Hoy hablaremos de una de las tentativas más ambiciosas de los nazis de atentar contra las vídas de los líderes aliados durante la Segunda Guerra Mundial: la Operación Long Jump. El objetivo de esta misión fallida era claro: capturar o matar a los Tres Grandes, es decir, a Winston Churchill, a Franklin Roosevelt y a Iósif Stalin, durante su participación en la Conferencia de Teherán, en noviembre de 1943. El plan de magnicidio conjunto fue autorizado por Adolf Hitler y fue planeado y dirigido por Ernst Kaltenbrunner, jefe de la RSHA (Oficina Central de Seguridad del Reich), organización que dirigía los cuerpos policiales nazis: la Gestapo, las SS y el SD.
El plan fue aprobado después de que el espionaje alemán rompiera el código secreto de comunicaciones de la Marina estadounidense en el mes de octubre de 1943 y descubriera que los trés líderes aliados planeaban reunirse en la capital iraní, en el mes de noviembre, para elaborar la planificación final de la Segunda Guerra Mundial.
El Obersturmbannführer SS Otto Skorzeny, conocido mundialmente por haber rescatado a Benito Mussolini de la prisión fortaleza en la que había sido encerrado tras su derrocamiento poco tiempo antes, fue escogido por Kaltenbrunner para liderar el atentado, que también contó con la participación del espía a sueldo de los nazis Elyesa Bazna (conocido por el nombre en clave de Cíceron), que transmitió a Berlín desde Ankara, en Turquía, donde actuaba, el lugar y la fecha en la que se celebraría el encuentro de los tres líderes de los Aliados.
Mientras tanto, los servicios de espionaje soviéticos se enteraron del plan alemán, gracias a la labor de agentes infiltrados. Las primeras pistas vinieron del agente y miembro de la resistencia ucrania, Nikolái Kuznetsov, que haciéndose pasar por un oficial de la Wehrmacht en la Ucrania ocupada por los nazis, hizo amistad con un oficial de las SS, conocido por irse de la lengua y beber demasiado, que le dio algunos detalles sobre el plan estando borracho.En Teherán, un espía soviético de tan solo 19 años, Gevork Vartanian, que ya desde los 16 trabajaba para la inteligencia soviética, había reclutado a un pequeño grupo de agentes en Irán, lugar en el que su padre, espía también, se escondía tras la fachada de un rico comerciante. El grupo de Vartanian localizó al comando de operadores de radio de vanguardia inflitrados por Otto Skorzeny, que habían sido lanzados en paracaídas sobre la ciudad de Qom, a 60 km de Teherán, hasta donde se dirigieron. En la capital iraní los comandos nazis se instalarían en una villa facilitada por la red de espionaje alemán local.
El grupo interceptó y grabó las comunicaciones realizadas entre los operadores de radio y Berlín. Tras la descodificación de los mensajes, lograron saber que se lanzaría en paracaídas un segundo equipo, esta vez comandado por el propio Otto Skorzeny, para ejecutar el atentado contra Churchill, Roosevelt y Stalin. Cabe destacar que Skorzeny había visitado ya Teherán de incógnito, en una misión de reconocimiento, pero había sido identificado y seguido por el eficaz equipo de espías de Vartanian. Los británicos y soviéticos ya estaban sobre aviso.
Finalmente, uno de los agentes alemanes en Teherán envió un mensaje en clave codificado a Berlín, dando parte de que el grupo estaba bajo la vigilancia de los servicios secretos enemigos y la misión terminó siendo abortada. Skorzeny consideró que la primera parte de la operación que se estaba llevando a cabo en Teherán en esos momentos ya no era adecuada, al haberse perdido el factor sorpresa, por lo que el complejo plan del atentado ya no podría llevarse a cabo.
Por sus esfuerzos por impedir el éxito de la Operación Long Jump, Gevork Vartanian fue condecorado con la Estrella Dorada y recibió el título de Héroe de la Unión Soviética. ¿Qué habría pasado si el atentado hubiese tenido éxito? Nunca lo sabremos.