Un lugar, un pueblo deshabitado, Ainielle, es, posiblemente, el personaje principal de este espectáculo. Un personaje mudo, manco y cojo, pero ni sordo, ni ciego, ni insensible. Ainielle existe, está ahí, no lejos de Biescas, en el Pirineo aragonés. Pero ¿puede un pueblo existir si nadie es testigo de su existencia? En cualquier caso Ainielle estaba allí, con 1.355 metros de altitud, era uno de los lugares poblados más altos del Pirineo, pero está deshabitado desde el año 1971 en que su último poblador abandonó el pueblo.
La lluvia amarilla basada en la novela homónima de Julio Llamazares es una obra de teatro imprescindible.
Muy cruda, sin adornos en el texto, sin dar vueltas para explicarnos las cosas. Tan dura como un golpe en el estómago, tan visual como que Ricardo Joven iba narrando todo y lo visualizaba en mi mente. Tan directa que me hizo emocionarme y llorar.
Alicia Montesquieu fue un inesperado regalo en la lluvia amarilla. No sabía que papel haría o en que consistiría su presencia, pero me ha conmovido enormemente. Su voz de pepito grillo, sus canciones, sus apariciones me han cautivado y es que creo que, la obra, estaría incompleta sin su presencia. Es como el alma del pueblo, un habitante más de este lugar, puede ser la madre del protagonista, su esposa...
Nunca había visto o hacía tiempo que no iba al teatro y veía unos recursos visuales tan delicados, tan bien unidos a la trama, al texto y a las palabras de los protagonistas.
Jesús Arbúes hace que el texto de la lluvia amarilla le haga justicia al libro de Julio Llamazares y es que cuida con mucho mimo, muchos detalles.
Ricardo Joven dota a la obra de una fuerza descomunal, se come el escenario a bocados y sabe que efecto quiere causar al público en cada momento.
Un final anunciado de la obra, pero que hace que sientas curiosidad y te hagas preguntas ¿Por qué se fueron todos? ¿qué ocurrió con la familia del protagonista?
No seáis impacientes como yo, ya que la obra se toma su tiempo y te va desgranando cada cuestión que se os venga a la mente.
El texto es tan impredecible como poderoso. Es hermoso y terrorífico. Esta obra son contradicciones continuas, pero en el más bonito sentido de la palabra.
Ya os he comentado que el texto resonará en un cabeza y se quedará por bastante tiempo. Una obra que está de actualidad por esa España que se vacía y se pierde. Una tristeza horrible que te toca el corazón. No veo a otros actores diferentes haciendo estos papeles, creo que están hechos a su medida y es que Ricardo Joven y Alicia Montesquieu son increíbles.
Es complicado ponerse en la piel del último habitante de Ainielle y encarar a la muerte, soledad, vacío, fantasmas, decisiones tal y como lo hacen estos dos actores.
Ainielle te devora, te oprime, te hace escupir las palabras que se te quedan entre los huesos. Este pueblo es inmenso, pero a los ojos de alguien que se hace pequeño, a cada minuto que pasa.
La lluvia amarilla es una metáfora de la vejez que nos llega, de la muerte que nos acecha y del tiempo tan breve, que pasamos en la tierra.
Un título tan acertado como triste. Salí descorazonada, pero con la sensación de haber presenciado una obra de teatro autentica, si, como las que se hacían antaño en la que el actor/actriz eran la verdadera fuerza en el escenario y no eran devorados por efectos visuales, especiales. Una maravilla. Muy recomendada.