orígenes del vermucito
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El hábito del “vermucito” era un clásico de los bares y clubes de barrio, en las horas previas a la cena, cuando los hombres se reunían para hablar de fútbol, milongas, turf y … mujeres. Claro que el domingo aquello cambiaba de ámbito. El encuentro, tan relajado que algunos hasta seguían con el pantalón pijama puesto, se cumplía en casa y en familia, mientras se terminaba la masa y el relleno para los ravioles o se esperaba que el carbón fuera brasa para empezar el asado.
Por supuesto que la tradición tiene una influencia de los inmigrantes europeos (en especial italianos y españoles) que, junto con otras cuestiones, incluyeron el “antipasto” y el “ir de tapas” como parte de su vida social. Y no es casual que las bebidas elegidas hayan sido las de mucha historia. Por ejemplo, dicen que el vermú fue inventado por el famoso Hipócrates quien puso a macerar vino en flores de ajenjo y otras hojas. Y cuentan que la palabra deriva del alemán “wermut” que no es otra cosa que el ajenjo. Otros afirman que proviene de dos palabras: “verán” (levantar) y “muth” (espíritu). O sea: bebida que levanta el espíritu.
La bebida actual está compuesta por unos 50 extractos de hierbas que se maceran y luego se mezclan con vino blanco (por lo general de uvas Chenin) y azúcar y se deja reposar. El rojo es más dulce; el blanco, más seco y con más graduación alcohólica. Según la marca, el vermú se registra como creado en el norte de Italia en 1757, 1850 y 1863. Y recién casi con el nuevo siglo XX iba a llegar a la Argentina, primero como bebida importada y luego fabricada en el país.
La costumbre de tomar un aperitivo se hizo tan popular que aparecieron otros brebajes que, mezclados o solos, también se integraron a esas mesas. Así, se hicieron famosas bebidas como el Pineral, creada por el inmigrante Hermenegildo Pini. Algunos recuerdan que apuntaba a ser la réplica local de un famoso bitter francés que se usaba como digestivo. Y también estaba el Amargo Obrero, creado en la ciudad de Rosario durante el año 1887. Hecho a base hierbas y alcohol, se lo conoció como “el aperitivo del pueblo”. El año pasado hubo un relanzamiento de esta bebida.
Pero si se trata de bebidas-símbolo, creadas en la Argentina y destinadas a ser parte del “vermucito”, hay una que tiene un pasado local muy difícil de igualar. La creó en 1864 un inmigrante nacido en Boston en 1838 y su lanzamiento fue un suceso. El hombre se llamaba Melville Sewell Bagley y su bebida estaba hecha usando la corteza de naranjas amargas o agrias y dulces de frutos aún verdes que tenían un alto contenido en flavonoides. La marca de aquella bebida era “Hesperidina” y fue la primera en quedar en el registro de marcas y patentes creado en 1876.
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EDUARDO PARISE
“El ‘vermucito’, clásico de clásicos”
(clarín, 02.09.13)