Revista Cine

[Opinión] Girls, un final de comedia romántica para una segunda temporada tan amarga como polémica

Publicado el 19 marzo 2013 por Despiram @FrikArteWeb

Girls, la serie de Lena Dunham para HBO, emitida en España por Canal+, fue una de las revelaciones del pasado año en la ficción televisiva norteamericana. Fresca, sin tapujos y, ante todo, distinta, aportaba un nuevo punto de vista, el de su joven creadora. Lena Dunham, protagonista, directora y guionista de Girls, nos presentaba en la primera temporada a cuatro amigas veinteañeras que luchaban por tomar las riendas de sus vidas en Nueva York. En esta segunda temporada han seguido intentándolo, pero siguen muy lejos de conseguirlo. Puede que incluso más que al principio. [Cuidado, el resto de la crítica está llena de spoilers sobre la segunda temporada de Girls].

Cada una a su manera, las cuatro chicas de Girls han hecho un esfuerzo por progresar vitalmente en esta temporada. Hannah trató en un principio de deshacerse de la influencia de Adam saliendo con chicos de todo tipo (desde vecinos exdrogadictos hasta doctores de 40 años) para intentar centrarse finalmente en el ámbito profesional con el compromiso de escribir un libro electrónico que sus propias obsesiones (culminadas en el regreso de su Trastorno Obsesivo-Compulsivo) tiran por tierra. Marnie, tras distanciarse de Hannah y romper con Charlie, intenta seguir pretendiendo que es muy madura y que su vida es perfecta a través de la enfermiza relación con Booth Jonathan, para al final quedar fascinada por el éxito de su ex y decidir que la vida que tenía es realmente la que quiere. Shoshanna, por su parte, consiguió la relación idílica que soñaba con Ray pero se dio cuenta de que tenía mucho que vivir antes de establecerse de esa forma. Por último, Jessa, la más ausente esta temporada, comprendió que la huida hacia adelante que había supuesto su repentina boda con Thomas-John no era la solución a nada y, tras buscar refugio infructuosamente junto a su padre, volvió a desaparecer sin que sus amigas sepan nada de su paradero.

Pero, además de ellas cuatro, y de que la serie se llame “Girls“, ha sido una temporada muy centrada en el sector masculino del reparto: las dudas de Elijah, la explosión de Thomas-John, el éxito de Charlie, los intentos de Ray por satisfacer a Shoshanna a pesar de la diferencia de edad y carácter y, sobre todo, el camino de Adam, paralelo al de Hannah, tratando también de crecer y alejarse de ella. Todos han ejercido una influencia fundamental sobre las chicas, y han logrado generar interés por sí mismos.

La serie ha utilizado esta segunda temporada para indagar aún más profundamente en sus temas fundamentales: unas jóvenes privilegiadas tratan de encontrar la felicidad, estrellándose una y otra vez contra el muro de sus propias contradicciones, en las que todos, en mayor o menor medida, podemos vernos reflejados. Girls es una serie sobre defectos, no sobre virtudes, y esto la convierte en rompedora e incómoda, y provoca que la identificación sea complicada, pero, una vez que entras en su juego, te atrapa y puede tocarte más de cerca que muchas otras. Aunque no lo quieras. O precisamente porque no lo quieres.

Pero, a pesar de todo, la segunda temporada de Girls ha estado especialmente marcada por la polémica. Supongo que es inevitable que, cuando una serie se convierte en un éxito y todo el mundo parece sentirse obligado a verla (un consejo, amigos, si no os gusta una serie, no la veáis, en serio), surjan oleadas de detractores que parecen seguirla sólo por el placer de criticarla. Se ha dicho que es una serie que no tiene interés por ser protagonizada por un grupo de chicas blancas privilegiadas sin problemas reales; se ha criticado hasta la saciedad a Lena Dunham calificándola de ególatra por el (supuestamente) excesivo protagonismo de su personaje y por la (supuestamente) abusiva tendencia a aparecer desnuda. Y, como colofón, con el último capítulo, con esos minutos finales que se desmarcan del tono habitual de la serie para acercarse más al de una comedia romántica (con regusto trágico a pesar de todo, o al menos yo se lo veo), han sido numerosísimas las voces que se han alzado indignadas contra Lena Dunham y contra Girls.

Personalmente, no estoy de acuerdo. En primer lugar, pienso que, si pudiésemos ver ya el primer capítulo de la tercera temporada, muchas de estas críticas se atemperarían, porque, igual que el matrimonio de Jessa, que tanto chocó en la primera temporada, no duró, dudo que lo hagan los “finales felices” de Hannah y Marnie. Y, sobre el resto de críticas, la mayoría de los elementos que tanto se han criticado han estado desde el principio en la serie. Son su ADN. Sin ellos, Girls no sería Girls. Por mí, larga vida a Lena Dunham y larga vida a Girls, que nos sigan perturbando, haciendo reír, pensar y discutir durante muchos años.


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