Editorial Candaya. 186 páginas. 1ª
edición de 2009.
En enero de 2017 leí Autopsia,
la primera novela de Miguel Serrano Larraz (Zaragoza,
1977), publicada en la editorial Candaya. Fue un
libro que, como comenté entonces, me gustó mucho. En junio de 2017, vinieron a
la Feria del Libro de Madrid por primera vez Olga y Paco,
los editores de Candaya. Me pasé a visitarle y compré el primero ejemplar
de Réplica que se vendió en la Feria. Hacia finales de
septiembre, Serrano Larraz y sus editores vinieron a Madrid para
presentar este libro de relatos y me pasé a saludarles. Al final
compré, en la librería Nakama, donde tuvo lugar la presentación, Órbita,
el primer libro de relatos de Serrano Larraz publicado en Candaya, del que había
oído hablar bien. En octubre de 2017 he leído los dos libros de cuentos
seguidos en orden cronológico.
Lo primero que se encuentra
el lector al abrir el libro es un prólogo firmado por Manuel Vilas,
con fecha de diciembre de 2008. En él, nos encontramos con términos como
«literatura mutante», «afterpop» o «literatura Nocilla» para referirse a los cuentos de Serrano Larraz. Este
prólogo ha supuesto para mí todo un viaje en el tiempo. Me he acordado, de
repente, de que, por aquellos días, se hablaba de literatura en España con
aquellos términos que, hoy, casi una década después, me han sonado
perfectamente vacíos y pomposos. También apunta Vilas que
Serrano Larraz tiene un «mundo propio» y que, en sus composiciones,
se puede apreciar la influencia de escritores como Roberto Bolaño o Julio
Cortázar; apreciaciones con las que estoy de acuerdo. Pero, ¿qué sería
entonces un cuento «afterpop»? La verdad es que no lo sé, simplemente creo que Vilas
habla de una narración posmoderna, donde se mezclan referencias a la baja y la
alta cultura, y no del todo realista. Nada nuevo bajo el sol, en
realidad. No quiero decir con esto que los cuentos de
Serrano Larraz no sean interesantes, en absoluto. Ahora hablaremos de
ellos.
El volumen se abre con un
cuento que da título al libro, Órbita, que empieza con
la siguiente dedicatoria: «Para B». Intuyo que B no es otro que Roberto Bolaño,
al que sé que Serrano Larraz llegó a conocer en Barcelona. Este
cuento, sobre un niño superdotado que empieza a sentir
fascinación por un escritor científico, es un claro
homenaje a Bolaño. La influencia del cuento Sensini (el
primero de Llamadas telefónicas) es clara: la soledad del
genio (o del escritor), la admiración por una figura que no acaba de ser
la de un triunfador, con el que se cartea, la presencia continua de una
sensación de amenaza y la inclusión en el texto de nombres de escritores. Los
dos protagonistas del cuento quedan en la calle Tallers, aquella en la que
vivió Bolaño en sus años de Barcelona. El homenaje es claro.
Serrano Larraz ha
estudiado Ciencias Físicas, y la presencia de términos científicos o
matemáticos recorre este libro, dándole un aire propio bastante particular
(algo que desaparece en Réplica).
Órbita es un
buen cuento que seduce al lector de forma inmediata. Aquí está ya ese decorado
de colegios y calles de Zaragoza que tan atractivo resultaba en Autopsia.
Perspectivas es
un cuento fantástico sobre un muerto que vive en una máquina de tabaco. Quizás
aquí sea más clara la influencia de Cortázar, o incluso la de Boris Vian. Perspectivas me
parece un cuento de concepción y ejecución mucho más sencilla que Órbita y
me gusta menos. Diría que es un cuento de búsqueda y formación, escrito años
antes que Órbita.
