Cultivar el hábito de orar asegura respuesta en todas las ocasiones apropiadas.
En tiempos de necesidad y angustia, casi todos oran. Moises estaba parado en las riberas del Mar Rojo viendo el gran miedo de los hijos de Israel cuando notaron que las carrozas del Faraón los estaban alcanzando. El Señor le dijo: “¿Por qué clamas a mí?”.
Todo aquel que vive su vida con la presencia Dios buscará y encontrará constantemente oportunidades para acercarse rápidamente a la paz y la felicidad. Las personas fieles se remontan hacia el cielo en adoración y en alabanza. Los primeros cristianos nunca se reunían sin invocar una bendición, y nunca se despedían sin una oración. Cada incidente pasajero debe llamarnos a la oración intercesora, la sombra de la noche, las campanas de la iglesia, el vuelo del gorrión, el amanecer, la caída de una hoja.
El pacto que Sir Thomas Browne hizo consigo mismo es bien conocido:
“Orar en todos los lugares que la quietud invite, en cualquier casa, camino o calle; y que no haya calle en esta ciudad que no haya sido testigo de que no he olvidado en ella a Dios y a mi Salvador; y que no haya parroquia o pueblo en que he estado del cual pueda decir lo mismo. Tomarme un momento para orar al ver una iglesia o al pasar por una. Orar diariamente, y particularmente por mis pacientes enfermos, y por todos los enfermos que estén al cuidado de quien sea. Y a la entrada de la casa del enfermo decir: “La paz y la misericordia de Dios sea sobre esta casa.” Después de un sermón elevar una oración y un deseo de bendición, y orar por el pastor.”
El que vive en espíritu de oración pasará mucho tiempo en presencia a solas e íntima con Dios. Es por esa dedicación consciente a la oración que se alimenta la devoción que fluyen a lo largo del día. El Señor nos recuerda que la verdadera defensa contra la falta de sinceridad al acercarnos a Dios está en el ejercicio diligente de la oración privada.
“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta,
ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mat. 6:6).