Revista Política

Ortega Cano

Publicado el 07 febrero 2014 por Alejandropumarino

Ortega Cano

D. José Ortega Cano se teñía el pelo; solo a raíz del accidente en el que fallece D. Carlos Parra, abandona la cosmética capilar para lucir venerables sienes plateadas, aparentando casi más edad de la que realmente cuenta. El Sr. Ortega nunca fue un torero brillante como Espartaco o Gómez, pero fue más mediático por su matrimonio con “la Jurado” formando la pareja típica de tonadillera o torero, aunque menor. Lo que demostró, desde luego, es ser un borracho mentiroso, sin la gallardía de reconocer la ingesta etílica que se demostró después en los análisis llevados a cabo tras el accidente. Cuestionar el tratamiento de la muestra es una argucia legal, pero todo el mundo tiene el convecimiento de que el diestro iba con una copa de más en el momento de la colisión, por más que se empeñase en afirmar que solo mojó los labios en cava. Uno, que tiene cierta tendencia a consumir el vino gaseado, puede asegurar que jamás moja los labios más allá de lo imprescindible para beber la copa o las copas, aunque eso sí, siempre con el automóvil en el garaje. Unos vehículos blancos con una luz verde encima son muy prácticos para regresar al domicilio después de haber consumido alcohol; la imprudencia de D. José costó la vida a un inocente y la sociedad exige que pague por ello. dos años y medio no parece exceisvo tiempo para quien se fue toda una eternidad, pero el cumplimiento debería ser obligatorio. Como decíamos ayer, en Estados Unidos no se andan con medias tintas y las condenas de dos años suponen la automática entrada en prisión. Ahora la Magistrada encanece aún más las plateadas sienes del torero, ordenando que se cimpla la sentencia, como no puede ser de otro modo. Escandalizarse es lo injusto y la condición de mediático no es una patente de corso para saltarse las normas de tráfico y mucho menos para poner en peligro vidas ajeas.


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