Revista En Femenino

Orgullos y prejuicios

Por Familia De 3 Hijos @familiade3hijos
Orgullos y prejuiciosEn pocos días celebran su primer aniversario de bodas. Y lo harán en Grecia, mochila al hombro, y con un mes por delante para disfrutar. Su vuelo salía hace unos días de Málaga, y esa era una buena excusa para vernos, ponernos al día cenando y acercarles al aeropuerto.
Se les ve muy bien. La boda dicen que les ha cambiado poco. Apenas la posibilidad de pagar menos a hacienda por la declaración de la renta conjunta, y poco más. Siguen felices, serenos, y con su vida habitual. Debemos a Lucas los primeros "pinitos" al violín de Pablo, y muchas y buenas charlas de café cuando éramos vecinos en Linares. Y a Miguel el impulso a nuestra próxima escapada en "parejita": Polonia. De aquella etapa de Linares, Lucas no guarda muy buen recuerdo. Suele pasar cuando no te sientes respetado en tu identidad. Ahora las cosas han cambiado y viven en un precioso apartamento con vistas a la Alhambra, llenos de inquietudes artísticas, culturales y sociales.
Nos enseñaron las fotos de la boda a la que, por desgracia, no pudimos ir. Y se les veía pletóricos. Cuidaron todos los detalles, pero a la vez daba la sensación de ser una celebración sencilla y natural, como ellos. Nos encantó lo orgullosos que iban sus familias del paso que daban. El padre de Lucas incluso con una pajarita arco-iris. No pudimos evitar pensar en tantas parejas que, como ellos, habrían dado ese paso sin ese apoyo tan importante.
Orgullos y prejuiciosIntercambiamos por whatsapp recetas y enlaces de sitios a visitar. Y nos llamó la atención que ambos lucieran la bandera multicolor en su perfil. Siempre han sido muy moderados y comedidos. Pero ahora sienten que es necesario aumentar la reivindicación por una normalización que nunca acaba de llegar. Incluso a veces en su propia mente. Al principio no les entendimos muy bien, pero cuando a los pocos minutos, y de camino al coche, unos chavales desde una moto nos dirigieron improperios, entendí al instante de lo que se trataba. Aún hay gente que te juzga porque lleves el pelo largo y unos pendientes, o porque vayas de la mano de tu pareja si sois del mismo sexo. Y no sólo te juzgan: te insultan. No quisimos preguntarles cuántas veces habrían vivido una situación así, pero imaginamos que no pocas, porque al instante ellos lo habían olvidado y a mí no se me iba de la cabeza la ofensa, tratando de encontrarle sentido.
Lucas nos reconoció que aunque salió del armario hace veinte años, en realidad hoy día sigue saliendo del armario en bastantes cosas. La última, hace unas semanas cuando se atrevió a darle un beso a su marido, al acabar una actuación musical, a la vista de todos. No pasó nada. Tan sólo derribó un muro más. Y esta vez fue en su propia mente. Ese dichoso miedo al "qué dirán". Esos dichosos prejuicios que incluso habitan en quienes osan transgredirlos.
Orgullos y prejuiciosJusto a la  hora en que paseábamos por Málaga se celebraba la Marcha del Orgullo LGTBI en Madrid. Nunca han sido muy partidarios de las estéticas voluptuosas y excesivas. Pero cada vez son más respetuosos con cómo cada cual viva las cosas, porque al final se trata de una cuestión afectiva e identitaria. Una pena que aún haya políticos que usen estos eventos para azuzar la crispación y desviar la atención sobre un debate que, por suerte, ya está superado desde hace muchos años. Y desde luego todas las posturas políticas no son iguales al respecto. Los dichosos titulares de prensa. Los dichosos puñados de votos. Ojalá llegue un día que no haya que salir en marcha para reivindicar estas cosas. En ese día todo esto será ya algo casi universalmente aceptado, como ya pasó con la esclavitud.
Miguel y Lucas son muy buena gente. Da gusto estar con ellos. Transmiten esa energía de quienes se quieren y se dan a los demás. Por eso se entiende menos que en pleno siglo XXI aún tengan que luchar para que se les acepte como son. Y que otros se metan por medio a decirles lo que pueden o no pueden hacer., o se cuelguen una etiqueta para apropiarse de su lucha. ¿Por qué nos gusta tanto meternos en la vida de los demás? ¿Qué mas nos da lo que cada uno haga de puertas adentro o en su cama, si hay amor, respeto y crecimiento personal? ¿Quiénes somos nosotros para opinar sobre cómo gestionen su felicidad y su vida otros? Es curioso que a estas alturas todavía haya que hacerse estas preguntas, y ver algo anómalo en lo que debería ser cotidiano, signo de que aún queda un buen trecho para ese "mundo diferente para vivir".

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