Cuando uno empieza a ver una sitcom americana siempre tiene la certeza de que el segundo o tercer episodio nunca será igual que el primero. Tarde o temprano, la reacción de la audiencia al piloto, los propios cambios de opinión de los guionistas o incluso el indeseado “recast” hacen que la diferencia de un episodio piloto al segundo sea a veces abismal. Sin embargo, las comedias británicas tienen un pequeño problema, y es que al ser de tan corta duración (las temporadas más largas en Reino Unido suelen ser de 13 episodios), si una comedia no es buena en su segundo episodio, es poco probable que los siguientes mejoren.
Pero hay excepciones a todas las reglas, y este ha sido el caso de la nueva comedia de la BBC, Bad Education. Lo cierto Frikartistas es que tras el primer episodio de esta serie me quedé un poco fría: las bromas se quedan a medias, algunas de ellas son absurdas a más no poder, y me preguntaba cómo el principal protagonista (Alfie Wickers, interpretado por el cómico británico Jack Whitehall), un profesor recién graduado de 23 años con métodos de enseñanza muy poco ortodoxos, podía dar más de una clase sin acabar en la cola del paro. Nada mejora en el segundo episodio, que peca de nuevo de darle a Alfie mucho protagonismo y no dejó que me encariñase con ninguno de los alumnos a los que da clase a excepción de Joe, al que Alfie siempre acaba metiendo en líos porque le considera su amigo. El resto de los alumnos son estereotipos que hemos visto mil veces en otras series sobre colegios. De hecho después de que la alumna china, Jing, insultara a Alfie en chino por tercera vez, yo ya estaba un poco cansada.
Sin embargo, la serie me acabó sorprendiendo en el tercer episodio, cuando de repente todas las piezas del puzle comienzan a encajar y donde encuentra un ritmo más que aceptable. Las bromas cumplen su objetivo, como el divertido monólogo de Alfie en defensa de los tazos; es posible conocer un poco más a los alumnos, que dejan de ser tan estereotipados (mis favoritos son Steve y Chantelle) y las locuras de Alfie dejan de parecer estúpidas y pasan a ser un tanto adorables. En un solo episodio, la serie consigue que el ridículo mundo alternativo donde todas las cosas que ocurren en este colegio son posibles acabe pareciendo un lugar casi encantador (de una manera un tanto extraña).
Es entonces cuando la serie sigue con otros tres episodios que han conseguido entretenerme y hacerme reír y poco a poco acaba haciendo, por fin, que me encariñe con todos esos alumnos tanto como lo ha hecho Alfie, y que me dé un poquito de pena que éste no consiga el amor de la Señorita Gulliver (el único personaje semi-racional de la serie), que la Profesora Pickwell me acojone por lo sádica que puede llegar a ser, y que Fraser, el director que deja que todo esto ocurra, pase de irritarme fervientemente a hacerme gracia. Lo único que no consigo entender aun es si la serie está tratando o no de crear un extraño triángulo amoroso entre Rosie (la Señorita Gulliver), Alfie y el personaje de Chantelle (que está coladita por Alfie), lo que me parecería raro en una serie de este tipo.
Al llegar el episodio 6, la serie se me ha quedado corta, y esos dos primeros capítulos han pasado a ser prácticamente olvidados. Bad Education ha aprendido de sus errores, ha sido un éxito de audiencia y BBC Three ha ordenado ya una segunda temporada, que espero, siga manteniendo la calidad de los cuatro últimos episodios de la primera y que nos haga reír mucho más de lo que lo ha hecho esta.
A veces no es tan malo que las primeras impresiones no sean buenas.