¡Soldados del Frente Sudeste!
Fieles al principio de dejar a otros que luchen por ella, Inglaterra escogió a Polonia para comenzar la guerra en el año 1939, intentando derrotar a Alemania en una nueva contienda y, si fuera posible, destruir a la Wehrmacht alemana. En cuestión de días, los soldados alemanes del Frente Oeste destruyeron y eliminaron este instrumento de los señores de la guerra británicos.
Entonces, hace un año, el 9 de abril, Inglaterra intentó alcanzar su objetivo lanzándose contra el flanco norte de Alemania. También, en cuestión de semanas, en una lucha inolvidable, los soldados alemanes repelieron este ataque en la campaña de Noruega. Lo que el mundo no había creído posible se convirtió en realidad. La Wehrmacht del Reich alemán aseguró nuestro flanco norte hasta Kirkenes.
Unas pocas semanas más tarde, el Señor Churchill creyó que había llegado la hora de que Inglaterra y Francia golpearan el Ruhr a través de sus aliados, Bélgica y Holanda. Comenzó entonces la histórica hora de nuestros soldados en el Frente Oeste. En la más gloriosa batalla en la historia de la guerra, los ejércitos del oeste capitalista fueron derrotados y destruidos. Después de cuarenta y cinco días, la campaña quedó decidida. Después, el Señor Churchill convocó el poder del Imperio Británico contra nuestros aliados en el Norte de África. Allí, también, atajamos esta amenaza mediante la cooperación de unidades italianas y alemanas.
El nuevo objetivo de los británicos que han organizado esta guerra es ahora el de llevar a cabo un plan que ya habían pergeñado antes de la guerra y cuya realización se había visto pospuesta una y otra vez debido a las gigantescas victorias alemanas. El día de la conmemoración del desembarco de tropas británicas en Salónica durante la Guerra Mundial, atraparon a Grecia con una garantía y finalmente la convirtieron en súbdita de los fines ingleses.
Allen deutsche Soldaten hören den Führer!
Repetidas veces advertí del proyecto de un desembarco por parte de tropas británicas que amenazara al Reich en el sudeste de Europa. Lamentablemente, estas advertencias fueron en vano. Más tarde intenté, con la misma persistente paciencia, convencer a los hombres de estado yugoslavos de la necesidad de cooperar entre las naciones que estuvieran interesadas en restaurar la paz de estas zonas. Una vez que los cimientos de la cooperación habían quedado asegurados en virtud de la adhesión de Yugoslavia al Pacto Tripartito, sin que se le exigiera a Yugoslavia nada más que su participación en la restauración de una Europa razonablemente organizada en la que Yugoslavaia y su pueblo obtendrían su parte, esos mismos elementos criminales se hicieron con el poder en Belgrado, criminales que continúan al servicio de Inglaterra y que desataron la Guerra Mundial en el año 1914. Exactamente igual que sucedió en Polonia, los instintos salvajes de sujetos inferiores fueron movilizados contra el Reich alemán. En estas circunstancias, inmediatamente tuve que reclamar a la colonia alemana en Yugoslavia que regresara al Reich. Miembros y oficiales de la misión alemana, funcionarios en nuestros consulados fueron atacados con violencia; nuestras misiones diplomáticas fueron destruidas; escuelas alemanas –como en Polonia- quedaron devastadas, un sinfín de alemanes étnicos fueron deportados, abusados o asesinados. Además de esto, Yugoslavia, que durante semanas había estado convocando en secreto a sus reservustas, ordenó una movilización general. Esta es la respuesta a mis ocho años de esfuerzos, siempre pacientes, de establecer relaciones cercanas y amistosas con este estado. Mientras divisiones británicas están desembarcando de nuevo en Grecia, como durante la Guerra Mundial, en Serbia creen que tienen suficiente tiempo de prepararse para un nuevo intento de asesinato contra Alemania y sus aliados –como en la Guerra Mundial.
¡Soldados del Frente Sudeste! ¡Vuestra hora ha llegado! Ahora protegeréis los intereses del Reich en la Europa sudoriental, al igual que vuestros camaradas hicieron en Noruega y en el oeste hace un año. ¡Al hacer esto, no seréis menos valientes que los hombres de las divisiones alemanas que combatieron victoriosamente en el otoño de 1915 en aquellas áreas en que estáis desplegados ahora! Actuaréis con humanidad si el enemigo os trata con humanidad. Allí donde demuestre la brutalidad que lo caracteriza, ¡lo derribaréis implacablemente y sin piedad!
El combate sobre suelo griego no es un combate contra Grecia, sino contra ese enemigo que, tal y como hiciera hace un año en el lejano norte, ahora intenta en el lejano sur cambiar el rumbo de la guerra en su favor. En consecuencia, ¡lucharemos ahí, junto con nuestros aliados, durante el tiempo que tardemos en que hasta el último inglés encuentre su “Dunkerque” en Grecia! Quienquiera que entre los griegos apoye a este enemigo del mundo, caerá con él.
Ahora que el soldado alemán ha demostrado que puede batir a los ingleses en la nieve y el hielo del lejano norte, de igual forma será capaz de cumplir con su deber en el calor del sur ahora que esto se ha hecho necesario. Sólo perseguiremos un objetivo: asegurar a nuestro Pueblo su libertad y, para el hombre alemán, su medio de vida en el futuro. Los pensamientos, el amor y las oraciones de todos los alemanes están de nuevo con vosotros, mis soldados.
Adolf Hitler.