Shaman´s Blues es un cuento que carece de
nudo narrativo, o bien éste es mínimo, un cuento que –como apunta
Vilas en el prólogo– se sustenta con el lenguaje. Esta apreciación me parece
cierta, aunque en algunas páginas de la narración la sobrecarga metafórica y
referencial acaba siendo excesiva. El cuento apunta caminos narrativos que
Serrano Larraz desarrollará en Autopsia, sobre la vida nocturna de
su juventud en Zaragoza. En este cuento se habla de «el Letrista», que componía
canciones para el grupo por El Niño Gusano. Este personaje hace referencia al
músico Sergio Algora. En él también estaba basado el personaje dj Castorp de Autopsia.
Me quedo con el desarrollo más maduro que hace Serrano Larraz de
estos temas en su novela.
Y sólo del amor queda
el veneno me ha parecido un cuento muy clásico, que como Perspectivas me
parece de una época anterior a las piezas más logradas del conjunto. Aquí se
hace un uso tímido del humor.
Estrategia del aplauso, con
una pareja de amigos tratando de alterar la realidad para epatar a terceros, es
un claro caso de cuento en la línea de extrañeza y juego de Julio Cortázar.
Para que el homenaje sea completo no faltan ni tan siquiera las referencias a
la música jazz.
Y así sucesivamente vuelve
a ser un cuento que homenajea a Roberto Bolaño. En el cuento de Serrano Larraz un
joven comienza a volverse loco al encontrar extrañas coincidencias en las
matrículas de su pueblo. En una de las narraciones de Los detectives
salvajes (si no lo recuerdo mal) había un personaje que también se
topaba con extrañas casualidades numéricas que le habían ganar la lotería.
Serrano Larraz lleva la historia a su terreno: Zaragoza, la juventud
extraviada y las ciencias.
Me gustan bastante los tres
cuentos largos con los que finaliza el libro.
Cuerpo y alma me
parece uno de los cuentos más maduros del libro. Un cuento sobre relaciones que
acaban y terminan, con una tristeza bastante adulta. Cuerpo y alma adelanta el camino que luego se recorrerá en las
páginas de Réplica.
Zaragoza, a 8 de
noviembre de 2002 (segundo premio) me gusta también mucho. Es uno
de los cuentos más originales. En él, un novio abandonado le escribe una larga
carta al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique. Una carta que
espera entregarle en mano unas horas después, cuando vaya a visitarle a una
librería de Zaragoza en la que estará firmando libros. Bryce Echenique era el
autor favorito de su novia y el novio espera su intercesión benéfica. Con
ironía se habla aquí de la insignificancia social de la literatura.
Últimas señales también
es una de las piezas más destacadas del libro, un cuento que habla de la relación
entre dos hermanos, y la de éstos con sus padres. Quizás su final, de una
redondez un tanto excesiva, le hace perder –paradójicamente– un poco de fuerza.
Ahora que escribo esta
reseña, puedo apuntar que ya he leído los tres libros que Miguel
Serrano Larraz tiene publicados en Candaya y creo que me
hubiera gustado leerlos en orden cronológico. Al haber empezado por Autopsia,
una novela muy sólida y madura, que me gustó mucho, tengo la impresión de que
mis expectativas eran demasiado altas con Órbita. Esta
colección de cuentos está publicada cuatro años antes que la novela, y supongo
que recoge narraciones de diversos periodos de la formación de
Serrano Larraz. Nos encontramos aquí con cuentos bien resueltos: Órbita, Estrategia
del aplauso, Cuerpo y alma, Zaragoza, a 8 de noviembre
de 2002 (Segundo Premio) y Últimas señales. Aunque a alguno
de ellos se le nota demasiado el homenaje (Bolaño en el caso del primero y
Cortázar en el segundo), estos cuentos se mezclan aquí con otros más
titubeantes (Perspectivas, Shaman´s Blues, Y sólo del amor queda el veneno o Y
así sucesivamente).
Si me hubiera acercado
a Órbita sin conocer Autopsia, habría pensando en un debut
prometedor. La promesa se confirmó en Autopsia, efectivamente;
pero al volver hacia atrás he sentido más las costuras de la escritura, lo que
en realidad no es algo malo. Órbita es un buen libro (con los
desequilibrios de la búsqueda de una voz propia), pero –y de esto ya hablaré la
semana que viene–, como era de esperar por otro lado, Réplica es
mejor.