Revista Opinión

Operación Sea-Spray, ataque a San Francisco

Publicado el 13 octubre 2018 por Miguel García Vega @in_albis68
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Septiembre de 1950. Los médicos del Stanford University Hospital de San Francisco no tienen ni idea de qué diablos es la Operación Sea-Spray. Nunca oyeron hablar de algo así, pero están alarmados por los once ingresos por infecciones del tracto urinario. No son muy graves, pero el número, así de golpe, no es normal.

Uno de los enfermos –en post operatorio por cirugía– fallece porque la infección se traslada a las válvulas del corazón. Analizan y rápidamente dan con el causante. En sus placas de Petri descubren el color rojo del bacilo Serratia Marcescens en unas cantidades insólitas. Es el primer brote registrado de Serratia en la historia de la microbiología.

Es un epidemia, pero los médicos desconocen el origen de esta ‘invasión’. Solo años después se sabrá que la bahía de San Francisco había sufrido un ataque de guerra bacteriológica. La Operación Sea-Spray.

Un ataque por parte de su propio ejército, que usó a unos 800.000conciudadanos como ratas de laboratorio.

Guerra Fría y Operación Sea-Spray

El final de la Segunda Guerra Mundial supone, sin solución de continuidad, el principio de la Guerra Fría. De hecho, muchos historiadores plantean las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki como el inicio de la misma. Las dos bombas, además de forzar la rendición de Japón llevarían un mensaje al nuevo enemigo, la Unión Soviética.

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Fort Detrick, centro de programa de armas biológicas de los Estados Unidos entre 1943 hasta el presente.

Ese ambiente de cierta psicosis ante el nuevo enemigo comunista ocuparía toda la década de los 50 en Estados Unidos. Cuando tiene lugar el ataque/experimento no hace ni tres meses que los americanos han entrado en la Guerra de Corea; uno de los episodios principales de esa contienda entre las dos superpotencias.

En previsión de que los soviéticos, o alguno de sus aliados,pudieran usar armas bacteriológicas, el ejército estadounidense decidió poner en marcha la “Operation Sea-Spray”. Obviamente, en el más absoluto secreto.

Se quería comprobar cómo afectaría un ataque bacteriológico a zonas muy pobladas. San Francisco era el sitio ideal para el experimento. Su bahía, de altos rascacielos, estaba ampliamente poblada. A la vez, su mítica niebla ayudaría a esparcir y camuflar los patógenos.

Nube tóxica en San Francisco

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Del 20 al 27 de septiembre de 1950 tuvo lugar la Operación Sea-Spray. Durante esa semana se proyectan agentes patógenos a la población de San Francisco desde un dragaminas de la armada estadounidense fondeado a dos millas de la costa. Aquellas mangueras gigantes soltaban una bacteria llamada Bacillus globigii, junto con el bacilo antes mencionado, Serratia marcescens.

El color rojizo de esta última ayudaba como marcador, así como las partículas de sulfuro de cadmio-zinc. Era importante, para la prueba, poder monitorizar fielmente el alcance del ataque bacteriológico.

Se estima que la nueva versión -cortesía del ejército de Estados Unidos– del famoso cóctel que lleva el nombre de la ciudad fue inhalado por unas 800.000 personas durante los 6 días que estuvo en el aire de la bahía. La niebla debacterias se expandía oculta en la habitual de la zona.

Al monitorizar el aire, la Marina estadounidense descubrió que la serratia se marcó un tour turístico por toda la zona. Además de San Francisco,se extendió a las comunidades adyacentes de Albany, Berkeley, Daly City, Colma, Oakland, San Leandro y Sausalito.

Operación Sea-Spray, ataque a San Francisco
Se demostró que toda la zona era muy vulnerable a un ataque bacteriológico. Un ataque que alcanzaba a una gran población y que, además, podía llevarse a cabo con pocos medios y sin ser detectado.

Según los informes militares, la Operación Sea-Spray fue un éxito. Todo quedaría en secreto ya que no habría consecuencias, dado que los patógenos eran inofensivos.

¿Efectos secundarios?

Eso era lo que en aquel momento se pensaba. Posteriormente se ha demostrado que puede causar infecciones en heridas, riñones y vías urinarias como infecciones respiratorias, meningitis y endocarditis. Sobre todo en pacientes con la inmunidad disminuida.

La verdad es que al cabo de una semana del ataque/experimento Sea-Spray se detectó un inusual ingreso de pacientes aquejados, sobre todo, de trastornos en las vías urinarias. También se observó en los siguientes años un repunte de infecciones coronarias y neumonías. Así como la muerte, mencionada anteriormente, de Edward J. Nevin, un paciente de 75 años que se recuperaba de una operación.

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La Operación Sea-Spray salió a la luz en 1977, en un subcomité del Senado. En 1981 uno de los nietos del señor Nevin presentó una demanda contra el gobierno, acusándolo de causar la muerte de su abuelo. La demanda fue desestimada.

Los defensores de la marina norteamericana alegaron que nunca ha habido pruebas fehacientes de que su experimento fuera el causante de las infecciones registradas en Stanford University Hospital. La nube tóxica era muy extensa, mientras esos 12 pacientes estaban muy concentrados. Desde la Marina achacaban las causas a alguna infección ocurrida en el hospital. Los efectos del ‘experimento’ sobre esos enfermos serían, por tanto, discutibles.

Código de Nuremberg

Lo que no se discute es la existencia de la Operación Sea-Spray, un ataque a su propia población con una nube tóxica, aunque fuera con patógenos presuntamente inocuos.

Un experimento secreto que contraviene el Código de ética médica de Nuremberg, firmado solo tres años atrás, por los Estados Unidos. Un código, que entre otras cosas, recoge en su primer punto la necesidad del consentimiento voluntario e informado de los sujetos del experimento. Aunque tampoco iba a ser la única vez que el gobierno americano se pasara dicho código por el forro, en este blog pueden consultar otro ejemplo, en Tuskegee.

Respecto al ejército, tampoco San Francisco fue el único objetivo, ni la Operación Sea-Spray la única. El subcomité del Senado dejó probado que entre 1949 y 1969 los militares realizaron pruebas con agentes biológicos al menos en 239 ocasiones. El ejercito admitió que en 80 de ellas se usaron bacterias vivas y en el resto productos químicos que las simularan. En todos los casos, alegan, sin riesgo para la salud.

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El Bacilus globili –que sigue considerándose inofensivo- fue lanzado en San Francisco, Nueva York y otros lugares. Por ejemplo, en mayo de 1965 se dispersó por el aeropuerto de Washington y su terminal de autobuses.

La Serratia fue probada en la década de los 50 también en Ciudad de Panamá y Key West, en Florida. En la misma década se propagó sulfuro de cadmio-zinc sobre Minnesotay otros estados del medio oeste. No registraron enfermedades por ese motivo, aunque hoy día se considera dicho compuesto como cancerígeno.

¿Seguirá probando el ejército armas bacteriológicas sobre población civil en secreto, saltándose el código de ética y las propias leyes, o son cosas del pasado?

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