Recuerdo que, cuando vi el episodio piloto de The Neighbors (emitida en España por FOX con el nombre de ¡Vaya vecinos!), me pareció la cosa más rara que había visto en mucho tiempo. Pero, al menos era algo diferente en una marea de pilotos poco inspirados. Así, sin expectativas, decidí darle una oportunidad. Y, a la chita callando, sin destacar pero sin estorbar, se fue haciendo un hueco en mi parrilla semanal. No es que sea la comedia más inteligente, ni la más divertida, ni la más imprescindible… pero se deja ver muy bien y resulta refrescante.
La premisa de The Neighbors es extravagante pero sencilla: los Weaver son un matrimonio con tres hijos que consiguen prosperar y se mudan al suburbio perfecto, pero resulta que todos sus vecinos son unos alienígenas del planeta Zavron que visten con prendas de jugar al golf exactamente iguales y tienen nombres de estrellas del deporte. Más allá del piloto, en el que se plantea esta situación, es una comedia bastante clásica con una estructura más o menos fija: los Weaver quieren hacer algo de humanos, sus vecinos quieren acompañarles, ellos les rechazan pero al final acaban aceptándoles y, como pequeña moraleja sobre la tolerancia, aprenden algo de ellos. ¿Qué tiene, entonces, The Neighbors, para resultar más o menos potable? Para mí, sus personajes, referencias culturales y momentos meta.
A pesar de ser una comedia clásica, la serie de ABC sí que ha tenido una importante evolución desde el inicio de la temporada hasta ahora. Los zavronianos han aprendido a adaptarse mucho mejor al mundo humano (para sus estándares) y los Weaver y los Bird-Joyner-Kersee se han acabado haciendo amigos inseparables a pesar de sus diferencias. Los Weaver son una familia completamente normal en su imperfección, y el funcionamiento de la serie se ha basado siempre en la oposición de las dos familias, utilizando a los alienígenas como espejo para extraer la comedia de ver sometido nuestro modo de vida a su punto de vista externo y comprender que muchas cosas son, en realidad, ridículas.
The Neighbors ha sabido extraer jugo a sus protagonistas. De los dos padres de familia han explotado el carácter gruñón y orgulloso y los problemas de autoestima de ambos (Marty por defecto y Larry Bird por exceso). Las madres, que son dos de mis personajes favoritos, son opuestas pero complementarias. Debbie Weaver es una madre con un carácter completamente práctico, que intenta criar a sus hijos lo mejor posible, pero también trata de conseguir tiempo para sí misma. Jackie Joyner-Kersee, liberada del yugo de la machista sociedad zavroviana, explora las posibilidades y libertades que le ofrece la vida en la Tierra. En cuanto a los hijos, los dos pequeños de los Weaver, Max y Abby, han sido de los menos explorados, aunque también han tenido sus momentos. La relación entre los adolescentes Amber Weaver y Reggie Jackson ha sido una de las principales tramas en continuidad de la serie, con un tratamiento muy clásico pero que nunca se ha hecho pesado. Y, por último, un monumento se merece el personaje más excéntrico y genial de la serie: el pequeño alien Dick Butkus, el niño más rarito de la historia de la televisión. Con alma de ama de casa de 50 años y una inteligencia superior, Dick nos ha dado algunos de los mejores momentos de la temporada. Las relaciones entre los personajes han ido cambiando, y también la nuestra con ellos. Al menos yo he llegado a coger cariño a estas familias.
Pero una de las grandes cosas que ha tenido la serie han sido sus referencias a la cultura popular. En casi todos los capítulos había varias, cuando no una parodia completa. Momentos como Jackie Joyner-Kersee actuando como una de las protagonistas de Real Housewives o el capítulo musical son de los más destacados. Invitados como George Takei (Star Trek), Mark Hamill (Star Wars) o el director Michael Bay son buenos ejemplos de esto. Además, han abundado los momentos meta. Varias veces ha hablado Larry Bird sobre el carácter cíclico de “sus vidas”, pero el ejemplo más evidente ha estado en este último capítulo, con Bird diciendo que necesitaría “seis o siete temporadas, digo, años” más en la Tierra, y Debbie Weaver replicando que “cuatro estaría bien”.
Las perspectivas de futuro de la serie no son tan optimistas como Larry y Debbie. ABC aún no se ha pronunciado, lo cual no es buena noticia pero tampoco es sinónimo de cancelación. Ha hecho una media de 6 millones de espectadores a la semana, lo cual no es mucho pero al menos se ha mantenido estable, que es más de lo que pueden decir muchas otras. Por mi parte, me gustaría que la serie renovase (aunque la pasasen a verano, donde por su tono podría encajar mejor), pero si no lo hace tampoco lloraré, la he disfrutado durante estos 22 episodios y tampoco necesito más.