Revista Coaching

Organización Extrema o Necesidad de Control

Por Lou Perez @louretrohw
Si has seguido mi blog, aunque sea un poquito (sobretodo el apartado de equilibrismos) te habrás dado cuenta de que las rutinas, las listas y la disciplina son las herramientas de las que yo tiro y que recomiendo, y aunque quizás no sean para todo el mundo, a mí me funcionan (¿funcionaban?)
Cuando decidí darme un descanso con el blog me di un descanso de muchas otras cosas. Solté actividades que me resultaban más una carga y un estrés que una satisfacción y me relajé un poco en cuanto a la limpieza de la casa y el menú de la familia. Me concentré en mis clases y en crecer como profesional en un país que me acababa de acoger (que por suerte me ha salido/está saliendo bastante bien) pero me olvidé de la motivación inicial que desencadenó mi necesidad de bajar el ritmo.

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El día que escribí el post de pseudo-despedida quería vivir más y vérmelas venir, pero me ha salido el tiro por la culata.
Soy una control-freak, lo digo alto y claro, a ver si al ponerlo por escrito reacciono ya de una vez.
Mis listas, agendas y mi apego a las rutinas estaban encaminados sin darme cuenta a alimentar mi necesidad de control. En lugar de ser una herramienta se habían convertido en una necesidad, no eran el medio para un fin, si no el fin en sí mismo.
Así que cuando tomé la decisión de predicar con el ejemplo y soltar un poco, lo que conseguí fue pasar mi frikismo a otros aspectos de mi vida, más listas, más horarios y más rutinas para otras cosas.
El experimento me ha servido para darme cuenta de que en realidad no es cuestión de hacer más o menos, si no de relajarme en sea lo que sea que acometo. Utilizar herramientas que resulten útiles, insisto: utilizarlas, pasar menos sentada frente a una tablilla montándome el cuento de la lechera y más atacando la actividad en cuestión.

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Cuanto más organizo, más horarios me hago y más normas me pongo, más me frustro.
Y no, no he encontrado la solución todavía, en cuanto la tenga (aunque sea temporal) os aviso. Porque para cada momento hay un sistema y el que tenía antes me funcionaba pero ahora ya no me funciona.
Hay cosas que siguen siendo útiles, sobretodo para el hogar: la regla de un minuto va bien (si se tarda menos de un minuto se hace al instante, sin procrastinar) , la del transporte también (cada vez que cambio de habitación o salgo de casa miro a ver que hay que llevar para otro lado). El madrugar y tener mi hora de meditación y motivación a veces la cumplo y a veces no, pero va muy bien… o sea, que hay cosas que funcionan, pero bueno, no me lío más, lo que quiero decir es que tanto organizar tiene más que ver con una necesidad de control absurdo que con hacer que las cosas fluyan y funcionen.
Cuanto más me apego a la forma menos atención le pongo al contenido y eso si que es cagada monumental.

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Sistemas sencillos y horarios sujetos a las necesidades, querer menos y cumplir más. Dar más, esperar menos. Dejar las expectativas sobre una misma a un lado y entregarse a la vida de manera generosa, atendiendo lo urgente y necesario y conformarme con los resultados que consiga, porque, al fin y al cabo, me encuentre dónde me encuentre en la vida, yo me he llevado a donde estoy y las circunstancias cooperantes son las que son.
Bueno, después de este peñazo de disertación que no se si le interesará a nadie, no me veo capacitada para dar ningún consejo, al menos no hoy. Lo que me gustaría saber es si a alguien le pasa lo mismo, eso de apegarse a los sistemas y los objetivos más por una cabezonería y necesidad de control que por disfrute y entrega sea cual sea el resultado.
Ya me contáis vuestras historias si os apetece.

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