Acabo de releer a Oriana Falaci (Florencia, 29 de junio de 1929-Florencia, 15 de septiembre de 2006) y he comprobado con orgullo y alegría que los mensajes centrales de Voto en Blanco coinciden con los de la desaparecida periodista italiana, una de las plumas mas combativas, comprometidas y políticamente incorrectas de la actualidad.
Desde Voto en Blanco, hemos coincidido con Oriana en mensajes como los siguientes:
"Sigo sin comprender el poder, pero comprendo a quien se opone al poder, quien replica al poder y, sobre todo, a quien se rebela contra el poder impuesto".
"Europa se ha convertido en una provincia del Islam" y "con su sometimiento al enemigo está cavando su propia fosa".
"La desobediencia hacia los prepotentes la he considerado siempre como el único modo de usar el milagro de haber nacido".
En los pases musulmanes "el odio a Occidente crece como una bola de fuego atizada por el viento".
"El choque entre nosotros y ellos (los islamistas) no es militar sino cultural y religioso. Nuestras victorias militares no frenan la ofensiva del terrorismo islámico. Al contrario, la incentivan, exacerban y multiplican. Lo peor está todavía por venir".
"La gente tiene miedo de hablar contra el mundo islámico, de ofender a los hijos de Alá. Se puede insultar a los cristianos, a los budistas, a los indúes y a los judíos. Se puede llamar de todo a los católicos, escupir a la Virgen y a Jesucristo, pero ¡ay del ciudadano que pronuncie una palabra contra la religión islámica!".
La Falaci, que advirtió a sus lectores que esos musulmanes que se mean en catedrales católicas de Occidente, como ocurrió en su ciudad, Florencia, "están ya preparados para degollarnos", coincide con criterios defendidos por Voto en Blanco como la certeza de que nuestros dirigentes políticos no están a la altura, la cobardía frente al islamismo que anida en la mayoría de los gobiernos europeos; la seguridad de que la Alianza de Civilizaciones es una patraña cobarde; el convencimiento de que nuestras democracias están degradadas y degeneradas; la constancia de que el ciudadano no cuenta nada ante el actual degradado poder democrático; el convencimiento de que la mayoría de los periodistas occidentales están sometidos a los grandes poderes y han perdido su irrenunciable amor a la verdad, esencia de la profesión periodística; su crítica generalizada a los grandes poderes, todos ellos traidores del humanismo y del ciudadano, etc.
Leer a Oriana es cargarse de razón y de argumentos sólidos para luchar contra tipejos como los que hoy gobiernan España, una coalición nauseabunda de comunistas, socialistas, antiguos terroristas, mercenarios vascos y nacionalistas catalanes, llenos de odio a España y con deseos de romperla, gente sin fe, ni principios, sin valores y sin religión ni otras creencias que el disfrute del poder, la corrupción y el odio a la libertad.
Gracias Oriana por ayudarnos en la fortaleza y en la firmeza frente a la traición y la cobardía de nuestros políticos.
Francisco Rubiales
