Queridos padres que lleváis a vuestros hijos pequeños al cine:
¡Qué bien hacéis, de verdad! Cuánto tengo que agradecer yo a mi padre que me inculcara su costumbre de acudir a las salas de cine con cierta frecuencia, porque probablemente gracias a él ahora mismo estoy escribiendo estas líneas. Sin casi daros cuenta estáis plantando en vuestros hijos una semilla, que germinará proporcionando grandes historias y el poder de la imaginación en vuestros pequeños. Pero, por favor, por favor: a ver si nos enteramos un poquito de dónde estamos metiendo a nuestro hijo antes de comprar la entrada.
Ahora mismo me hallo viviendo en los EEUU. ¿Por qué? Seguramente también porque mi padre (y mi madre también, ¿eh? pero menos) me llevó muchas veces al cine. Está claro que la mayoría de los que sueñan con cruzar el charco, aunque solo sea por placer, lo hacen porque han visto muchas películas. La cosa es que el pasado viernes se estrenó aquí Frankenweenie, la última película de Tim Burton, señor del que yo soy muy fan, a pesar de los disgustos que me ha dado últimamente.
La cosa es que como recompensa a mis primeros (durísimos) días en este país, decidí darme el capricho de pagar el precio de la entrada y además acompañarla de coca cola y palomitas. El cine en USA funciona bastante parecido que en España, al menos los cines de pueblo como el mío, cine que por cierto me recuerda mucho a uno de los de mi ciudad natal: la entrada es cara, te ponen miles de anuncios, hay un friki cortándote las entradas… la única diferencia que noté es que la sala estaba bastante llena, cosa que últimamente en España no es tan fácil de encontrar, o al menos esa es mi experiencia.
El cine estaba a rebosar de niños con sus correspondientes padres, como en cualquier cine español en el estreno de una película de Disney. Niños de ocho, diez o doce años, adolescentes que ya van solos al cine y que se sientan en las últimas filas y casi bebés de dos o tres años que les habrá tocado ir al cine porque su madre no tenía con quien dejarlos, quiero suponer.
Tengo que ser sincera: disfruté muchísimo de la película. A la emoción de ser la primera película que veía en este país había que sumarle que por fin Tim Burton volvía a ser el de siempre. La experiencia hubiera sido de diez si no fuera por los niños, pero los niños no tienen la culpa de nada, los pobrecicos, así que echémosela a los padres, que, consciente o inconscientemente, llevaron a sus hijos de tres años a ver una película de monstruos, que por muy de Disney que fuera, no dejaba de ser de Tim Burton.Más o menos a la mitad de la película la primera madre con la primera hija se vieron obligadas a abandonar la sala porque la pequeña rompió a llorar ante una quizás aterradora escena a los ojos de un niño. Pero al llegar el clímax del horror de Frankenweenie fueron tres niños más los que se sumaron al total de pequeños que no pudieron soportar las fantasías de Burton. Y eso no fue lo peor, lo peor fue que una de esas niñas que quería abandonar la sala a toda costa tenía una hermana más mayor que no quería, así que tuvimos espectáculo dentro y fuera de la pantalla por el mismo precio.
Tengo que reconocer, llegados a este punto, que una vez yo también le pedí a mi madre que me llevara a ver una película y terminó sacándome de la sala porque la película no era demasiado apta para una niña, aunque esta vez no por terror, sino por alto contenido sexual, y puedo entender que haya algún niño que se empeñe en ir a ver una película y finalmente acabe aterrorizado, pero yo he pagado como todo el mundo, y lo único que pido a cambio de los 17 dólares que me dejé aquel día es poder disfrutar de una película en condiciones.
Queridos padres que lleváis a vuestros hijos al cine, no cuesta tanto enterarse de qué van a ver tus hijos cuando los metes en una sala de cine antes de llevarlos, hay miles de páginas webs, hay decenas de periódicos y revistas, programas de televisión… pero por si sois de esas personas que no sabe mucho de cine y que le da todo un poco igual, creo que simplemente teniendo en cuenta lo que os voy a decir a continuación, podréis disfrutar de una tarde con vuestros pequeños:
- ¡OJO! Disney no es solo comedia, dulzura, candidez y cosas felices. Yo pertenezco a esa generación de niños que nos traumatizamos con la muerte de Mufasa y aunque al final me ha ido bien, fueron momentos duros. Supongo que ahora tendremos una generación de niños traumatizados por Tim Burton y su perro muerto.
- ¡OJO! Película de dibujos animados no es sinónimo de película infantil, y película de no dibujos animados con un osito de peluche adorable en el cartel tampoco es sinónimo de película infantil, que luego te encuentras a niños pequeños viendo Ted tan ricamente.
- Por supuesto, ¡OJO! Película de animación japonesa casi nunca suele ser sinónimo de película infantil, aunque en este caso probablemente los niños no entiendan ni papa de lo que ocurre pero se entretengan mucho con los monigotes y oye, tan ricamente.
- Y mi último ¡OJO! no tan grave pero al menos significativo es: las nuevas películas de superhéroes se han alejado bastante de lo que en su momento fueron y ya no van de un señor que salva a su amada del peligro y todos son felices al final, así que quizás no quieres que tu hijo de cinco años vea en lo que se ha convertido Batman gracias a Nolan por mucho que le encante su disfraz de hombre murciélago.
Yo creo que con estos simples consejos podemos conseguir, entre todos, un mundo mejor en el que los adultos no seamos increpados por niños que se aburren en las salas de cine porque no entienden lo que está pasando o por niños que van a tener unas pesadillas mu ricas esa misma noche. Un beso para todos los padres que llevan a sus hijos al cine de:
@Perradesatan