Revista Medio Ambiente

¿Os imaginabais por qué no soy nuclear?

Por Jumanji

garona Iberdola Garoña Endesa Eléctricas

Por la tremenda desgracia que está azotando Japón, que tras un brutal terremoto con réplicas acompañado de un devastador tsunami desencadenando un accidente nuclear cuya gravedad vamos conociendo con cuentagotas, resultaría muy cómodo decir que mi postura no demasiado empática con la energía nuclear se basa en motivos de seguridad. Pero no estaría admitiendo toda la verdad.

Un turrón de mucho cuidado que le he soltado a la paciente @ambientologa me ha motivado a compartir mis reflexiones con todos vosotros. Y es que mi postura es algo extraña, y puede que sorprenda.

Si bien nunca he sido pronuclear, tampoco me he postulado como antinuclear. Estoy en el sector de las Energías Renovables y siempre he tratado esta tecnología con extremo cuidado. Las discusiones en demasiadas ocasiones se salen de madre y cuando se olvida la educación y el respeto, los debates me dejan de parecer productivos.

No soy antinuclear confeso por lo siguiente:

1) Creo que realmente hay muy poca gente en este mundo con conocimientos suficientes en la materia como para poder formarse una opinión fundada. Yo por lo menos no los tengo, y por mi forma de entender las cosas, nunca me opongo ni apoyo algo sin creer que tengo un mínimo de criterio. Ahora con el desastre de Japón, ciertamente esta argumentación pierde bastante fuerza.

2) La generación eléctrica con energía nuclear tal vez sea uno de los mayores avances tecnológicos que ha sido capaz de desarrollar el ser humano. Nuevamente, el desconocimiento certero sobre este asunto unido a mi espíritu ávido de progreso me impiden oponerme por sistema a ningún avance sin tenerlo muy claro.

Pese a esto, siempre he decantado la balanza hacia un sistema energético sin reactores atómicos. Pero como ya he avanzado, los motivos no se deben sobre todo a dudas sobre su seguridad, sino a razones estructurales y a la escasa convicción con la que, hasta ahora, me han sido defendidas sus virtudes.

  1. La energía nuclear es la más barata”. Me encanta esto. He investigado muchísimo y aún no he encontrado fuentes que me generasen la suficiente confianza. La información es enormemente dispar e interesada. Un comentario de Luis Atienza, Presidente de REE, que dijo que no era tan barata como se postula y que solo se podía empezar a hablar de rentabilidad con el barril de crudo por encima de los $80, siempre que la central pudiese operar a plena capacidad, fue lo que más me aproximó a una información veraz e independiente.
  2. Si es tan barata, ¿por qué las Eléctricas no se cansan de decir que “los costes de inversión no se amortizan nunca”?
  3. La energía nuclear es la solución al problema energético”. ¿La solución para cuándo? El Foro Nuclear Español, con plazos algo optimistas, reclamaba un plan de desarrollo nuclear a partir de 2010 cuyos primeros 2.600-3.000 MW entrarían en funcionamiento en 2035. ¿Y hasta entonces qué? Los reactores nucleares no salen como las setas.
  4. En una mesa redonda en la que participé hace unos años con Luis Atienza, que declaró abiertamente NO ser antinuclear, dijo que en el sistema eléctrico peninsular actual, no caben más nucleares funcionando por encima del 60% de su capacidad, lo que las convertiría en inversiones ruinosas.
  5. La energía nuclear NO es gestionable, solo puede cubrir la base de la demanda. No podemos hablar tan alegremente de una implantación masiva sin conocer las características de nuestro sistema eléctrico.
  6. Volviendo al supuesto bajo coste de la electricidad que generan… Siendo esto así, ¿cómo es posible que no exista ningún caso en el mundo de inversión privada en estos activos? Pues por diferentes motivos: las inversiones iniciales son fortísimas, los plazos de amortización superan los 25 años, requieren de planes energéticos específicos cuyo mantenimiento es más frágil de lo que aparentemente pueda pensarse (véase cambios en la política ocasionados por desastres como el de Fukushima), necesitan larguísimos periodos de carencia del capital hasta que finaliza la construcción y se consigue su puesta en marcha, los requerimientos en seguridad son muy estrictos, etc. Estos riesgos que se evalúan económicamente hacen inviable su financiación y aseguramiento por parte de entidades privadas. Por estos motivos, las inversiones siempre las acometen los Estados. ¿Y para quién van los beneficios?
  7. Otro tema que se defiende es que si en el país nuclear por excelencia, Francia, se ve afectado por una catástrofe nuclear, nuestro país se vería igualmente perjudicado. Esto es totalmente cierto. Pero retomando el punto anterior, existen notables diferencias entre una inversión pública cuyos beneficios se repercuten los recoge el Estado, y otra en los que acaban engordando las cuentas de resultados de inversores privados nacionales e internacionales. En España, tal y como está diseñado el mercado, las nucleares SOLO benefician a las grandes corporaciones privadas que las gestionan.
  8. Las nucleares españolas fueron pagadas ÍNTEGRAMENTE por los consumidores a las grandes Eléctricas a través de una partida de costes denominada Costes de Transición a la Competencia (CTC). Estas centrales por tanto producen solo con costes variables, unos 18 €/MWh, y venden a precios de “pool”: 30; 40; 50; 60 €/MWh, obteniendo unos beneficios sobrevenidos escandalosos.
  9. Las prórrogas de las centrales se “regalan” a dedo, sin establecer ningún tipo de concurso público, y a cambio de obras de rehabilitación cuya inversión está muy por debajo de los ingresos que generan. Estos activos son de los consumidores, que para eso los hemos pagado, pero sus beneficios acaban en las empresas privadas. Bélgica por ejemplo prorrogó 10 años la vida útil de 3 centrales nucleares a cambio de recibir el 30% de los beneficios de las empresas explotadoras, unos 245 Millones de Euros anuales. En España se trató de hacer algo similar con Garoña, la central más pequeña y totalmente amortizada desde 1996, que generó un volumen de negocio de 257 Millones de Euros en 2008, pero Endesa e Iberdrola se negaron en rotundo, invirtiendo al final 37 Millones de Euros en su renovación para cumplir los requisitos exigidos para otra ampliación en 2013.

