Mis deseos de que Orejas se recuperara, me hicieron ver progreso dónde no lo había. En sus últimas visitas al veterinario, se encontró que ella no estaba mejorando, que cada día perdía más peso, que su vejiga no estaba funcionando, que había sangre en su orina y que no hacía intento alguno por moverse. El pronóstico fue que poco a poco seguirían surgiendo otros problemas de salud. Con mucho dolor, finalmente aceptamos su recomendación de no alargar un proceso que pronto le estaría provocando dolor a ella.
Y ahora Orejas no está en el family. Ahí fue dónde pasó la mayor parte del tiempo desde que la encontramos sin poder moverse hace un mes. Ahí la alimentamos, la acariciamos y le hablamos. Cuando salía el sol, la llevabamos en su cajita a la terraza para que pudiera ver el patio y hasta le dimos varios paseos por los árboles.
El patio no será el mismo sin Orejas. Ahora sólo nos queda recordárla corriendo por el patio, haciendo cuevas, acercarse cuando le ofrecíamos una zanahoria, tomando agua del cacharro y acostarse en la grama fresca en las tardes de mucho calor.