Revista Deportes

Orejas y rabos en la fiesta de los toros

Por Zubi

REFLEXIONES SOBRE EL ORIGEN DEL CORTE DE OREJAS Y RABOS EN LA FIESTA DE LOS TOROS
Por El Zubi
Muchos aficionados a la Fiesta, no han reparado aún sobre el origen del corte de los apéndices en la Fiesta de los Toros y por qué a un torero cuando triunfa en una plaza se le premia con una o dos orejas e incluso con el corte del rabo y la pata del animal y no de otra forma. Pues todo tiene su origen y su porqué. Una fecha y una explicación lógica que no ha sido producto del capricho ni del azar.
Como la imposición del uso del traje de luces, el uso de la montera y el orden de la lidia fue impuesto por Francisco Montes “Paquiro”, o el hecho de sortear los lotes antes de su lidia en los ruedos fue impuesto por Luis Mazzantini, o la obligatoriedad del uso de los petos en los caballos de picar fue producto de una orden de Primo de Rivera a su ministro de Gobernación, el corte de las orejas a los toros tuvo también unos orígenes y una causa.
El corte de los apéndices taurinos tuvo su origen en una costumbre humana y entrañable, puesta en vigor por los Caballeros Maestrantes de Ronda y de Sevilla, propietarios de las respectivas Plazas de las Maestranzas, cuando regalaban el toro muerto y arrastrado al espada que se había lucido en su lidia para que este invitara con las carnes del animal a su cuadrilla, amistades y acogidos a centros benéficos. Pasado el tiempo al comercializarse el negocio y arrendar las Maestranzas el servicio de carnes de las Plazas, los contratistas adjudicatarios ya no podían perder sus ganancias regalando la carne a nadie ya que ese era su negocio. Por tanto los Maestrantes instauraron como trofeo simbólico de la entrega de todo el toro, entregar al espada triunfador una oreja del enemigo vencido. En aquella época una oreja simbolizaba la entrega del toro completo, el máximo galardón, y era lo razonable en la línea de los actuales aficionados torístas que ven inadecuado dar dos orejas (que serian dos toros en aquellos años) y menos el rabo y hasta la pata.
La primera oreja concedida en España tuvo lugar en Madrid, al matador de Algeciras José Lara “Chicorro”, por su faena al toro “Medias Negras”, de Benjumea, el 29 de octubre de 1876, con Alfonso XII en el palco real. La segunda oreja la cortó el 2 de octubre de 1910 Vicente Pastor al toro “Carbonero”, de Concha y Sierra. Sevilla no concedió la primera oreja hasta el año 1915 y lo hizo a su paisano Joselito, el 30 de septiembre que se encerró en la Maestranza con seis “santacolomas”. “Cantinero” era el nombre del toro desorejado por el torero de Gelves. Desde entonces hasta hoy, unas veces con justicia otras con desaprensión y alegría, se han concedido despojos taurinos suficientes como para surtir lo que resta del nuevo siglo las casquerías de todo este país. Actualmente en plazas como Madrid y Sevilla esta proscrito el corte de rabos y menos aún de patas.
En Madrid entre los años 1918 a 1942 sólo se cortaron 10 rabos, los tres primeros en la plaza vieja y los restantes en la Monumental de Las Ventas: el primero lo cortó José Roger “Valencia I” de novillero, a un novillo de Pablo Romero un 11 de agosto de 1918. El segundo rabo fue para Joselito cortado a un toro de Guadalest el 10 de octubre de 1918. Matías Lara “Larita” cortó el tercer rabo un toro de Palha el 8 mayo de 1921. El cuarto rabo fue para Juan Belmonte, a un toro de Carmen de Federico el 24 de octubre de 1934, precisamente en la corrida que sirvió como segunda inauguración de Las Ventas. Belmonte cortó el quinto rabo un año después a un toro de Coquillo el 22 de septiembre de 1935. Ese año fue señero en la historia de la Tauromaquia madrileña pues se cortaron tres rabos más en el transcurso de siete días, de domingo a domingo, entre el 22 al 29 de septiembre de 1935: Alfredo Corrochano el mismo día 22 de septiembre y a un toro de la misma ganadería, y el 29 de septiembre de ese año Curro Caro y el mejicano Lorenzo Garza a dos toros de la ganadería de Emilia Mejías. El noveno rabo fue para Manolo Bienvenida el 4 de junio de 1936 un mes antes de que comenzase la Guerra Civil, a un toro de Sánchez Fabrés, y ya concluida la contienda civil, Marcial Lalanda el 18 de octubre de 1942 a un toro de Antonio Pérez Tabernero, aunque este último rabo de Lalanda, no tuvo el mismo valor que los demás ya que, aunque existen fotos de Lalanda con él en la mano ese día, al parecer fue cortado fraudulentamente por un subalterno de nombre Cadenas, sin la orden del presidente de la corrida, que ese día era el un tal Sánchez García. Tuvieron que pasar 40 años para se concediese otro rabo más en Las Ventas, en una Feria de San Isidro de 1972 a Sebastián Palomo Linares, el único hasta nuestros días. Durante toda la posguerra ni Manolete, ni Pepe Luis Vázquez, ni Antonio Bienvenida, ni Ordóñez, ni Paco Camino, ni Diego Puerta, ni Curro Romero cortaron este apéndice en Madrid, una costumbre que con la excepción de Palomo Linares, se ha impuesto como oficial en la primera plaza del mundo y en las demás plazas importantes de este país como son las de Sevilla, Valencia o Bilbao. No obstante el corte de los apéndices e incluso el de la pata se siguen prodigando tontamente en muchas plazas y ferias de pueblo, pero todo esto tiene su origen en aquella iniciativa de los Maestrantes hace ya dos siglos y medio. Por suerte, tras la Guerra Civil y con el paso de los años, han aparecido e instaurado en el Reglamento y la costumbre de los aficionados otros premios menos cruentos y tan válidos como los citados, como son el saludo desde el tercio, las vueltas al ruedo, la música durante la lidia o las salidas a hombros por las Puertas Grandes. Como saben, estos reconocimientos a los méritos de los toreros, se solicitan por el público agitando un pañuelo blanco...pero por desgracia siempre han tenido mas valor para los presidentes de las plazas de toros del mundo los pañuelos de los tendidos de sombra que los de sol...


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