Cuando disfrutamos de una comida exquisita no somos plénamente conscientes del trabajo y el esfuerzo que hay detrás de dicho menú. Posiblemente, solo cuando el Chef nos explica su laboriosidad apreciamos y valoramos más el trabajo que hay detrás.
¿Hemos pensado alguna vez que ocurre algo parecido con la música de cine? Después que un profesional ha compuesto la melodía con su lápiz, su libreta y posiblemente un piano, llega el momento de trabajar con la orquesta y ver 'los resultados'.
Máx Steiner fue uno de los primeros compositores en introducir para la música de cine orquestas de cien músicos. Normalmente estas se dividen en instrumentos de cuerda, viento y percusión, sin contar que muchas veces se añaden los coros musicales. Claro, la armonia y el orden hace que cada uno se siente en el lugar adecuado y de forma ordenada. El concertino (generalmente un músico de experiencia) ha repasado la partitura antes del ensayo y ahora prepara a la orquesta, ayudando al director para afinar los instrumentos y que todos toquen al unísono con la misma tonalidad.
Antes, habrán usado el diapasón para este menester y también necesitarán un metrónomo (que sirve para medir el tiempo y marca el ritmo de la música).
Llegado el momento del ensayo todos ocupan sus posiciones, los cabezas de atril se sientan delante de su grupo y frente al director. Todos han leído y practicado con detenimiento la partitura que se les entregó. Es cierto que todos son muy buenos profesionales. Por ejemplo, para estar en ese momento frente a la orquesta, el director (que la mayoría de veces suele ser el mismo compositor) ha tenido que aprender 5 años de solfeo, 10 años de piano, 3 de composición y 2 de dirección orquestal. Habrá aprendido a manejar uno o más instrumentos musicales y hasta es probable que haya obtenido un master en teoría musical.
En algunas ocasiones, después de una composición entra en escena la figura del orquestador (William Ross es un gran orquestador). Este se encargará de 'vestir' y dar color a la melodía compuesta con sus distintos instrumentos, compases y tonalidades.
Todos están preparados y a punto para el ensayo. El director, subido a su tarima, dá la señal, y el ensayo comienza. Todos han llegado puntualmente, han calentado sus dedos, han afinado sus intrumentos y ahora se disponen a mirar atentamente la partitura y seguir los compases del director. Ahora, al unísono suenan todos los instrumentos y lo que empieza a escucharse será una hermosa melodía que habrá llevado semanas o tal vez meses de esfuerzo. Es muy posible que el resultado perdure por años o décadas. Solo debemos recordar composiciones históricas como Ben - Hur, El Padrino, etc.