Basílica de Santa Leocadia
La tradición sitúa el origen del cristianismo y la fundación de la Iglesia en Toledo en el siglo I con San Eugenio,
En general el período del Bajo Imperio de Roma, que abarca desde el siglo III al siglo V se caracteriza por la decadencia de los núcleos de población romanos (el municipio) y por el auge del cristianismo especialmente desde el emperador Constantino I el Grande.
En Toledo se repite sólo en parte este esquema ya que no se aprecia una decadencia de la ciudad e incluso se puede hablar de un potenciamiento al convertirse en una importante sede episcopal.
Este potenciamiento es más evidente por la decadencia que si afecta a otros núcleos de población cercanos de la provincia como Consabura (Consuegra) o Segóbriga.
Parece que ya en el siglo III se situaba una sede episcopal en Toledo, aunque fue en el siglo siguiente cuando alcanzó su formación completa. La decadencia del Imperio Romano llevó a una grave crisis de su administración a lo largo del siglo V, algo que se reflejó claramente en la ciudad. Así en ese siglo las estructuras de poder cambiaron de manos, pasando de las autoridades públicas romanos a las eclesiásticas y así toda la vida de la ciudad giraba en torno a la sede episcopal.
La presencia cristiana en la ciudad es más bien tardía y las primeras noticias de carácter histórico que han llegado hasta nosotros son del siglo IV
En el concilio de Elvira (300), aparece firmando sus actas el obispo de Toledo, Melancio, iniciándose con él la lista de los prelados toledanos conocidos y que ha venido repitiéndose y aumentándose a lo largo de los siglos hasta nuestros días.
Por estos mismos años sufre martirio la virgen Santa Leocadia en la persecución de Diocleciano. En el año 400 se inicia la celebración de la famosa serie de los concilios toledanos.
Con la presencia de los godos en la Carpetania y la elección con el rey Leovigildo (572-586) de la ciudad de Toledo como su capital, "urbs regia", comienza un período histórico importante para la archidiócesis.
Toledo se constituye en la Iglesia metropolitana de la comarca carpetana primero y, después, de toda la provincia cartaginense, incluyendo bajo su jurisdicción a 20 diócesis sufragáneas. En el año 527 se celebra el segundo concilio toledano, presidido por el obispo Montano. En el año 589, se reúne el tercer concilio toledano y, en Él, el rey Recaredo y su esposa Bada, juntamente con los obispos, magnates y multitud de eclesiásticos, se convierten al cristianismo, abjurando del arrianismo, y quedando constituida la unidad religiosa de España.
A lo largo del siglo VII, se congregan en Toledo 15 concilios más, famosos por las profesiones de fe en ellos formuladas y por las normas disciplinares que allí se acuerdan. A la vez florecen un número importante de arzobispos, como San Eugenio, San Ildefonso, o San Julián, quienes con su santidad, sus escritos y su actividad pastoral dejarán una profunda huella en la diócesis toledana.
A partir del décimo segundo concilio toledano (681) se le reconoce a la metropolitana de Toledo, con unánime beneplácito de todo el episcopado nacional, una particular intervención en la elección y consagración de todos los prelados españoles, dándose con ello origen a la futura primacía eclesiástica.
Fuente: http://www.architoledo.org/historia/visigodo.htm
Revista Cultura y Ocio
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