roosevelt – (los soviéticos) han tendido un telón de acero. No sabemos qué está sucediendo detrás“. Aunque Truman sería más duro con el ‘Tío Joe‘, su prioridad era derrotar a Japón, no defender la democracia en Polonia. La bomba atómica aún no se había probado con éxito y Estados Unidos necesita a los soviéticos para vencer a Japón. Solo, Churchill, pide a su Comité de Jefes de Estado Mayor que planee un ataque a la URSS con el mayor sigilo.
Stalin y Churchill retratados por Edward Sorel
‘Impensable’ preveía un ‘plan rápido’, con la victoria de británicos y estadounidenses tras “una inmensa batalla de fuerzas acorazadas en Polonia”, o una ‘guerra total’, sin armas atómicas, que “requeriría muchísimo tiempo”. La ofensiva empezaría el 1 de julio, obligando a convencer en semanas a la opinión pública anglosajona de que Stalin, el gran aliado, era tan peligroso como Hitler. Para complicar más tal giro, 10 divisiones alemanas – Churchill había ordenado conservar las armas capturadas -, lucharían en la ‘guerra total’. Aún así, los soviéticos tendrían una superioridad de 2,5 a 1. “La idea es, por supuesto, absurda y las posibilidades de éxito bastante remotas – anotó en su diario Alan Brooke, el Jefe de Estado Mayor de Churchill, tras leer el informe – . No cabe duda de que, en adelante, Rusia será todopoderosa en Europa”.
Con acierto, Walker contextualiza muy bien ‘Impensable’. La primera versión del plan se entregó el 24 de mayo, al día siguiente de que los laboristas rompieran su coalición con Churchill. El 5 de julio, los británicos volvieron a votar y eligieron a Clement Attlee para gobernarlos. Para sorpresa de Stalin, Churchill dejó de ser su interlocutor en mitad de una conferencia, la de Postdam, que confirmó el dominio soviético sobre la mitad de Europa, Polonia incluida. Sólo tras la rendición nipona los estadounidenses reconocieron que la Unión Soviética se había convertido en su enemigo. Un adversario formidable con el que librarían una ‘Guerra Fría’ durante más de cuatro décadas, las mismas que tardaría en llegar la democracia a la Europa ‘liberada’ por Stalin.
‘Operación Impensable‘. Jonathan Walker. Crítica. Barcelona, 2015. 280 páginas, 21,90 euros.
Pd.: En este enlace podéis leer el primer capítulo.