BREVE HISTORIA DEL INCIENSO
La mayor parte de las personas asocian la práctica de quemar incienso con las ceremonias religiosas occidentales y orientales. Creen que su combustión está íntimamente ligada a los ritos católicos, hindúes, etc. Sin embargo, quemar incienso era ya algo usual en ritos y ceremonias de cultos que, más tarde, serían considerados paganos. En ellos, el antropomorfismo del incienso supone que es lo que es agradable para el hombre lo es también para los dioses. Por otra parte, la elevación en sinuosas columnas del humo del incienso vino a ser un símbolo visible de la plegaria que desde la tierra se eleva a la divinidad. Suponiendo que el quemar incienso era, para la Iglesia Cristiana, una práctica idolátrica, al principio fue enemiga de utilizarlo en sus ceremonias. Más tarde, el uso del incienso obedecería a una práctica puramente higiénica para purificar el aire y evitar el contagio de enfermedades.
En tiempo de Carlo Magno, consta que el incienso se empleaba en las iglesias solo como desinfectante: la bendición del incienso decía: “Bendiga el Señor este incienso para la extinción de todo mal olor”.
Los hebreos, utilizaban ya el incienso, como se cuenta de Aarón, que lo quemaba al ofrecer sacrificio por los pecados del pueblo. La Biblia da una fórmula para hacer incienso con cuatro ingredientes, y la tradición fue añadiendo algunos más. El historiador Josefo dice que en su tiempo estaba hecho de trece ingredientes, uno de ellos cierta hierba que hacía que el humo se elevase en forma de palmera, cuyo secreto era solo conocido de la familia de los Ablinas.
Dos mil quinientos años antes de nuestra era, el Taraón Sánkara envió una expedición naval al país de Punt para obtener las gomas odoríferas empleadas en la preparación del incienso. El Somal, que es el llamado Punt de los antiguos egipcios, produce todavía en abundancia estos preciosos ingredientes. Los egipcios ofrecían incienso a sus imágenes, en un tipo de cuchara de mango muy largo y artística forma, en cuya concavidad se encendía el fuego y se iba echando más incienso a medida que se quemaba.
Del incienso se habla en el antiguo y sagrado Zendavesta y en las inscripciones cuneiformes de Nínive y de Babilonia. Hoy en día continúa usándose mucho en la India y se cree que los brahmanes fueron los que introdujeron el incienso en China y en el Japón.
Griegos y romanos hicieron también mucho uso del incienso para fumigar sus templos y los demás sitios donde se reunía mucha gente: el incensario o pebetero de aquello pueblos colocado sobre un trípode, llegó a ser un motivo de adorno en su arquitectura.
Hoy día, en el Oriente, se hace mucho uso del incienso, especialmente en la India y en el Japón. Los japoneses son grandes consumidores de incienso, no tanto por su significación religiosa sinó por loo que contribuye a purificar el ambiente. Una regular cantidad de incienso conteniendo algunas astillitas de sándalo podría sustituir a muchas materias químicas desinfectantes de la casa. Los aceites volátiles que su combustión pone en libertad son desinfectantes muy buenos, aun cuando no muy enérgicos, y tienen la ventaja de embalsamar el aire con un delicioso perfume.
En otro tiempo el incienso ha sido considerado como sustancia preciosa. Las ofrendas que los Reyes Magos llevaron al Niño Jesús consistían en oro, incienso y mirra.
Alrededor del Mundo. Noviembre, 1907
BREVE HISTORIA DE LA MIRRA
Las costa africanas y asiáticas del Mar Rojo y del Océano Indico era fecundas en la producción de la mirra, que se obtenía del Balsamodendrum Mirra, producto gomo-resinoso de extraordinaria estima entre los orientales, por constituir uno de los principales elementos en sus perfumes.
M.P. Loti, en su obra Le Desert, refiriéndose a su fragancia, dice: “Pasamos en los parajes de la Montaña de la Mirra y ahora todo el desierto exhala pequeñas plantas de tono claro que de vez en cuando pisan nuestros dromedarios, dejando un aroma exquisito y desconocido.”
Su precio se valuaba como el oro, y era uno de los perfumes destinados al culto de los dioses; así se explica que figurara como delicado presente a Jesús por uno de los Reyes Magos que acudieron a Belén a rendir homenaje al Rey de los reyes, como explica la Biblia.
