Querido Amigo:
Orar no es tan dificil es como cuando vas a la playa, cuando vas a la playa te tumbas sobre la arena, duermas o estes despierto el sol te va bronceando. Así es cuando te acercas a la Eucaritía, al Tabernaculo, y tu lo tocas; Te puedes estar ahí con cansancio, dicen que Santa Teresita se dormía, pero de todas maneras el sol del Señor, los rayos de esa misericordia te van bronceando, aunque tu no hagas nada, quedate ahí mucho rato en el silencio, tomando el sol bajo los rayos de su misericordia.
Puede ser que tú juzgues que Orar es cosa difícil porque no sabes como hacerlo. Cada uno de nosotros debe ayudarse a orar: en primer lugar, recurriendo al silencio, puesto que no podemos ponernos en presencia de Dios si no practicamos el silencio, tanto interior como exterior. Hacer silencio dentro de nosotros mismos no es cosa fácil, pero es un esfuerzo indispensable. Tan sólo en el silencio encontraremos una nueva fuerza y la verdadera unidad. La fuerza de Dios llegará a ser la nuestra para poder cumplir cualquier cosa tal como se debe; será lo mismo para llegar a que nuestros pensamientos estén unidos a los suyos, para la unión de nuestras oraciones con sus oraciones, para la unidad de nuestros actos con sus actos, de nuestra vida con su vida. La unidad es el fruto de la oración, de la humildad, del amor.
Dios habla en el silencio del corazón; si te pones frente a Dios en el silencio y la oración, Dios te hablará. Y sabrás entonces que tú no eres nada. Dios no puede llenarte de él mismo hasta que tú no conozcas tu nada, tu vaciedad. Las almas de los grandes orantes son almas de gran silencio.
Sor Faustina, una gran Santa y Apóstol de la Divina Misericordia, confeso en su diario que en la mayor parte de su noviciado sufrio constantes combates interiores. No podía meditar ni sentir la presencia de Dios. Sufrió fuertes tormentos y tentaciones, aún estando en la capilla y en mas de una ocasión, estando en la Santa Misa.
El silencio hace cambiar nuestra visión de las cosas. Tenemos necesidad del silencio para llegar a «tocar» las almas de los demás. Lo esencial no es lo que nosotros decimos, sino lo que Dios dice, lo que nos dice, lo que dice a través de nosotros. En un silencio así, él nos escuchará; en un silencio así, hablará a nuestra alma, y escucharemos su voz.
Con inmenso afecto, Tu Amigo Daniel Espinoza