Revista Política

Orgullo

Publicado el 06 julio 2017 por Alejandropumarino

Orgullo

Tiene uno la sensación de que no siendo gay, se convierte en una especie de despojo social que no va con los tiempos -no es “cool” como dirían otrora nuestros vecinos trasatlánticos- una suerte de retrógrado ente primitivo que no comprende la pluralidad en las relaciones íntimas y vive anclado en el inmovilismo. En Madrid, hasta la Sra. Cifuentes hizo el “trenecito” con Carmena, no sea que un amplio colectivo se sitúe frontalmente contra una formación a la que se tacharía de homófoba automáticamente, con la misma facilidad con la que los morados tildan de fascista a quien muestre disidencia con su pensamiento, políticamente correcto.

No existe, desde mi punto de vista, marginación alguna hacia la homosexualidad y la transexualidad y desde hace ya muchos años; la creación de “ghettos”, revistas específicas, barrios concretos, es fruto de la propia actividad del colectivo y responsable del tipo de distinción que se quiera interpretar, sesgadamente, por parte de los propios interesados. En este sentido llama la atención lo sucedido en Madrid hace tres años, y publicado en este espacio, cuando los organizadores del evento prohibieron el desfile de la carroza israelí por su postura en el tema palestino; curiosamente, es el país de Medio Oriente en el que existe libertad de sexo, toda vez que sus amigos palestinos tienen la poco saludable costumbre de colgar de grúas a quienes muestren esas tendencias “desviadas”; fue el mismo año en el que dicha organización invitó a todas las formaciones políticas menos a los populares, naturalmente, pese a que ninguna de las reformas de la era Zapatero fue modificada por el gobierno conservador.

Lo cierto es que nunca entendí el motivo de sentirse orgulloso por la orientación sexual: Conozco “heteros”, gays, misóginos, bisexuales; las páginas “X” de internet se clasifican por temas de preferencias íntimas, muchas de las cuales, incluso desconozco; sería lo mismo que sentirse orgulloso de tener olfato, o dos piernas, que tanto da. Defendimos en su momento, el día del promiscuo o “putero”, con el permiso de Carmena, que busca castigar a los usuarios de sexo por pago mientras cuelga la bandera del arco iris en el Ayuntamiento. Algo no funciona bien.


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