Revista América Latina

Opinión / Columna.

Publicado el 20 marzo 2015 por Fabricio @yosipuedochaco

Opinión / Columna.María Antonieta Collins ¿Cómo se entrevista a un Papa?Organización Editorial Mexicana20 de marzo de 2015

  Desde Roma
Hace una semana, cuando le contaba en esta columna sobre la larga espera de cuarenta años que pasó Valentina Alazraki, la decana de la prensa vaticana, para poder entrevistar a un Papa, no imaginé que la entrevista me haría venir de urgencia a Roma para que ahora, ella fuera la entrevistada en un especial del programa "Aquí y Ahora" de la cadena Univision sobre lo que el Papa le habló y yo su entrevistadora.
Era el momento de los otros detalles que no salieron, y también de las reflexiones y los mensajes. Al transmitirse casi una hora de plática con el papa Francisco, los pocos detractores y algunos envidiosos cuestionaban: ¿Por qué a ella? Alguien dice: "si yo fuera argentino y periodista, estaría revolcándome de envidia porque fue la primera entrevista en español en la historia de los Papas y se la dio a una mexicana".
En su casa de las colinas romanas cerca del Estadio Olímpico, rodeada de fotos con Papas, Valentina tiene su propia y modestísima explicación.
"Mi gran aliado ha sido siempre México. Yo creo que todo lo que he hecho ha sido porque los Papas se han enamorado de México. Juan Pablo II se enamoró de México, entonces yo era el trámite, el puente, porque yo estaba aquí y todo lo que él hacía o me hizo, o me dio, fue porque era mexicana y ahora el papa Francisco me escogió por mexicana".
Sí y no. Y me explico. Las estadísticas están con ella. No es casualidad el que tenga en su haber ciento treinta vuelos papales: cien con Juan Pablo II, veintitrés con Benedicto XVI y siete con Francisco. Pero más allá de eso, se había preparado como nadie para el momento en que se sentaría frente a frente con el jefe de una Iglesia de más de mil millones de católicos en el mundo.
"Noches varias y años todos, porque yo creo que una entrevista finalmente es un poco el resultado de lo que tú has vivido, de tu experiencia de lo que has observado, y es como si todo eso llegara a ti y te da algo como para decidir qué preguntas hacer y cuáles no. Una entrevista obviamente se puede hacer en decenas de formas".
Pasó días estudiando lo que ella haría y revisando lo que el papa Francisco había hablado con otros hasta que encontró la clave de lo que haría.
"Yo no puedo competir con directores de periódicos, con teólogos, porque ellos han puesto ya preguntas de alto nivel, entonces dije, yo, si puedo competir en algo, será por la sencillez, era mi carta, digamos así. Entonces yo dije, yo voy a hacer las preguntas volando muy bajo y las preguntas que todos nos hemos hecho en estos dos años y que la gente en la calle se ha hecho".
La realidad era visible, aunque la humildad de la periodista mexicana le impida hablar sobre algo que está en boca de todos: la mayoría no entiende los complicados textos de los intelectuales y el pueblo, católico o no, quería escuchar y conocer a este Papa argentino.
"Su fuerte es la sencillez, es la humanidad, es el hablar claro, es la serenidad, entonces vamos a hacer como que estamos tomando un café, que estamos platicando, yo pensé que era un poco la idea de la entrevista".
Y así sucedió. Cuando se tuvieron frente a frente, ella no le escondió lo que en ese momento sentía:
"Yo le dije que estaba un poco asustada. Le dije mire, es que a Juan Pablo II yo me le escondía detrás de las plantas y le aparecía aquí y por allá, pero eran entrevistas informales que en su momento fueron muy bonitas. Y me dijo: ¿qué tiene? ¿miedo? y le dije, sí, sí mucho. Pero luego ya uno se va soltando poco a poco y las cosas van fluyendo".
"Yo quiero aclarar esto: no fue un regalo a mí, yo creo que el papa Francisco quiso hacer un regalo a México y yo fui solo un instrumento. Yo me encontré como ya me ha sucedido otras veces en la vida en el lugar indicado, en el momento indicado y con la persona indicada. Entonces fui un instrumento, nada más".
Las transcripciones de más de veinte hojas quedan como el primer documento histórico para los estudiosos en cualquier idioma donde un Papa habla con lenguaje sencillo y comprensible, donde le dice lo que quiere y lo que no quiere y más aún: donde no rehúye los temas espinosos como los de abuso sexual por parte de sacerdotes pedófilos.
Fue la respuesta y el reconocimiento papal tácito a preguntas bien hechas que permitieron al Sumo Pontífice sentirse a gusto. Eso es innegable.

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