Sinopsis
Orgullo y prejuicio es una novela de amor o, mejor, una novela de enamorados. Bingley y Jane, Darcy y Elisabeth, Lydia y Wickham luchan para obtener el objeto de su pasión, deben jugar el juego que la sociedad en que viven les propone y deben ganarlo. Sin saltarse las reglas, pero con un tesón capaz de vencer cualquier barrera, llegarán a toda costa a ese matrimonio que para ellos habrá de marcar el inicio de la felicidad soñada.
Editorial: Punto de lectura
Encuadernación: Tapa blanda
Allá por septiembre de este año eché un vistazo al pasado y analicé los últimos 100 libros que había leído durante los últimos años. A excepción de "Soy un gato", todos los libros eran o de este mismo año o del siglo anterior: todo literatura "moderna" en general, por lo que consideré que era hora de leer un clásico. Aun apasionándome la lectura, yo fui de aquellos a los que el instituto hizo mucho daño al obligarnos a leer un libro de una temática que no nos gustase, a contrarreloj y para realizar un examen posterior. Esta circunstancia había implantando en mi cabeza una animadversión por los clásicos, pero, aun así, decidí darle una oportunidad a alguno. Tras una pequeña búsqueda en Goodreads, Booktube y la blogosfera, elegí "Orgullo y prejuicio" como clásico a leer.
Aviso antes de continuar: dada la antigüedad y "popularidad" de esta historia (es muy conocida), esta reseña contendrá spoilers.
"Orgullo y prejuicio" nos sitúa en el Londres rural del siglo XIX (1800). La historia gira en torno a la familia Bennet, formada por el señor y la señora Bennet, una pareja de edad avanzada para la época, y sus cinco hijas, todas ellas en edad para casarse: Jane, Elizabeth, Mary, Catherine y Lydia. Jane, con 23 años es la mayor, y Lydia, con 15, la menor. Nuestra narradora en este caso es Elizabeth, una chica avispada y muy despierta a nivel intelectual. El argumento empieza con la agitación que ha provocado en la señora Bennet y en sus hijas la llegada al vecindario de un hombre joven, soltero y acaudalado, el señor Bingley. La señora Bennet está profundamente preocupada por la propiedad de la familia, ya que al ser todo hijas, a la muerte del señor Bennet todo iría a parar a un familiar (varón) de la señora Bennet, dejando a las hijas desamparadas. Es por ello por lo que ésta tiene urgencia en casar bien a todas sus hijas. Aquí me ha resultado gracioso que con 23 años se hable de Jane como una chica a la que se le está pasando un poco el arroz, sobre todo considerado desde una perspectiva actual.
Esta ha sido una de las cosas que más me ha lastrado leyendo el libro. Está claro que todo aquello enmarcado en un contexto histórico concreto (literatura, leyes, creencias) hay que considerarlo dentro de la época en la que tiene lugar. Cosas que en su momento eran normales y aceptadas, ahora pueden ser barbaridades. No obstante, y aun teniendo una noción extremadamente básica de la estructura social del Londres de ese momento, me ha costado mucho meterme en la historia, debido también a la lentitud con la que se desarrollan los acontecimientos: se invierten capítulos enteros en describir paseos por fincas y visitas a vecinos. A nivel visual en una película esto puede tener un gran potencial, pero para leerlo deja mucho que desear, ya que la descripción de arquitectura y paisajes no es algo en lo que se haga hincapié.
Volviendo a la historia, la señora Bennet quiere casar a sus hijas cuanto antes mejor, y el destino termina con la familia Bennet al completo en casa del señor Bingley en un baile organizado para presentarse a los vecinos. En este baile entran en escena dos personajes masculinos muy importantes: el señor Bingley y el señor Darcy. Bingley es descrito como el hombre ideal, en resumen, y rápidamente desarrolla afinidad con Jane. Por el contrario, Darcy es un personaje arisco que parece mirar a todos por encima del hombro. Solo su antipatía hace que Elizabeth le coja manía.
Los meses pasan y Jane y Bingley empiezan a relacionarse cada vez más, hasta que un día, de repente, los Bingley se van a Londres de forma indefinida. La pobre Jane se queda destrozada, puesto que las atenciones que Bingley le había prestado de repente se tornan vacías y carentes de significado, mientras que la supuesta amistad que le profesaba la señorita Bingley, su hermana, se revela también como falsa.
Al mismo tiempo, Elizabeth ha conocido al oficial Wickham, otro hombre perfecto con el que ha desarrollado una buena relación, reforzada también por la antipatía que ambos profesan a Darcy. Según Wickham, el patrimonio que le correspondía heredar del padre de Darcy (Wickham y Darcy son como "hermanastros", en resumidas cuentas) le es arrebatado por éste. Esto sigue reforzando la negativa imagen que Elizabeth se había construido de Darcy.
Diversos acontecimientos llevan a Elizabeth a Londres, donde tiene un encontronazo con Darcy: la frialdad con la que la había tratado en sus últimos encuentros era un intento de apagar los sentimientos que su corazón profesaba hacia Elizabeth. Darcy se había refrenado debido a la " vergüenza " que le supondría unirse con la familia de Elizabeth (por ser de "baja cuna" y vulgar en formas), pero no puede seguir ignorando sus sentimientos, por lo que se propone a Elizabeth. Mientras Darcy empieza a poner sus cartas sobre la mesa para exponer su situación, revela algo que Elizabeth no puede perdonar: Darcy fue el que hizo que Bingley se volviera a Londres, pensando que sus sentimientos hacia Jane no eran correspondidos y que su afecto podría ser una simple estratagema para conseguir el dinero de Bingley, dejando así a Jane destrozada. En el momento en que Darcy abre su corazón, podemos ver que no es tan malo como lo pintan y que realmente piensa mucho cada paso que da. A partir de aquí nos encontramos un tira y afloja en el corazón de Elizabeth, según va conociendo más cosas de Darcy.
La historia, dentro de lo que cabe y analizando su valor absoluto, no es mala, dado que expone una relación de opuestos, normas sociales que impiden ciertas relaciones, gente perfecta que no es tan perfecta, etc. El problema reside en que esto se alarga durante casi 600 páginas, y que muchas de ellas consisten en la protagonista contando como pasan los días sin que pase nada realmente. Aun sabiendo lo "rompedora" que es la forma de pensar de Elizabeth, me resulta muy simple todo. Todo esto ha hecho que la historia me resultase muy mediocre para leer a día de hoy, aunque, repito, sea una gran obra considerada en su contexto histórico.
Por último, cierro esta reseña con una pequeña frase que hay en el libro y que son de esas que ponen en evidencia más aun si cabe la diferencia entre el contexto del libro y el actual.
"La muerte de una hija habría sido una bendición comparada con esto".
Eso se dice por el hecho de que una chica se fuga con un hombre sin casarse previamente, siendo la principal preocupación encontrar a la pareja fugada para obligar al hombre a casarse por haber deshonrado a la familia al haberse llevado a la hija sin pedir permiso. Resulta chocante leer que la muerte de una hija es mejor que dañar la reputación de la familia, lo que abre aun más la brecha entre el momento de escritura del libro y el presente.
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