Ante el puritanismo del feminismo radical y antihombres que nos llega como un manto negro más islamista que monjil es momento de elogiar la orgía de libertad que caracteriza al 7 de julio en Pamplona, inicio de los sanfermines.
Donde nadie juzgaba a nadie, heterosexual u homosexual, aunque entre decenas de millares de hombres y mujeres jóvenes con hormonas desatadas aparezcan “Manadas” o tipos solitarios depredadores o abusadores que deben encarcelarse durante años.
Pero ninguna “Manada” tendría que variar las normas de convivencia y gozo libres de las fiestas pamplonesas.
Quien sin ser vecino afectado por el ruido y los horribles olores a orines y heces de las calles pretenda reducir esa liberación que atrae a jóvenes de todo el mundo debe ser castigado con la purificación.
Por ejemplo en la universidad de California Irvine, 60 kilómetros al sur de Los Ángeles, donde besar en las mejillas a una colega como saludo y gestos similares sin connotación sexual le costaron su puesto de profesor al eminente biólogo y expresidente de los científicos estadounidenses, Francisco José Ayala, de 84 años y de origen español.
Quien persigue cortesías como esas son mujeres que se han subido en marcha al carro de #MeToo, movimiento de actrices indignadas mayoritariamente heterosexuales contra los abusos machistas.
Las neocensoras pertenecen al feminismo radical liderado por lesbianas que aprovechan el marxismo para separar como a las clases sociales a los hombres, sus rivales, de todas las demás mujeres.
La mayoría de las mujeres heterosexuales o las lesbianas no radicales no se atreven a denunciar esa lesbodictadura para no ser acusadas de defensoras del heteropatriarcado.
Pamplona revive las orgías romanas de toros, vino, sexo y fiesta, y nadie debe censurarlas con excepción de los vecinos que estén hartos de ruidos, basura y olores horripilantes.
---------
SALAS
----------------
OTRAS COSAS. VAYAMOS A PAMPLONA Y A SUS MANADAS DE TODO SEXO Y GÉNERO: