Orientación vocacional

Por Davidsaparicio @Psyciencia

Reseña

Los antecedentes más remotos del tema, los encontramos en la “Republica” de Platón, que  concebía al Estado jerarquizado y estructurado en función de una distribución racional de los quehaceres individuales, para llegar a una especialización y  selección del trabajo. En 1575, Juan de Dios Huarte Navarro, escribió su magna obra “Examen de ingenio para las ciencias”, que no sólo teorizaba  con rigurosidad el concepto de orientación vocacional  sino que proporcionaba reglas prácticas  precisas para conocer las múltiples corrientes del saber y  revelar  las diversas habilidades, talentos e ingenios de la persona. Fue en el siglo XIX que Goethe afirmó: “Nicht alle Wege sind für alle Wegerin (“No todos los caminos son para todos los caminantes”).

La intervención científica del Ser y su Quehacer profesional se haya en el siglo XX, Parsons escribe en 1909 “Choosing a Vocation” (“La elección de una vocación”)  y funda la primera oficina de orientación vocacional. Después de la Primera Guerra Mundial se logra organizar en 1920, por impulso del Prof. Claparède, en el Instituto J. J Rosseau (Ginebra) a  representantes de once países europeos, para la primera Conferencia Internacional de Psicotecnia, donde se funda la Asociación Internacional permanente (Mira y López, 1948).

¿Para qué una orientación?; ¿a quiénes orientamos?; ¿qué orientamos?; ¿damos opciones?; ¿nos informamos sobre las carreras y oficios posibles?; ¿cómo evaluamos las inteligencias? y ¿cómo medimos su interés para la elección?

Estas son algunas de las preguntas que iremos desarrollando en el artículo de forma separada sin perder la unión del todo que conforma la orientación vocacional.  Algunos psicoanalistas reconocen en ella un pedido solapado (“latente”) de una psicoterapia profunda.

¿Qué es una orientación vocacional?

Según Mira y López, en su “Manual de orientación profesional”, es “una actuación científica compleja y persistente destinada a conseguir que cada sujeto se dedique al tipo de trabajo profesional en el que con menor esfuerzo pueda obtener mayor rendimiento, provecho y satisfacción para sí y para la sociedad” (1948, p. 1).

Al respecto, Bohoslavsky en “Orientación vocacional” afirma que es un campo de actividad de los científicos sociales. Las tareas incluyen lo pedagógico y lo psicológico, la prevención y la resolución del conflicto vocacional. Es una tarea en equipo no restringido al psicólogo, también es competencia del pedagogo, el sociólogo y el profesor. El aspecto privativo del psicólogo está en el diagnóstico y la elaboración de los problemas vitales que tienen los sujetos en relación con su futuro y al contexto  económico y social al que pertenecen. El autor lo define como, “las tareas que realizan los psicólogos especializados cuyos destinatarios son las personas que enfrentan en determinado momento de su vida – por los general el pasaje de un ciclo educativo a otro – la posibilidad y necesidad de ejecutar decisiones” (1977, p. 13).

Barylko en “Cartas a un joven maestro” expresa que la vida es la obra y que vivir se ha vuelto un arte y cada uno está llamado a los que los latinos lo denominaban “vocatio – vocationis” (vocación), “resabio que nos viene de la antigua mitología, el llamado de los dioses, el alma nacida para cierto destino específico” (1991, p. 60).

La vocación es una construcción personal que se infiere del quehacer, incluye tres dimensiones: (i) el interés,  necesidad de vocación, (ii) las correspondientes habilidades para la satisfacción de la elección y (iii) la posibilidad de inserción laboral de la profesión u oficio elegido en un contexto determinado.

Orientamos  para prevenir conflictos de deserción educativa de personas que  no tienen las habilidades mínimas para determinada profesión u oficio y porque de ella depende la felicidad y el progreso de toda sociedad. De esta forma se evitarían el ingreso de sujetos a estudios superiores que no tienen las aptitudes adecuadas y se podrían orientar hacia otras profesiones más ajustadas a sus potenciales.

Los jóvenes siempre han necesitado y obtenido orientación de un modo u otro. Cuando la sociedad era menos tecnológica y sofisticada  los padres y las familias con ayuda de  sacerdotes, maestros y profesores, podían proporcionar cierta orientación. Sin embargo, la sociedad actual ha adquirido inconmensurable complejidad por lo que muchas veces ni los padres ni los profesores pueden cubrir la demanda que realizan los adolescentes en cuanto a su orientación vocacional. Tampoco los ritos de iniciación, que funcionaron en otro tiempo para obtener respuestas en los momentos críticos de la vida, son tenidos en cuenta en la actualidad como modos de sostener y acompañar al individuo por los períodos de transición.

