El camino de Rainy Mountain de N. Scott Momaday es de esos libros que quieres leer lentamente, que quieres disfrutar sin prisas, etc.
Las historias son realmente evocadoras y maravillosas, ya que particularmente me he dejado seducir por esa parte mística, por esa parte de narración oral con esas descripciones asombrosas que hacen que recorras todas esas montañas, valles, ríos, estaciones del año, como si realmente fueses parte de los kiowa.
Muchas historias están relacionadas entre si o unidas por la naturaleza. Las hay que te dejan la miel en los labios y pensando en lo que ha querido decir con ese final o piensas ¿quién estaba fuera del tipi? o ¿por qué pensaban en esto o aquello?
Me han mantenido pegada a las páginas y me ha gustado de conocer a los kiowa mejor y me ha entusiasmado la traducción del libro, así como la forma de contar las cosas que tienen esta tribu.
Siento un gran respeto por los nativos americanos y necesitaba acercarme a su vida, a sus interpretaciones, al pasado. Ellos son los primeros y verdaderos habitantes de Estados Unidos y conocer sus costumbres, forma de vivir, de pensar o de existir ha sido un viaje de ida, pero sin retorno.
Es decir, que la forma en la que tenían de cazar, vivir e incluso de crear su propia tradición sorprende por esa unión con la naturaleza. Si, siempre he pensado que los nativos al cerca de lugares asombrosos, también adoptarían una serie de detalles, de vivencias, de historias que se irían pasando de padres a hijos, pero me sorprenden que quedando tan pocos, como que no se haya perdido todo ese hilo conductor maravilloso.
Aunque en la narración son los hombres los protagonistas, pero las mujeres como que han preservado todo lo importante y como que ellas siempre fueron conscientes de que si ellos se perdían, nadie les podría recordar.
N.Scott Momaday y su narración es pura magia, ya que es como si me sentará al aire libre con un cielo lleno de estrellas, junto al fuego y las palabras saliesen despedidas al aire.
Como un simple tronco de un árbol puede resultar fascinante y haya sido testigo del nacimiento de los kiowa o como los caballos de un modo u otro eran testigos de otras narraciones más tristes o más alegres, etc.
Una lectura para oler, para tocar, para degustar, para ver. Una lectura que devoras con los 5 sentidos y es que no sé si es la sencillez de las historias o los pocos detalles, pero la bonita narración lo que me ha seducido de el camino a Rainy Mountain.
Puede que resulte repetitiva en mi humilde opinión, pero hacia tiempo que no describían la nieve y cerrando los ojos es que la podía ver, sentir, tocar y me recorrían miles de escalofríos por mi cuerpo.
He sentido el miedo, la incertidumbre y la tristeza del momento de rendirse ante unos extranjeros que llegaron y les fueron quitando espacio, tierras, libertad. Si, ese aspecto o esas sensaciones están presentes en la novela y lo presientes conforme se acerca esa guerra.
Aunque, este libro se publicó en 1969 y lo he leído en el 2022 he sentido una especie de conexión asombrosa con todos los personajes, animales e incluso con la naturaleza.
Creo que son las distintas voces o la manera de narrar lo que hace que puede que haya pasado mucho tiempo desde su publicación, pero que siga siendo un libro especial, un libro que metas en una caja de metal y lo lea alguien dentro de 40 años o más tiempo y se siga asombrando.
Me agobio en muchas ocasiones, ya que me gusta leer el libro que compro o que me llega a la mayor brevedad posible, pero es que esta vez, he necesitado ese espacio, ese tiempo de leer y parar, leer y introducirme dentro de el camino a Rainy Mountain.
He buscado fotografías de este lugar, he ido trazando mapas e introduciendo rutas en Google Maps. Esas cosas que hacemos cuando sentimos que queremos ir más allá de la lectura.
De mis mayores sorpresas de este 2022. Creo que hay que leer una vez en la vida: el camino a Rainy Mountain de N.Scott Momaday para entender un poco mejor el mundo que dejamos atrás y los pueblos que casi perdimos.