(EFE).- La visita del presidente Barack Obama a Cuba ha reavivado las diferencias entre la disidencia interna, dividida entre los partidarios de aprovechar el nuevo contexto con EE. UU. para promover cambios y aquellos que ven todo diálogo con el Gobierno cubano como una forma de legitimación del régimen.
Figuras como el expreso político José Daniel Ferrer, o el opositor moderado Manuel Cuesta Morúa se ubican en el grupo de los optimistas que confían en lograr una apertura democrática en la isla con el apoyo de EE. UU.; mientras que las Damas de Blanco, lideradas por Berta Soler, entre otros, lideran el bando de los críticos con la nueva política estadounidense hacia Cuba.
La próxima visita de Obama a Cuba, la primera de un gobernante de Estados Unidos a la isla en 88 años, pondrá de relieve esas diferentes posturas, ante el previsible encuentro entre representantes de la disidencia con el mandatario, que pretende incidir en ese viaje en la necesidad de mejorar la situación de los derechos humanos.
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