El descubrimiento de los antibióticos a principios del siglo pasado pareció el fin de las muertes por enfermedades infecciosas. Pero transcurridos los años, el extraordinario éxito adaptativo de las bacterias ha resultado en la aparición de cepas inmunes a todos los antibióticos conocidos: las bacterias multirresistentes o superbacterias. El abuso que el ser humano ha venido haciendo de los antibióticos a lo largo de décadas ha causado la sobreexposición de las bacterias a su acción. Y cuanto más prolongado y frecuente es este contacto, mayor es el despliegue adaptativo de de estos microorganismos.
Superbacterias: reinas de la adaptación
Una bacteria puede originar dos células hijas en sólo veinte minutos, lo que supone la mayor velocidad de reproducción en un ser vivo. Además, a lo largo de la evolución, como los primeros organismos sobre la faz de la Tierra, las bacterias han desarrollado múltiples mecanismos para transferir genes entre sí. Ambas características en conjunción son las que brindan a las bacterias esa superior capacidad adaptativa. Porque en un medio adverso, como es la entrada en contacto con un antibiótico, su rápida velocidad de reproducción posibilita la aparición de una mutación genética que otorgue a una nueva generación bacteriana resistencia al antibiótico. Por otro lado, el vertiginoso ritmo de reproducción da lugar a un rápido incremento de la población bacteriana, lo que aumenta, a su vez, la probabilidad de encuentro entre bacterias y, por tanto, la posibilidad de que intercambien los genes de resistencia hasta que, finalmente, todas sean inmunes al fármaco. Es así como el abuso de los antibióticos está en el origen de las superbacterias.
Como es previsible, en las siguientes generaciones de bacterias, la mutación perdurará, con lo que la resistencia se puede perfeccionar y en un corto periodo de tiempo puede existir una cepa de superbacterias tan peligrosa para la salud como sus ancestros pero preparada ahora para desmantelar la acción de cualquier antibiótico. Ante las infecciones por esta cepa se pueden recetar nuevos antibióticos cada vez más potentes, pero un nuevo abuso ocasiona la aparición de una nueva cepa más resistente. Es el ciclo sin fin de las superbacterias.
Nidos de superbacterias
Pero la lucha contra la sobremedicación en la especie humana ha olvidado hasta tiempos recientes otras realidades en las que las bacterias están expuestas permanentemente a los antibióticos. La administración de estos fármacos en los piensos para animales sólo ha sido prohibida hace relativamente pocos años en Europa o Estados Unidos, pero sigue siendo una realidad cotidiana en los países emergentes que exportan carne o animales vivos, como China.
No obstante, es posible que la regulación de la medicación veterinaria haya llegado demasiado tarde, pues hay expertos en la comunidad científica que advierten de la extensión al medio natural de los antibióticos. A través de las heces y la orina de humanos y animales, donde una parte de los antibióticos permanece sin metabolizar, llegan al medioambiente con su poder antimicrobiano activo. Los antibióticos de hecho están presentes en los suelos que cultivamos y los acuíferos que alimentan los ríos y lagos de los que animales y humanos bebemos. Y las depuradoras sólo son capaces de eliminar el 70% de los antibióticos vertidos. Prácticas que tuvieron lugar hace décadas en Occidente están detrás del peligro que hoy representa la contaminación masiva de la naturaleza con antibióticos y la consiguiente proliferación de cepas de superbacterias que han desarrollado mecanismos de adaptación a ellos. Así, actualmente un buen número de animales y seres humanos se han convertido en portadores de superbacterias resistentes a los antibióticos. Éstas, en un adulto sano no tienen por qué ocasionar complicaciones, pero en el entorno de un hospital, con pacientes debilitados, su poder letal es enorme.
No sólo antibióticos
Pero no es únicamente debido al abuso de los antibióticos que hablamos de superbacterias. Casi cualquier fármaco, desde antiinflamatorios a antidepresivos, daña la flora bacteriana intestinal destruyendo el equilibrio de poblaciones bacterianas, lo que favorece la aparición de superbacterias. La capacidad de una flora intestinal sana para luchar por sí sola frente a las infecciones es hoy, de hecho, uno de los campos más prometedores de investigación en medicina.
Como protegerse de las superbacterias
En este contexto, la industria farmacéutica ha mostrado escaso interés en el desarrollo de nuevos antibióticos sintéticos. No sin razón, pues si no se lucha contra la raíz del problema de poco servirá la aparición de nuevos medicamentos a los que más pronto que tarde se harán resistentes las bacterias. La desregulación ganadera en países emergentes ya ponía de manifiesto lo que es una necesidad: la estrategia contra el peligro para la salud pública que constituyen las superbacterias debe ser global. Y por su origen, además, debe plantearse como un trabajo a largo plazo y en los múltiples frentes que abre una cuestión tan compleja. Es muy difícil protegerse de una amenaza potencial que no se ha presentado aun.
Las bacterias son organismos muy adaptables, para saber más puedes ver este documental que explica las bacterias que tenemos en nuestro cuerpo: