Optimistas

Anoche pasaron por televisión -dentro de la magnífica programación de cine de la televisión pública estatal, uno de los pocos legados visibles de la etapa de la gran recesión económica española que estamos padeciendo- Optimistas (Optimiste, 2006), del serbio O. Paskaljevic. Y es demasiado tentador no acordarse del optimismo antropológico, no del Cándido de Voltaire, que también, sino del timonel de tantos despistes autoinducidos por la fe ciega en la propia buena estrella, que nos ha llevado adonde estamos -evidentemente no solo-. Pero volviendo a la película, qué puñetazo de realismo, imprescindible en la vida y en la política para enfrentarse a los hechos tal como son, con un mínimo de garantías de poder enfrentarlos. El lodazal final es para ponérselo a algunos cada mañana, en un tratamiento tipo La naranja mecánica para ver si se caen del guindo de una vez -pero mira que es triste tener que ser testigo de este aprendizaje  elemental en alguien que está al frente del gobierno de una nación-. Aunque me temo que a estas alturas de la película no queda más que triste cinismo.