Tras visitar Kobe, Nara, Amanohashidate e Ise a nuestro paso por Kansai dejamos los últimos dias para ver Osaka durante el fin de semana. Osaka es la segunda mayor ciudad de Japón, después de Tokio, y el núcleo metropolitano de la región de Kansai en el medio de la isla principal, Honshu. Ya en el s. XVI pasó a ser una ciudad destacada cuando el daimyō (soberano feudal) Toyotomi Hideyoshi eligió Osaka para construir su castillo. Más tarde, durante el periodo Edo, Osaka se convirtió en una ciudad próspera y funcionó como el centro económico de Japón hasta el auge de Tokio como capital.
El Castillo de Osaka es uno de los castillos más famosos del país. Construido en 1583, desempeñó un papel importante en la unificación de Japón y sirvió como muestra de poder de Toyotomi Hideyoshi. No obstante, fue destruido al poco tiempo por Tokugawa Ieyasu, el fundador y primer shōgun del shogunato Tokugawa de Japón. Posteriormente fue reconstruido y nuevamente destruido y reconstruido. La estructura actual del castillo data de 1931 y tras un ambicioso proyecto de restauración en 1997 el castillo regresó al esplendor del periodo Edo. Podemos decir por tanto que poco queda ya del castillo original, lo que nos encontramos es una reproducción de cemento. Aquellos que quieran visitar un castillo más auténtico pueden acercarse hasta el Castillo de Himeji, al oeste de Osaka, una de las estructuras más antiguas del Japón medieval que aún sobrevive en buenas condiciones y que fue designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, aunque eso sí deberán esperar a que finalice su restauración en 2014.
El castillo ocupa un área aproximada de un kilómetro cuadrado en el centro de Osaka. Fue construido sobre dos plataformas de terreno rellenado con forma laberíntica para evitar que el enemigo pudiera acceder al castillo en línea recta desde la entrada principal y rodeado por un foso de agua. Las murallas se levantaron a base de piedras cortadas.
Con una altura de 8 pisos, en su interior contiene un museo y un observatorio en la última planta.
Tras visitar el Parque del Castillo de Osaka nos dirigimos al Kaiyūkan, el Acuario de Osaka, una de las atracciones más destacadas de la ciudad ubicada en la bahía.
Dicen que es uno de los mejores acuarios del mundo, con cerca de 35.000 animales acuáticos originarios del Cinturón de Fuego del Pacífico.
El tanque principal es de los más grandes del mundo con 5.400 toneladas de agua y contiene varias especies de tiburones, mantas, rayas y hasta un ejemplar de tiburón ballena.
Ya por la noche salimos a cenar por la zona de Dotombori, conocida por su alegre ambiente nocturno. Aquí podemos encontrar muchos y buenos restaurantes, izakayas y bares de copas, situados a varios pisos de altura y con una iluminación bastante llamativa. Además de cenar, es sin duda una de los zonas por excelencia para salir de marcha por Osaka.
Otro lugar recomendando para visitar de noche es el distrito de Umeda, con sus rascacielos financieros.
En conclusión, tras mi experiencia diría que Osaka no tiene mucha oferta cultural interesante que ofrecer en comparación con sus vecinas Kioto y Nara, ambas a tiro de tren, pero es un buen lugar para permanecer alojado mientras se visita la región de Kansai dada su localización y su peculiar ambiente, distinto del de Tokio.