El día que Madelyn Ward cometió la locura de saltarse las normas, se convirtió en la chica perfecta caída en desgracia. En boca de todos y culpable de un terremoto familiar, huye a Nueva York para camuflarse entre la multitud. Con un nuevo trabajo en una ciudad que detesta, solo le faltaba tropezarse con el hombre más inaguantable del planeta. Dicen de Gabriel Brooks que nació con una calculadora en lugar de corazón. Dueño de uno de los grandes grupos empresariales del país, nadie se atreve a replicarle y su palabra es ley. Hasta que se cruza en su camino una mujer imprevisible que da curvas y giros a su rectilínea existencia.No digas nunca jamás de Olivia Ardey es un libro complicado de reseñar u opinar y hacerlo sin spoilers, pero también es el libro más maduro de la autora
Tenemos a Maddie y Alma como protagonistas femeninas y son el punto y la í o son personajes que en otro momento de su vida no se hubiesen ni saludado. Olivia hace que sus personajes se crezcan ante las adversidades, ante otra época de sus vidas y conecta a algunos personajes en ese preciso instante.
Suelo ser como Maddie y hablar en voz alta y sola, pero eso me ayuda a ordenar mis ideas y también soy muy crítica conmigo misma, pero porque los demás lo han sido conmigo y siento una conexión especial por Alma por cómo quiere a las personas, por la forma en la que se muestra al mundo y ve el lado bueno de todos y todas, aunque en el algunos momentos su vida sea complicada.
Con los personajes de Gabriel y Casper he tenido mis más y mis menos, aunque he adorado la forma en la que Olivia le da voz en la historia a Casper, que es una persona mayor y nos dará su punto de vista, su visión e iremos entendiendo su relación con Gabriel, con su vida y con la trama.
Entiendo por un lado a Gabriel, pero por otro lado me ha desesperado y su relación con Maddie me ha hecho querer matarle y adorarle y...
En la novela nos encontramos ante un Nueva York que muestra su lado más cruel y su lado más humano. El lado más frío y duro nos lo encontramos de mano de otra mujer, un niño y la familia por parte de Alma, pero al mismo tiempo nos enseña ese lado más tierno...
Olivia Ardey ha escrito una novela valiente y complicada. Los comienzos son duros y más en una ciudad así, pero hay que ser osado u osada para tomar decisiones y hacerlo como Maddie o Alma, pero creo que cuando nos encontramos ante personas que nos dan alas, confianza y nos apoyan ¡volamos!
Adoré esa sororidad entre mujeres, esa complicidad, ese cariño que muchas veces se pierde entre la multitud.
Me enamoré de la manera en la que Alma y Casper hablan de todo y nada, pero es un claro homenaje a las personas mayores y a su sabiduría.
Todo el mundo no es perfecto y esta novela nos lo enseña, pero también nos muestra la cara más cruel o la distinción más dura entre: ser hombre y mujer.
La historia de Alma ha sido el toque perfecto a la novela y sino hubiese estado Casper todo lo que sabemos de Gabriel hubiese estado incompleto, pero el único "pero" que pondría a no digas nunca jamás es a la historia entre Maddie y Gabriel, ya que ha habido comentarios o decisiones por parte de él que me han sido difíciles de entender (en un primer momento) y hasta que no terminamos con el libro no lo entendí.
Olivia ha querido hacer como un rompecabezas e ir uniendo estas piezas en torno a estos cuatro personajes, pero para que todo esté completo se tiene que mirar al pasado.
He disfrutado de no digas nunca jamás y creo que ha sido porque me esperaba algo más divertido, más loco y me he encontrando cara a cara con la vida.
La relación entre Gabriel y Maddie se me ha hecho cuesta arriba en algunas ocasiones, ya que sentía que ellos iban a paso lento, pero tampoco se abrían, se llegaban a conocer, era sólo sexo y dejar un lado vacío y eso dolía, ya que es un poco reflejo de la sociedad y de algunos casos. He sentido ese vacío que dejaba Gabriel y esa mala leche por Maddie.
Al final de la historia si que sentí lo que buscaba, pero en un principio me costó, pero eso no ha sido ningún impedimento para seguir leyendo no digas nunca jamás.
Me ha gustado bastante, aunque no es de mis favoritos de la autora, pero siempre es una delicia volver a leer algo de Olivia Ardey, puesto que es capaz de removernos cosas.