Ciertas cosas de las que acabo de enumerar me generan dudas, y otras hacen aflorar mi ira fruto de la impotencia que me produce semejante abuso de poder carente de ningún escrúpulo. Pero aún así, el motivo que más rechazo me provoca, el que más miedo me genera, va todavía más allá.

Hace un mes criticaba El repugnante sensacionalismo fotovoltaico del que hizo gala el diario Público. El tremendamente desafortunado titular Millonarios y grandes empresas copan el negocio fotovoltaico parapetaba esta información: “al menos, un 37% de los megavatios (MW) fotovoltaicos operativos en España está en manos de constructoras, fondos de inversión, multinacionales y millonarios”.

Veamos en manos de quién está el parque nuclear español…

Parque nuclear espanol 500x375 Iberdola Garoña Endesa Eléctricas

¿A nadie sorprende verdad? Aunque Público trate de engañarnos y manipularnos, la Energía Solar Fotovoltaica es, a día de hoy, la más democratizada. Esta tecnología ha permitido que el control de la generación eléctrica pase a manos del pueblo, de los consumidores. ¿Y esto es bueno? Pues evidentemente depende de para quién…

La energía es un bien de primera necesidad. Es una herramienta de control de la población y el poder que confiere es inmenso. ¿Imagináis un mundo en el cual los consumidores no dependemos de las grandes corporaciones Eléctricas?

Todo aquél que haya sabido dirigir equipos de personas eficientemente sabe que la mejor manera de hacerse obedecer es conseguir que los subordinados crean que la iniciativa parte de ellos. Y en esto es un experto el lobby eléctrico, que además de ostentar un enorme poder, sabe hacer muy bien las cosas. Mientras nosotros suplicamos que se prorroguen sus lucrativos negocios que nada nos aportan y que den continuidad a su actividad delictiva de guante blanco, Galán, Prado y compañía se desternillan de risa en un despacho de UNESA que rezuma a primas y bonus por productividad. Les imploramos nuestra esclavitud, y ellos, resignados, se ven obligados a tomarla.

Nadie discute lo perjudicial que resulta para la nación la alta dependencia energética del exterior que tiene España. Por eso cuesta entender por qué regalamos nuestra independencia y autosificiencia sin rechistar lo más mínimo. En mi humilde opinión, ya va siendo hora de que nos quitemos la venda.



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