Antonio lo tiene todo: un buen trabajo, una buena esposa, una buena casa. Bernardo es su mejor amigo. No tiene nada. Ahora Bernardo se ha enamorado de Sophie, la mujer de Antonio. Por lo visto, es algo imparable. Sophie es artista. Atraviesa una crisis creativa que le ha provocado una alteración del lenguaje. Clara es la camarera del bar al que suelen acudir los tres. Tuvo ataques de ira en el pasado. Ahora lo tiene controlado. Más o menos. En esta historia, nada es lo que parece a primera vista. Estamos en primavera, en un bar en medio de un parque. Uno de esos lugares donde ocurren cosas prodigiosas. Declaraciones de amor y amistad, desmayos, besos indefinidos, contratos apasionados, poesía callejera...Ah, durante esta función se van a pronunciar exactamente doce mil trescientas veintitrés palabras. No es lo más importante, pero conviene no olvidarlo.
Roberto Santiago es el autor del texto de el bar prodigioso que está dirigida por Alejandro Arestegui
es una comedia muy original y que es música para los oídos del espectador.
Hacía tiempo que no iba al teatro y echaba de menos acudir a una función en la que todo estuviese tan cuidado y fuese tan detallista como es esta obra.
La última vez que acudí a una sala fue hace unos meses y me quedé con un sabor agridulce, con una sensación extraña y me aparté de las artes escénicas, pero porque quería tomar perspectiva y respirar un poco.
El bar prodigioso se ha sentido como un refugio para mí, como ese lugar al que acudir cuando se me olvidé una palabra o sienta que estoy perdida. Una obra coral y que gira en torno a los cuatro personajes protagonistas y a ese amor por el lenguaje, por las palabras...
Manu Hernández, Ana Lucas, Antonio Romero y María Zabala son los protagonistas de este espectáculo y todos están fabulosos. En el directo de Instagram que tuve con Roberto Santiago le comentaba que echaba de menos en las obras de teatro el que todos los personajes tuviesen la misma importancia o el mismo precio, ya que en muchas ocasiones alguno/a de los/as protagonistas se perdía en el camino, se diluía o no le llegábamos a conocer totalmente y eso me daba rabia.
En esta ocasión, las palabras cobran vida a través de Manu, Ana, Antonio y María.
Me he dado cuenta de la cantidad de capas, texturas y de la complejidad que tienen los personajes de Antonio, Bernardo, Sophie y Clara, pero creo que conforme han pasado los días, como que he sido más consciente, como que he seguido dando vueltas a determinadas escenas, diálogos y situaciones.
Adoro esas obras en las que incluso cuando han terminado y han pasado días, semanas y meses todavía sigues pensando en ella, sigues formulándote preguntas, etc.
El bar prodigioso es un guiño a las casualidades que copan nuestra vida y hacen que nuestros días sean más interesantes, más bonitos, más peculiares, etc.
Me gustan las comedias y adoro reírme, pero no me gusta cualquier tipo de humor, me he vuelto peculiar, ya que antes me conformaba con cualquier cosa, pero me ha encantado encontrarme con un humor inteligente, ingenioso, perspicaz que me ha hecho disfrutar enormemente.
Puede que me haya vuelto un poco tonta, pero cuando voy al teatro y veo que una obra no me engancha desde el minuto uno, como que desconecto, como que mi cerebro se pone en modo off, pero me encuentro en el bar prodigioso ante un comienzo que desconcierta, pero al mismo tiempo, me hace mirar todo el escenario y mirar cada detalle con atención y agudizar mis sentidos.
Es una obra para disfrutar con los cinco sentidos y es que en determinados momentos se crean unas atmosferas mágicas alrededor de los personajes o del texto que será difícil de salir del trance, de estar en el teatro.
Ya sabéis que cuando algo me gusta soy como medio desordenada con las ideas, pero no me quería dejar nada en el tintero y tampoco quiero meter ningún spoiler.
No penséis que por ser una comedia todo va rodado y no hay ningún giro, no os equivoquéis. Roberto Santiago ha utilizado recursos de otros géneros para meter giros que no os veréis venir y os dejarán con la boca abierta.
12323 palabras, a bocajarro.