Tres inspectoras estatales, acompañadas por patrullas de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y oficiales de Inmigración irrumpieron el pasado 24 en una actividad navideña para los niños que ofrecía un cubanoamericano de visita en la isla. El incidente tuvo lugar en Calle San Benigno, entre Santa Irene y correa, Reparto Santos Suárez, municipio 10 de Octubre, La Habana.
Francisco Morales, de 70 años y promotor de la actividad, declara: “Yo vengo todos los años a Cuba a visitar a mi familia para las fiestas navideñas, y desde hace 10 años preparo una exhibición de muñecos inflables que representan personajes de dibujos animados y otros alusivos a estas festividades”.
Vecinos, incluidos niños, conversaban con los policías para que no quitaran los muñecos
“El pasado miércoles 23 unas inspectoras estatales se presentaron en el domicilio de mi familia y me dijeron que tenía que retirar todos los inflables que yo había colocado en los parterre, luego que los había limpiado junto con la ayuda de varios vecinos. Yo les pedí que consideraran los beneficios espirituales que este tipo de eventos les proporciona a los pequeños, pero ellas no escucharon y me amenazaron que vendrían con la policía si yo no cumplía la orden”, agrega.
El 24 de diciembre, a las 5:30 de la tarde, la amenaza se materializó. Este reportero, quien fue avisado por el opositor Yuniel López O’Farrill, presente en el lugar, que se encuentra a 200 metros del domicilio de su esposa, estuvo presente durante el despliegue policial.
Las autoridades obligaron a Morales a retirar todos los inflables que se encontraban expuestos en la acera y lo condujeron detenido a la Unidad policial de Aguilera, donde le advirtieron que no podía volver a instalar los inflables.
Momento en que detienen a Francisco Morales
Durante el operativo policial varios niños se acercaron a los agentes de la PNR pidiéndoles que no “quitaran los muñecos de navidad”. Muchos padres también conversaron con la policía para convencerlos que no privaran a los pequeños de “este momento de ensueño que no hace daño a nadie y que también nosotros los adultos agradecemos, porque no hay dudas que es un espectáculo precioso”.
Yanella Núñez Gómez, de 29 años y madre de dos niños, manifestó: “Es increíble y vergonzoso que el gobierno reprima un espectáculo hermoso y sano como este que tanta alegría y felicidad les trae a los niños, y que las inspectoras estatales esgriman el ridículo argumento que los inflables están obstruyendo el paso a los transeúntes (lo cual es totalmente falso), en un país, como Cuba, donde los escombreros y contenedores de basura desbordados se han convertido en auténticas barricadas que sí limitan el tránsito peatonal, afean el ornato público y generan focos de infección”.
Francisco Morales conversa con vecinos
Yoandry Licor Palmero, de 35 años y esposo de Yanella, montó en cólera, indignado por el incidente: “Todo lo que hace Francisco es por el bien de los niños, gastándose el dinero que gana con su trabajo, para ofrecerle a los niños más pobres la oportunidad de disfrutar de un momento navideño, porque en Cuba los parques recreativos escasean y los que existen son muy caros para los salarios que recibimos la mayoría de los trabajadores”.
Alrededor de la 11:30 de la noche volvimos a visitar al señor Morales y conversamos con él para conocer lo que haría respecto a lo que los vecinos consideran “un proyecto de amor”. El cubanoamericano de 70 años, quien lleva 40 viviendo en los Estados Unidos, nos dijo: “No me voy a dar por vencido. Voy a buscar una alternativa viable para que los niños sigan recibiendo un poco de la alegría que tanto necesitan. Ellos se merecen todo el sacrificio del mundo, y yo seguiré dedicando el resto de la vida que me queda a esa obra de amor”.