Dos cosas se pueden parecer, pueden estar planteadas desde un mismo concepto; puede que a simple vista parezcan iguales. Sin embargo, en las diferencias más pequeñas se encuentra lo más importante, lo que es capaz de distinguir aquello que realmente pensaste dos veces de aquello que no es más que una nube de humo.
Ser positivo está bien, siempre hay que intentar ver el lado bueno de las cosas; sin embargo hay veces que no te queda mas remedio que ponerte en lo peor. Un día, un señor llamado Edward Murphy dijo que, si algo puede salir mal, saldrá mal. Y lo dijo con toda la razón del mundo.
"Si algo puede salir mal, saldrá mal"
Todo el mundo quiere que le salgan las cosas bien, eso está claro, pero por muy optimista que seas nadie te va a garantizar un resultado sin haber trabajado las cosas antes. Y créeme cuando te digo que hay muy poco espacio entre ser optimista y esperar a ser capaz de conseguir todo aún no habiendo hecho nada. Un examen no se aprueba si no estudias, por muy positivo que quieras o puedas llegar a ser.
Probablemente las personas optimistas lleguen más lejos que las que no lo son. Nunca podrás emprender o empezar algo si lo máximo que esperas es que salga mal. Un trabajo, un proyecto o un cambio en tu vida comienza con la esperanza de que va a dar frutos. De otra forma, nadie movería ni un solo dedo por algo que sabe que no va a resultar beneficioso.
La vida, por mucho que nos empeñemos, no es de color de rosa. La confianza en uno mismo es fundamental, pero todo el optimismo y la positividad deben de ir siempre acompañados de trabajo y esfuerzo que les hagan llegar a buen puerto.
Eso sí, una cosa es ser optimista, y otra es ser...
... digamos que poco realista.
Toma la iniciativa.