MADRID (AFP) – Con una calabaza como batería, zanahorias como flautas o hojas de col para hacer el “scratch”, la Orquesta Vegetal de Viena celebra este lunes con su peculiar música el centenario del emblemático mercado de San Miguel de Madrid.
Con sonidos similares a los de la música electrónica experimental y ritmos de reminiscencias africanas, esta orquesta construye sus instrumentos con vegetales que, una vez terminada la actuación, se convertirán en un tentempié para el público.
“Otras bandas hacen bises al final, nosotros regalamos verdura y sopa”, bromea Sandra Walkenhofer, mánager de este grupo justo antes de la prueba de sonido.
Aunque la música no comenzó a sonar hasta la tarde, el trabajo de los artistas empezó horas antes, cuando empezaron a construir sus instrumentos con los productos frescos del céntrico mercado madrileño.
Con decenas de vegetales repartidos en cajas al lado de una mesa llena de taladros y sierras, el futuro escenario de la orquesta se convierte durante unas horas en una especie de taller de bricolaje donde los músicos trabajan concienzudamente para crear sus instrumentos.
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Un nabo taladrado y acoplado a un pimiento genera un sonido similar al de una trompa
“El reto es llegar a un sitio y trabajar con los materiales que encontramos allí. Está claro que las berenjenas en Asia son muy diferentes a las españolas pero creo que somos capaces de construir instrumentos en cualquier lugar. Tenemos que comprobar qué productos hay en cada región y estación del año pero normalmente no tenemos problemas”, explicó Ulrich Troyer, uno de la decena de músicos que componen la banda.
La creatividad no tiene límites: un apio vaciado por dentro ejerce de instrumento de percusión o un nabo taladrado y acoplado a un pimiento genera un sonido similar al de una trompa.
Aunque de los vegetales que da más juego es la zanahoria: trepanada por el centro y con algunos pequeños agujeros en el lateral se convierte en una flauta pero, dándole la forma adecuada, puede sonar como un rascador o servir de boquilla para un instrumento de viento.
“Habitualmente no nos interesa construir instrumentos normales, aunque utilicemos zanahorias para hacer flautas. Nos interesa más inventar nuevos instrumentos”, señaló Troyer, mientras una de sus compañeras entonaba una melodía penetrante con uno de los recién creados instrumentos de viento.
“Nos gusta explorar la diversidad de sonido de los vegetales”, apunta la mánager de este grupo fundado en 1998.
Con lo que ellos llaman su propio “estilo vegetal”, con eclécticas piezas que van desde el jazz a la electrónica experimental o el clásico contemporáneo, este grupo ha actuado en ciudades como París, Hong Kong, Moscú, Estambul, Londres, Singapur o Beirut.