Reflexiones
Pasados unos meses de la publicación de mi primera novela El Hilo Rojo he podido constatar que no todo el mundo ha leído la misma historia, a pesar de ser la misma historia para todo el mundo. Las opiniones han sido diversas y variadas.
Al principio, con cada una de las impresiones que recibía me asaltaban las dudas. ¿Me habré pasado con esto?¿Quizás debería haber trabajado más eso otro? Pero a medida que iba llegando más feed-back, me di cuenta que las opiniones se contradecían y que dónde uno decía blanco, el otro decía negro. Así que decidí aplicar lo que me dijeron en un curso de coaching: si te lo dicen una vez , no te lo creas. Si te lo dicen dos, puede ser. Si te lo dicen tres, es verdad.
- Una de las críticas decía: «el final de la novela es redondo y me ha dejado con una sonrisa tonta en la cara».
- Mientras que otra comentaba: «el final es algo decepcionante, me había esperado algo más».
- En otro caso la lectora era de la opinión que: «para ser una novela erótica el sexo es el justo y necesario, cuando toca y por un motivo concreto».
- Mientras que a otra le parecía: «excesivo (el sexo) y se podría haber prescindido perfectamente de las escenas sexuales».
Algunas lectoras expresaban exactamente lo que yo había querido transmitir, mientras que la sensación de otras era justo la contraria. ¿Curioso verdad? ¿Cómo puede ser que el mismo texto suscitara opiniones contrarias?
Si te lo dicen una vez , no te lo creas. Si te lo dicen dos, puede ser. Si te lo dicen tres, es verdad.
Si fuera de esas personas a las que le gusta darle vueltas y vueltas al coco, al final me volvería loca intentando encontrar una lógica a las opiniones. Por tanto, las relativizo. Si la balanza no se decanta demasiado hacia un lado, no le doy importancia; jamás podré complacer a todos los lectores (hablo de los gustos personales, no de temas más objetivos como puede ser la calidad de la narrativa o la coherencia de la historia, por ejemplo).
En definitiva, que si nadie se queja del ritmo de la novela, ni de la coherencia de la historia, ni de la verosimilitud de los personajes, y además opinan que está bien escrita (que no es poco) ¡Ole tú!. Seguro que hay muchas cosas para mejorar, porque nadie es «el puto amo» en los inicios, pero como escribía Antonio Machado: «caminante no hay camino, se hace camino al andar».
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Olga
Adicta al chocolate y soñadora, me dedico a escribir por placer.
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