ORILLA INTRANQUILA, de Víctor Blázquez.

Bien es cierto que no estamos preparados para una invasión alienígena. Quizás pudiéramos soportar la amenaza de los muertos vivientes o, entre muchos, pudiéramos derrotar a un vampiro. Pero ¿un ataque extraterrestre?
Después de esta absurda introducción hoy toca reseñar Orilla Intranquila (2013) una novela de ciencia ficción apocalíptica escrita por el buen Víctor Blázquez. Y aunque se puede englobar por temática en este subgénero, creo que más bien le queda la definición de drama humano y apología pacifista a una historia que recuerda, vagamente, a H.G. Wells y su Guerra de los mundos. 
Cabe decir que la historia se hace corta, muy corta. Con un inicio que nos enseña la forzosa separación de dos enamorados, el impacto de la amenaza extraterrestre pasa en un segundo plano. A partir de aquí la novela se convierte en un compendio de lo que es el odio y las ansias de venganza, sentimientos no exclusivos de una persona sino de todo un pueblo. Con todo esto, lo original de Blázquez no es que nos hable de una lucha armada, sino de la fuerza que da el odio para lograr sobrevivir. Sin embargo, hay más.
El tema del odio se va desdibujando capítulo a capítulo en una cuenta atrás que ayuda al lector situarse en contexto. Ya en los últimos días de la narración, ese odio se vuelve esperanza para que ésta se convierta en un nuevo instrumento, pero un instrumento de paz. Y así el círculo odio. supervivencia, esperanza y paz queda completamente cerrado. Bravo.
Hablando de la ambientación, creo que cumple con las necesidades de la historia, aunque para mi gusto habría dado mucha más importancia al refugio, a cómo se vive allí, y también a la orilla intranquila. Los personajes son descritos y tratados de forma correcta, como engranajes que permiten la circulación de los sentimientos que expresa el protagonista. Su antagónico, en cambio, me parece un personaje algo flojo en cuanto a profundidad. 
¿Y el estilo de Blázquez? Que os voy a decir que no sepáis. Directo, rápido, ameno, sin parafernalias ni adornos superfluos. Ritmo trepidante (en ocasiones demasiado) y unos párrafos que se convierten en imágenes nítidas en la mente del lector.
Tenemos ante nosotros una historia que tiene mucho que decir, que está bien trabajada y que nos podría haber contado mucho más. Sin duda merece ser leída.