Revista Cultura y Ocio

Opinión de Encélado de Amaya García y Alberto Mínguez

Por Miss_cultura @miss_cultura
Opinión de Encélado de Amaya García y Alberto Mínguez
Cuando el trasbordador espacial Sila V despega hacia los confines del sistema solar, lo hace con la tripulación equivocada: doce niños. Los chicos y chicas, seleccionados por la WASA (la NASA del futuro) para promocionar la misión Lunae 2, proceden de doce países diferentes y tienen orígenes sociales muy distintos. Ante la imposibilidad de dar media vuelta, y durante los dos años que dure el viaje, deberán convivir en un marco de aislamiento y múltiples dificultades, como las exigencias de un duro entrenamiento, la baja gravedad o las incógnitas respecto a su despegue inesperado.

Antes de empezar a leer Encélado, reconozco que no tenía demasiadas expectativas de que me fuera a gustar mucho. La ciencia ficción no es mi género favorito, aunque sí que la leo de vez en cuando, así que no quería hacerme demasiadas ilusiones.

Pero fue el leer el primer capítulo y... ¡BOOM! Ya estaba totalmente dentro de este apasionante viaje espacial. Dentro del trasbordador Sila V. Junto a Sol y sus compañeros. Sintiendo la misma angustia que ella durante la cuenta atrás. ¡GUAU!

Encélado es el primer tomo de la trilogía Doce Soles, escrita a cuatro manos por Amaya García y Alberto Mínguez. Y empieza muy fuerte.

Al abrir el libro nos encontramos con una cuenta atrás. Los doce niños ganadores de un concurso para visitar las instalaciones de la WASA en Wenchang se han quedado encerrados dentro del trasbordador espacial Sila V, que estaba programado para iniciar la misión Lunae 2 unos días más tarde. Nadie sabe qué ha pasado, pero el programa de lanzamiento se ha puesto en marcha y no hay modo de detenerlo.

Sin posibilidad de frenar, los doce improvisados tripulantes del Sila V se verán obligados a emprender un viaje de dos años de duración hasta Encélado, una de las lunas de Saturno, donde, si todo sale según lo previsto (aunque cualquiera se fía ya), podrán dar la vuelta y regresar a casa.

Pero, por supuesto, ese viaje es cualquier cosa menos unas vacaciones. Los doce niños y niñas tendrán que llevar a cabo un duro entrenamiento, estudiar muchísimo, adaptarse al entorno del que será su hogar durante esos meses, enfrentarse a las dudas que giran en torno al misterioso despegue y, además, aprender a convivir con otras once personas muy diferentes. ¡Aunque siempre quedará tiempo para maravillarse ante lo que ven a través de las ventanillas!

La primera parte del libro, la más extensa, mientras los astronautas viajan en modo automático en la nave, lleva un ritmo más pausado, pero está llenita de datos y curiosidades de lo más interesantes. Al mismo tiempo que los protagonistas, los lectores vamos descubriendo algunos de los entresijos del oficio de astronauta y la vida en el espacio. Por ejemplo, cómo afecta la falta de gravedad al cuerpo, qué tipo de precauciones sanitarias hay que tener en cuenta, cómo se alimentan los astronautas, cómo se mantienen en forma, qué pasa si se hacen una herida o cómo van al baño durante los viajes espaciales.

¡Y eso no es todo! Como los doce protagonistas están aprendiendo un montón de cosas sobre ciencia, astronomía, matemáticas, física e incluso mitología, nosotros también nos aprovechamos de sus clases para aprender cosas nuevas o repasar. ¡MUY interesante!

Pero quizá, a pesar de la dureza física del viaje y de las complicadas clases, la parte más peliaguda para los protagonistas es aprender a convivir y cooperar entre todos. Los doce son muy diferentes unos de otros. Provienen de lugares tan dispares como Rusia, Francia, Japón, Brasil, Marruecos o Islandia. De contextos socioeconómicos y familiares muy variados. Y, además, no todos accedieron al premio del mismo modo. La mitad de ellos ganaron por sus expedientes académicos; la otra mitad, por concursos no basados en el conocimiento o incluso por mero azar. Así que las rencillas entre ellos surgen desde el principio, dificultándoles el trabajo en equipo que tan fundamental resulta en una misión espacial. También es muy interesante verlos crecer, hacerse mayores y madurar a lo largo de las páginas. Por cierto, nuestra narradora es Sol Sierra, la niña española del grupo.

Al llegar a la segunda parte del libro, el ritmo se vuelve frenético, la adrenalina se dispara y el final deja con la boca abierta y mucha necesidad de leer el siguiente tomo. ¡No me esperaba para nada ese giro de trama!

En resumen, que entré en el trasbordador sin saber muy bien lo que me iba a encontrar dentro y he llegado a Encélado totalmente emocionada. De algún modo, he hecho el viaje con ellos.

Amaya García y Alberto Mínguez han sabido crear una historia que atrapa por lo emocionante del viaje y despierta la curiosidad con los datos científicos. Para mi gusto, han sabido equilibrar muy bien la parte de ficción con la parte divulgativa y estoy segura de que encantará a cualquier lector o lectora aficionado al espacio, a la ciencia ficción y, en especial, a cualquiera que sueñe o haya soñado aluna vez con ser astronauta.

- Opinión de Inés Díaz Arriero -


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