Revista Espiritualidad
En el mundo laboral en que me desenvuelvo, que es el area de los Recursos Humanos, tengo la oportunidad de entrevistar muchas personas, y siempre en esas conversaciones acostumbro a incluir la siguiente pregunta: ¿cuáles oportunidades de mejora consideras que tienes? Esa pregunta siempre motiva al candidato a pensar, sin embargo casi siempre son pobres los frutos que se recogen de ese pensamiento. Lo que quiero decir con esto es que cuando hago la pregunta, las personas casi nunca saben que van a responder.
Sin embargo, cuando tocamos el tema de las fortalezas o puntos positivos, generalmente la lista es larga y la fluidez verbal de mi interlocutor para darme la respuesta es espectacular.
Está muy bien que conozcamos nuestros puntos fuertes al dedillo, pero toma en cuenta que el ser humano no es unidimensional, y se supone que así como podemos responder rápidamente cuales son nuestros aspectos positivos, así mismo deberíamos saber cuales son esos aspectos no tan bonitos que tenemos que mejorar... ¿o es que acaso somos perfectos?
¿Cómo podemos hacer un compromiso para cambiar y mejorar lo que sabemos que estamos haciendo mal sino empezamos por admitirlo con humildad? ¿A quien queremos impresionar haciéndonos pasar por un híbrido entre la mujer maravilla y la mujer biónica? ¿o entre Superman y el Hombre Araña?
Quizá nos da temor o verguenza exponernos ante una persona desconocida, que tiene en sus manos la posibilidad de que obtengamos o no un empleo. Esa podría ser una de las razones, pero quiero que entiendan que nosotros como profesionales de la conducta humana no vemos todo en blanco y negro, pues sabemos que la vida está llena de distintos matices de gris.
Créeme, al menos en mis entrevistas, no descalifico a nadie porque me diga que su punto débil es que llora con facilidad, o que a veces actúa de forma impulsiva. Lo que valoro es la sinceridad de la persona al reconocer que tiene faltas y que desea trabajarlas para mejorar.
Así que date la oportunidad de viajar hacia tu interior y conocerte como un todo, no solo la parte buena, si no también aquella donde sabes que necesitas cambiar. Cuando logremos eso, sabremos que estamos creciendo y evolucionando.