Sin agua no hay vendimia
El rechazo al modelo megaminero se hizo presente en una jornada histórica en el marco de la fiesta de la vendimia en Mendoza. Con consignas como “Sin agua no hay vendimia, ni frutos, ni vida” unas 8000 personas participaron del carrusel a favor del agua y de la vida para repudiar la instalación del proyecto San Jorge, que intenta instalarse en la villa de Uspallata, considerado éste punta de lanza de una lista de numerosos emprendimientos más que pretenden entrar en la provincia.
Por Irina Gari desde Mendoza
Quizás no haya que ser un absoluto erudito para saber lo que significa el agua para la provincia de Mendoza, cuyo desarrollo estuvo marcado históricamente por el aprovechamiento del agua para ganarle tierras cultivables a la aridez. Es por eso que hoy en día esta provincia representa un ejemplo paradigmático al hablar de modelos de desarrollo en pugna.
El sacrificio de Mendoza
Lo hemos escuchado incansablemente hablar al senador Gioja sobre lo “sacrificable” que es la vecina provincia de San Juan, argumentando que es un “desierto de roca” y por lo tanto la única vía posible es la del desarrollo a través de la megaminería. Este discurso “del desierto” se aplica también tanto para Mendoza como para el resto de las provincias cordilleranas: Nos podríamos preguntar, ¿son zonas de sacrificio aquellas hectáreas que tanto costó irrigar y que contienen años de inversiones y trabajo históricamente acumulado? La respuesta claramente es un gran no, ya que la megaminería no es una alternativa de desarrollo ni para Uspallata, ni para la provincia, ni para el resto del país.
Es por eso que resultó por demás representativo para las organizaciones sociales hacer presencia con una impresionante convocatoria en la fiesta nacional de la vendimia, una tradicional fiesta que hace alusión a lo que fue una de las economías regionales mejor consolidadas en nuestro país, para la cual, sin agua, hubiese sido imposible su crecimiento. La megaminería es una actividad que implica una depredación tal que la convierte en absolutamente incompatible con cualquier otra actividad productiva. La misma compite por el territorio, los recursos, el agua y la energía disponible. Es por eso que desde una postura un tanto ingenua podríamos pensar como una paradoja el hecho de que se promocione y se festeje la vendimia en una zona considerada de sacrificio y destinada a someterse al modelo extractivista reinante. O más aun, preguntarnos cómo es posible que el proyecto San Jorge haya sido uno de los principales auspiciantes de este evento.
El desfile lo encabezaron dos carrozas, una representando a la reina de la megaminería, una enorme calavera embanderada con un lazo de San Jorge y con el escudo provincial, y la otra fue la bellísima reina del agua, quien se llevo todos los halagos. Al carrousel lo acompañaban un caricaturizado Celso Jaque custodiado por varias calaveras, que caminaban por las calles entre las cientos de remeras negras que repudiaban la minería contaminante. A esta caravana la integraron también sikuris, candombe, murgas y payasos, dejando relucir la masividad de expresiones multifacéticas que caracteriza a los movimientos socioambientales que defienden otra relación con el medioambiente. Los protagonistas fueron los vecinos, las asambleas de la provincia con el apoyo notorio de asambleas de Catamarca, La Rioja y San Juan (este mismo fin de semana se realizó el encuentro de la regional Cuyo-NOA de la Unión de Asambleas Ciudadanas). La participación de los partidos políticos no fue significativa aunque los medios de comunicación se esforzaron por demostrar lo contrario, dándole el tinte partidario que no tuvo esta movilización. Otra manipulación de los canales de televisión y diarios locales fue la subestimación, cuando no la omisión total, del numero de participantes con la que contó realmente esta convocatoria, llegando en el mejor de los casos a una estimación de 5000 personas.
Si entra San Jorge entran todas
La lectura que hicieron muchos asambleístas fue que debemos entender la exitosa movilización del sábado pasado como un proceso, como parte de una coyuntura que se está dando en esta provincia no sólo por la excepcional organización con la que cuentan las asambleas y demás organizaciones sino por el momento critico que está viviendo la provincia en materia de avance de este modelo: El año pasado se aprobó a Vale la explotación de Potasio Río Colorado como antecedente, pero esta vez ante San Jorge de la canadiense Coromining, el pueblo esta sabiendo decir no a tiempo. Este proyecto sigue avanzando con la complicidad descarada del gobierno provincial más allá de que casi un 80% se manifestó rotundamente en repudio al mismo en la audiencia pública que se realizó hace unos meses, esto fue evidente hace poco con la aprobación de la declaración de impacto ambiental que ahora espera la ratificación de la legislatura.
Sin lugar a dudas la sensación que deja el sábado pasado es haber vivido algo histórico, para la provincia entera, para la lucha que llevan a cabo las provincias cordilleranas en contra una actividad saqueante, contaminante y secante que lo único que deja son pasivos no sólo ambientales sino sociales, pero que permite que una sociedad entera se comience a replantear la forma con la que se relaciona con los bienes comunes y esto de lo que tanto se habla sobre qué modelo de desarrollo es a donde se quiere apuntar. Una vez mas, los mendocinos negaron su licencia social a este emprendimiento y dejaron en claro que el agua de Mendoza, no se negocia.
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