Según Dioscórides,
“la mirra es licor de un árbol que nace en Arabia, semejante a la Egipcia Espina. Del cual licor, una parte destila sobre ciertas esteras por la incisión que se hace en el árbol, y otra se congela alrededor del tronco. Hállase una especie de mirra grasa llamada pediasimos, de la cual, exprimida, sale la dicha Straete. Hay otra, también gravísima, que tiene por nombre Gabirea, la cual nace en viciosos lugares y da de sí también gran copia de Straete. Tiene el principado entre todas la llamada Troglodita, llamada así de la tierra que la produce. Esta es algún tanto verde, traslúcida y mordaz al gusto. Cógese también otra menuda, segunda en perfección, después de la Troglodita, la cual es blanda, empero respira un olor algo grave, y que nace en lugares asoleados. Otra se llama Caucalis, y ésta es marchita, negra y como tostada. La peor de todas ellas es la que se dice Ergasima, toda llena de moho y sin grasa, empero al gusto aguda y semejante a la goma en su parecer y fuerzas. Repruébase la llamada Aminea. Exprímense licores de todas clases, empero grasos y odoríferos de las grasas de los secos magros, y sin color: las pastillas de los cuales por fuerza serán muy frágiles, si al formarlas no se les echasse ninguna mezcla de aceite. Falsifícase la mirra con goma bañada en el agua de su infusión. ha de escogerla fresca, la cual se desmenuza muy fácilmente, la liviana, la que por tadas partes es del mismo color, la que rompiéndose, muestra dentro ciertas vetas blancas y lisas como uñas, la que se deshace en granos pequeños, la que es amarga, olorosa, aguda en el gusto e hirosente.”
Era aplicada para muchas enfermedades, según nos dicen los autores de aquellos tiempos. Teniendo en cuenta éstos sus propiedades antisépticas figuraban en primer término entre las sustancias que servían para los embalsamamientos; también conocían los antiguos el valor que tenía en las afecciones crónicas de las mucosas.
El doctor Deneffe, hablando de ello, dice : “ Los antiguos habían ya reconocido la acción bienhechora de la Mirra sobre las mucosas inflamadas crónicas, ya que la en la mayoría de las recetas donde su uso está indicado vemos que solamente se aplica el remedio cuando el punto más álgido de la inflamación ha desaparecido. Empleando la Mirra contra las cicatrices de la córnea y contra los granos del párpado.”
Respecto a las enfermedades de los ojos, Dioscórides habla también de este tipo de enfermedades, cuando dice “que metida con una pluma dentro de la nariz, hincha las llagas que suelen hacerle en los ojos, quita sus nubes y cataratas y adelgaza las asperezas.”
De aquí no extrañe que en los colirios a base de mirra figuren más de 30 sellos, y sean designados como eficaces.
Revista Iberoamericana de Ciencias Médicas. Marzo 1903
Oro, incienso y mirra
Una noche de invierno,
estudiando de Cristo el nacimiento,
me reveló Él mismo, señalando
un texto en el Nuevo Testamento:
“En este ambiguo texto legendario
se dice que unos Magos
me ofrecieron el oro, incienso y mirra,
¡y además, me adoraron!
“Yo no vine a este mundo para eso.
Ni el oro me sedujo
ni busqué adoración.
¡Yo fui de humilde cuna y no acepto
esta contradicción!
El oro es la riqueza que corrompe,
lo que guarda, solícito, el avaro,
el oro es el dinero que seduce
y enfrenta a los humanos hasta la perdición.
“Yo nací en un pesebre
y apenas con lo puesto me dejaron morir.
A ese texto de ingenua fantasía
le falta por decir
¡que sólo el alquimista del espíritu
convierte la materia en místico elixir;
transmuta el oro en manantial de amor,
en bondad el Incienso,
la mirra en compasión!
Esta es la trilogía,
que le es grata a Dios…”
Y se fue la visión…
¡Me dejó la conciencia iluminada
y en fervoroso trance el corazón!
Rogelio Garrido
Imágenes:
Mosaico Bizantino 1400-1450 © The Art Archive
Incienso © Peter Frank
3. © Colette Scharf/Design Pics
Arbol de Mirra en Yemen © Bluespanther On The Road