“La iniciación del joven adulto – dentro de una creadora actitud frente a la responsabilidad social – resulta complicada por el hecho de que nuestra era ha desterrado todo rito de iniciación al acentuar los valores de la juventud sobre los valores de la madurez (…) Mientras continúa fomentando la libertad y fuerza creadora de la juventud, nuestra era necesita descubrir también la productividad más poderosa y el uso inteligente de la libertad, reservados a la madurez” (Künkel & Gardner, 1950, p. 305).

El fracaso en la orientación ha estado determinado por el exceso de interés por ciertas carreras y rendimientos sobre las singularidades del sujeto. No todas las carreras son para todas las personas y viceversa. La idea central está en aceptar que todas las actividades profesionales son igualmente dignas y de que no existe impedimento social, que un adolescente se incorpore a la sociedad en aquel puesto que por su capacidad está de acuerdo con sus aptitudes y con su desarrollo personal. Debemos atender más a aptitudes, vocaciones, a posibilidad de realización y a su integración en la sociedad por el lado útil de la vida que la del supuesto rendimiento económico o valoración social de ciertas profesiones.

Adler expresó que algunos sujetos se muestran interesados por aquellos trabajos para los no que no presentan aptitudes y pueden por compensación rendir notablemente. Algunos ejemplos de compensación son Demóstenes, que sufría de tartamudez y logró convertirse en un eximio orador, así como una persona con manos pequeñas terminó siendo un pianista de fama y otro que padecía astigmatismo se convirtió en aviador. Al decir de Zurrón: “no hay inferioridad sin su compensación” pero para ellos es adecuado siempre una orientación psicológica de corte terapéutico que evalúe los verdaderos potenciales y habilidades para que pueda desarrollar su anhelo en una determinada profesión evitando el auto-engaño y su concomitante angustia.  Thoreau  escribió un ensayo sobre la vida en los bosques (Walden, 1854 – en esa obra se inspira Skinner para su polémica novela “Walden two”),  y señala “que el ganarte la vida no sea tu trabajo, sino tu juego” y es esta una de las premisas para la autorealización. El homo ludens (hombre que juega) si fuéramos capaces de trabajar y jugar al trabajar, si trasformáramos el trabajo en juego, nos acercaríamos al sentido de la vida.

Goleman en “La inteligencia emocional” sugiere para este objetivo tener presente siete aptitudes cruciales: capacidad para motivarnos a nosotros mismos, persistir ante la frustración, postergar una satisfacción, regular los estados de ánimos, tener esperanza, desarrollar empatía y controlar los impulsos (2000).

En la introducción al libro “El reino de las vocaciones”, Clemente Estable (1894 – 1976) docente e investigador en el área de la biologíaneurobiología en Uruguay, plantea en forma de preguntas cuatro problemas fundamentales del hombre que tienen cada vez más vigencia  ante la crisis de valores a escala humana que vivimos: “(1) ¿Quién soy?; (2) ¿qué quiero ser?; (3) ¿qué puedo ser?, y (4) ¿qué debo ser? y con el ser, el qué hacer…” (p.5) Agrega la necesidad de orientación como prerrequisito para la madurez: “El pronóstico de las vocaciones tiende puentes en falso al cruzar por encima de la sub-conciencia. Hay aptitudes sepultadas que jamás se descubrirán sin excavaciones, o sin pruebas en el esfuerzo, o sin un ‘levántate y anda’ con el prestigio y la magia de la oportunidad” (p. 48).

Para Adler el desarrollo de un niño es más simple si sabe desde la infancia qué ocupación le gustará ejercer en su vida posterior. Si le preguntamos a un niño qué le gustaría hacer cuando sea mayor, encontraremos probablemente una respuesta. Los niños que responden por ejemplo que quisieran ser soldados o pilotos, no saben porque han elegido esas ocupaciones, es deber del psicólogo buscar y conjeturar los motivos inconscientes de estos deseos, conocer el medio con el que están luchando, qué es los que los impulsa hacia delante, dónde han fijados sus metas ficticias de superioridad y cómo piensan llevar todo lo antedicho a cabo. Es adecuado alentar a los niños a tomar una posición con respecto a la vocación independientemente de que pueda ser cambiada en el desarrollo. Otra de las preguntas que se les hace es por qué han elegido esa ocupación, de lo que se desprenden detalles reveladores del estilo de vida. Nos están mostrando la dirección principal de sus esfuerzos y qué es lo que más valor tiene para ellos en la vida.

