Revista Cultura y Ocio

Opinión «Noviembre» de Jesús Cañadas

Por Miss_cultura @miss_cultura
Opinión «Noviembre» de Jesús Cañadas

¿Quieres aprender a contar historias como la de Ozymandias Calavera?

¡Esta es tu oportunidad!

Escribe la mayor mentira que se te ocurra. Envíala y entrarás en el sorteo de una beca de verano para escribir novelas de fantasía. ¡Tú puedes ser el próximo Simón Bruma!

Simón Bruma es el escritor favorito de Óscar, que devora sus novelas fantásticas. ¿Por qué no intentarlo?

¡Cuánto me hubiera gustado leer este libro cuando era pequeña y empezaba a escribir mis primeros cuentos!

Óscar es un lector empedernido de la saga de fantasía de Ozzy Calavera. Entre las páginas de los libros encuentra refugio, comprensión, amigos e inspiración para escribir sus propias historias. También, cuando está en el mundo de Ozzy, se siente un poquito más cerca de su padre, que fue quien le contagió el amor por las novelas de fantasía.

Por eso, cuando Simón Bruma, el autor de Ozzy, organiza un concurso literario para ganar un curso de escritura bajo su tutela, Óscar se dispone a escribir la mayor mentira del mundo. Otra cosa es que la vaya a enviar...

A partir de ese momento, en cuanto el bolígrafo comienza a deslizarse por el papel, la vida de Óscar da un giro. De manera inesperada se verá envuelto en una aventura llena de fantasía, en la que tendrá que escribir (y vivir) una historia lo bastante buena como para salvar la vida de Noviembre, la hija de Bruma.

Realidad, fantasía, héroes, villanos, verdades, mentiras, criaturas fantásticas, magia y monstruos de muy diferentes tipos se mezclarán en una aventura emocionante y oscura.

Lo que más me ha gustado de esta novela es que Jesús Cañadas me ha llevado todo el rato caminando de puntillas por esa minúscula frontera que separa la realidad de la fantasía, la vida cotidiana del mundo de la imaginación. Y, claro, al transitar sobre una línea tan fina, a ratos me caía hacia uno u otro lado sin darme cuenta o pisaba en ambos mundos a la vez o dudaba sobre en cuál de ellos me encontraba justo en ese instante. Y es que en la historia los dos mundos se cruzan, se entremezclan y se influyen mutuamente. Óscar bebe de su realidad para escribir ficción y recurre a la ficción para soportar la realidad.

A través de ambas historias conocí al protagonista y narrador. Descubrí que Óscar sufre bullying en el colegio, que su madre tiene un nuevo novio con el que el niño no congenia, que su padre murió y que adora muchísimo a su hermana pequeña. Óscar me permitió asomarme a sus miedos, a sus deseos, a sus esperanzas y a los debates emocionales que enfrenta.

Igualmente, conocí al resto de personajes. En especial Simón Bruma y Noviembre, pero general todos tienen bastante contexto a sus espaldas, que se va revelando a medida que avanzan las páginas.

Lo mejor de los personajes es que, igual que pasa con la ambientación y la propia trama, no son definitivamente buenos o definitivamente malos. Son humanos. Incluso los que pueblan el mundo fantástico de Ozzy. Están construidos a base de capas de gris, de secretos, de mentiras y de verdades, de sufrimiento, de amor, de rencor, de miedos, de sueños... por lo que también ellos caminan por una línea intermedia que los hace irse definiendo por las decisiones que van tomando, por sus pasiones, por su forma de actuar, por sus errores y sus aciertos, de un modo flexible y creíble.

Además de todo esto, a lo largo de la aventura, Óscar va aprendiendo algunos recursos de escritura, como la diferencia entre utilizar mapa o brújula o la importancia de aprovechar todos los sentidos del narrador y no solo la vista. Así que, además de disfrutar de una maravillosa novela de fantasía, cualquier lector interesado en escritura va a encontrar un montón de detalles que luego va a poder poner en práctica.

Noviembre ha sido una lectura que he disfrutado muchísimo y que sé que me hubiera encantado también si la hubiera leído con doce o tres años. Una novela de fantasía con tintes oscuros, que muestra el poder de las historias, de la imaginación y permite asomarse un poquito al proceso creativo de un escritor.

- Opinión de Inés Díaz Arriero -


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