Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal,
por que me mato tan mal,
que seguí cantando.
María Elena Walsh
Según el D.R.A.E.:
orgullo.
1. m. Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas.
La Academia lo recoge por primera vez en 1737:
1 Hinchazón del corazón y soberbia del que intenta alguna cosa.
2 Viveza y prontitud en el movimiento, o ejecución de alguna cosa.
Se mantiene con esta definición hasta 1843 en la que queda establecida la actual, pero manteniendo la segunda acepción, que desaparece definitivamente en 1869.
Y Covarrubias en su Tesoro, que recordemos data de 1611, dice:
ORGULLO. Una solicitud fervorosa y casi furiosa del que pone mucha diligencia en que se haga alguna cosa. Es nombre derivado del griego, y del nombre Ñrg» [orgê], furor. Algunos quieren que sea del verbo latino arguo, is, mudada la a en o, porque los que arguyen en las escuelas suelen inquietarse. Orgulloso, el solícito con ansia.
Resulta sorprendente, que la evolución de la palabra, haya sido como el proceso de una enfermedad de origen compulsivo. Lo que nació, podríamos decir, como una virtud, por mor de esa compulsión antes mencionada, se convierte en su propio vicio. Y hoy, con el paso de los años, y de los hombres, por encima de ella, sólo le queda viva, aunque nos duela, la parte peyorativa.
Nada de lo que sentirse orgulloso.