En lo orientación vocacional, los recuerdos primarios son sumamente importantes para inferir las habilidades y talentos para una profesión.  Por ejemplo, si un niño nos cuenta sobre alguien que le ha hablado o aparecen sonidos en el recuerdo, inferimos que estamos ante un tipo auditivo, podemos suponer que el niño será adecuado para alguna ocupación relacionada con la música. Pueden aparecer otros recuerdos de impresiones de movimiento (tipo kinestésico), lo que nos haría sospechar que quizás están más interesados en ocupaciones que exijan el trabajo al aire libre o de viajes. Debemos dejar que el niño mismo dé el valor a una ocupación, nosotros no poseemos medios para afirmar cuál de las ocupaciones es más elevada  y cuál es más baja. Si la persona cumple de forma correcta su trabajo y se ocupa en contribuir con los demás, estará al mismo nivel de utilidad que cualquier otro. Por eso  importa observar el juego del niño, como un ensayo futuro de un rol adulto y responsable. Recordemos la máxima adleriana que importa menos cómo uno haya nacido que los que se haga después sobre esa base (Ansbacher & Ansbacher, 1964).

El desarrollo de las inteligencias múltiples que aborda la inteligencia desde una mirada multidimensional y no unidimensional referida exclusivamente al cociente intelectual. Gardner sustituyó la pregunta “¿Cómo eres de inteligente?” por otra más inclusiva, “¿Cómo eres inteligente? (Butler-Bowdon, 2007), es un modelo pertinente para cualquier orientación vocacional.

La psicoterapia adleriana está inspirada en el diálogo socrático. Sócrates se llamaba así mismo “el partero” porque dialogaba con la gente y los asistía en el parto de las ideas. Un ejercicio memorable de mayéutica (arte de hacer parir) está descrito en el diálogo “El Menón” logrando que ese esclavo dedujera principios fundamentales de geometría euclidiana, precisamente el teorema de Pitágoras.

Los contenidos afectivos en psicoterapia, de suma importancia para Adler, pueden estar bloqueados y transformarse en resistencia. Si bien las resistencias son lo primero que se interpreta, no siempre son interpretables en la clínica si uno quiere provocar un “insight”. Siguiendo a Victor Louis puede haber una estrategia mejor, en lugar de interpretar la resistencia,  apelar a preguntas indirectas tales como: “¿Siente usted malestar o angustia? ¿Se siente amenazado, irritado, humillado? ¿Tiene lástima de sí mismo?”. El autor señala que con estas opciones se le exige a los pacientes adoptar una postura y agrega: “los neuróticos necesitan siempre un entrenamiento para adoptar decisiones. Así, pues, no cedemos, pero tampoco forzamos a un reconocimiento puramente verbal. Se comunican muchas veces las emociones de un modo paraverbal: los gestos, la mímica y el tono de voz de nuestros pacientes son, en ocasiones, más expresivos que las mismas palabras” (1979, p.37).

Adler se adelantó a las investigaciones de los etólogos sobre cómo los animales comunican sus emociones y ponderó el diálogo cara a cara, reservando la utilización del diván para situaciones excepcionales. Sabemos lo del  “reflejo de reconocimiento” por Dreikurs, que significa que una  interpretación da en el blanco, a través de una sonrisa o un gesto.  Dar opciones y alentar forman parte fundamental del proceso de orientación y psicoterapia adleriana.

Otras de las recomendaciones en nuestras orientaciones es que el joven tome contacto con dos personas que estén trabajando en la profesión u oficio a ser elegido, para saber qué de las respuestas que le dieron los especialistas  le llamó la atención. Así de importante es saber sobre el contexto del paciente y a qué se dedican sus padres, otros integrantes de la familia o allegados a la constelación familiar.

El objetivo de la orientación es brindar herramientas para precisar el criterio de elección y prepararlos para la vida de trabajo que siempre es una adaptación a un contexto móvil.

Bibliografía

Ansbacher, H. & Ansbacher, R. (1964). The Individual Psycology of Alfred Adler.   New York: First Harper Torchbook.

Barylko, J. (1991). Cartas a un joven maestro. Buenos Aires: Marymar Ediciones.

Bohoslavsky, R. (1977). Orientación vocacional. La estrategia clínica. Buenos Aires: Nueva Visión.

Butler-Bowdon. (2007). 50 clásico de la psicología. Barcelona: Sirio

Estable, C. (1970). El reino de las vocaciones. Montevideo: Editorial Medina

Goleman, D. (2000) La inteligencia emocional. Por qué es más importante que el cociente intelectual. Buenos Aires: Zeta

Künkel, F. & Gardner, R. (1950) El consejo Psicológico En los momentos cruciales de la vida.

Barcelona: Editorial Luis Miracle.

Louis, V. (1979). La interpretación de sueños y primeros recuerdos de la infancia en la psicología de Adler. En: Los sueños. Según las diversas escuelas psicoterapéuticas. Barcelona: Herder

Mira y López, E. (1948). Manual de orientación profesional. Buenos Aires: Kapelusz & Cía.