Mar, 24/05/2022 - 04:08
No demoró mucho tiempo Pedrarias Dávila en darse cuenta que el maíz no alcanzaba para alimentar a la población de Panamá, después del traslado de Santa María la Antigua del Darién y Acla a la pequeña aldea que orillas de la ciudad- puerto de la Mar del Sur, fue el punto de partida hacia nuevos horizontes. Los naturales informaron de la abundancia de maíz en las desconocidas tierras altas.
Bajo el comando de Gaspar de Espinosa partió una mesnada para explorar las tierras altas, desembarcando en Punta Burica, la nueva línea fronteriza.
Los españoles tropezaron con la fiera resistencia indígena, capitaneada por el invencible cacique Urracá, pero lograron abastecerse de las cosechas de maíz que aguardaba el gobernador Pedrarias Dávila.
En el viaje de retorno por tierra a la ciudad de los peces, Gaspar de Espinosa se detuvo en la tierra del cacique Natá. Tierra cálida, exuberante, auspiciosa, para asentarse el lapso de tiempo para iniciar la colocación de los fundamentos de iglesias cristianas que suplieran la desaparición del templo rústico de Santa María la Antigua del Darién, por un incendio ordenado por el gobernador , envidioso de la gloria de Vasco Núñez de Balboa, alcalde de la aldea auroral.
A pesar que Gaspar de Espinosa fue el pionero de Natá, Pedrarias pasó a la historia oficial de la conquista, como el fundador de Natá de los Caballeros. Una más de las imposturas del diabólico personaje que reescribió la historia de Panamá, pretendiendo borrar la personalidad del heroico jerezano, respetado por los indígenas por el entendimiento humanitario que caracterizó su gobierno.
En esta hora de reivindicaciones históricas estamos en la obligación de restaurar la memoria de Urracá, el valeroso dirigente indígena que luchó a brazo partido contra los conquistadores.
En una ocasión fue detenido, sin embargo se evadió de la prisión para parapetarse en las cimas de las montañas como signo indeclinable de rebeldía.
En los quinientos años de la fundación de Natá de los Caballeros no se ha mencionado el nombre de Urracá, aquel personaje de leyenda que las nuevas generaciones deben tener presente por su heroísmo inclaudicable, por su lección de superar las contingencias a costa de sacrificios ante cualquier laya de adversidades.
* El autor es abogado.
Mario Castro Arenas
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