Al llegar a su casa en Ribadesella después del aperitivo, Mercedes encuentra a su sobrino Ricardo sentado al piano. Enseguida advierte que su cuerpo está congelado. Tras dar aviso al cuartel, un agente comprueba que no hay ningún cadáver y que el relato de la anciana se debe a un delirio. Dos días más tarde, el pianista aparece muerto en un mirador de la costa. Como no se aprecian signos de violencia, el forense atribuye la muerte a un fallo cardíaco. Con la comarca sumergida en una espesa niebla, ¿por qué se tomaría Ricardo la molestia de asomarse a un mirador desde donde no podía divisar ni la punta de sus zapatos?
Doce abuelas de Pablo del Río ha sido como desbloquear recuerdos de mi niñez y adolescencia, como si el autor hubiese tocado la tecla del piano de la memoria adecuada para hacerme recordar momentos inolvidables y sentirme nostálgica.
Una novela coral con sabor a mar, que te recuerda a como es la vida: Salada.
Me recordó a las olas devolviendo botellas con mensajes de tiempo atrás y los personajes de doce abuelas son tan enigmáticos y tan desconcertantes que parecen un día de niebla, en el que no sabes si levantará o no.
Narrada a dos voces. Los personajes que nos darán la mano en esta historia y que nos guiarán en la trama son de los que se hacen preguntas, de los que tienen buen ojo y no lo saben, de los que tirarán del hilo, etc.
Me ha gustado el mar. El mar que todo lo sabe, pero todo lo calla. Me ha encantado la ambientación y cuando la noche cae o Pablo nos cuenta cosas que suceden al atardecer o anochecer, la forma en la que cambia todo, empezando por la narración y terminando por la forma en la que se comportan o piensan los personajes.
La sensación de desconfianza, de dudas, de mirar de reojo a todos y cada uno de los habitantes de Ribadesella y alrededores ha sido un acierto. Estaba muy perdida en la trama y dudaba de todo el mundo.
Hablando de dudas o recelos, pues es que ha habido instantes en los que sentí una opresión lectora o como lo he llamado, es decir: Tienes corazonadas y persigues quimeras con Adolfo, pero también persigues a Genoveva, pero para entender más a Ricardo.
El personaje de Ricardo es increíble. Creo que no le he llegado a conocer, que todavía me quedan preguntas respecto a él, sus decisiones, sus compartimentos personales (quien lea la historia, sabrá de lo que hablo).
Tengo la sensación de que Ricardo es un misterio y lo sigue siendo. Pablo del Río juega sus cartas muy bien y lo hace con algunos personajes, que os desconcertarán u os harán creer en la suerte.
Creo que no es una novela noir cualquiera y me ha gustado la forma en la que plantea la trama y empieza el juego.
No todos muestran sus cartas, pero Adolfo es de esos personajes en los que confías a ciegas y tienes una buena corazonada con él. Me gustaría creer que hay muchas personas como Adolfo en el mundo, que, estando perdido y sin rumbo, como que intenta tocar la tecla adecuada y volver a seguir su camino. Ahora, que escribo la opinión y ya han pasado unos días desde que terminé la novela, como que he pensado bien en algo: Las mujeres de doce abuelas.
Como cada una de esos personajes femeninos son, aparentan y nos enseñan.
Mercedes, Genoveva, la hermana de Ricardo...Es una novela muy femenina, tan femenina que eclipsa a los hombres, de hecho, son estas mujeres las que toman decisiones importantes en la trama y cambian el rumbo de todo.
El ritmo, los diálogos, el pasado y el presente, los diálogos todo forman un puzzle perfecto.