La ceremonia de los Oscar 2013 pasará a la historia, más allá de por el tan cacareado como bien resuelto tropiezo de Jennifer Lawrence, por tratarse de una de las fiestas más conformistas y políticamente correctas -y por tanto cobardes- que se ha regalado Hollywood, tanto, que nos ha servido para recordar qué premios estábamos viendo tras el éxito en 2012 de cierto título francés y en blanco y negro cuyo hito ha quedado condenado a la anécdota tras el palmarés desvelado ayer. El triunfo de Argo como la mejor película, anunciado además por la Primera Dama estadounidense, ha sido el final perfectamente guionizado de un plan que parecía fabricado por el analista menos ingenioso de la Agencia Central de Inteligenca. El realizador ignorado en las nominaciones termina recogiendo el máximo galardón de manos de la mujer del Presidente por un filme sobre una victoria real del binomio CIA-Hollywood. ¿Alguien necesita que un William Shatner gigante termine de explicar la metáfora?
Tras el salto, nuestro análisis de la gala con los mejores vídeos e imágenes.
Partiendo de una premisa en la que la triunfadora virtual de la noche, Argo (3), ha sido una película que, según la Academia, no cuenta con un trabajo de dirección digno de reconocimiento ni en forma de nominación (¿estará su valor añadido en la interpretación de Ben Affleck?), es complicado encontrar una lógica en la percepción de los filmes candidatos por parte de los votantes, que no son otros que los propios compañeros de los nominados, antiguos candidatos o ganadores. Por ejemplo, uno no se explica como la película más laureada de la noche, La Vida de Pi (4), un proyecto considerado inadaptable durante muchos años, tampoco se haya hecho con la estatuilla al mejor guión adaptado y sí con la de mejor realizador para Ang Lee (hablo, insisto, desde la percepción de la Academia). En cambio, el calvo al mejor libreto basado en material previamente publicado ha servido como mero relleno del triunfo cojo de la película de Affleck, completado eso sí con el merecido premio que reconoce a su frenético montaje.
Que han sido unos premios que podrían haberse dado incluso sin ver las películas se aprecia en el Oscar al mejor guión original para el niño terrible de Hollywood, Quentin Tarantino, al que le han fabricado la jaula de contención perfecta. Aunque se puede ver más claramente en las dos categorías "colganderas" de la ceremonia, ésas que deberían desaparecer en pos de la integración total como son la de mejor película extranjera para Amour, cantado desde el anuncio de las nominadas, y la de mejor cinta animada, Brave, el último ejemplo de poderío visual de Pixar que, por desgracia, está mucho más vacío de contenido que muchos de los cortometrajes de la imbatible compañía.
Pero es en las decisiones interpretativas donde hemos sido testigos de la factorización de estos premios por parte de su industria al repartir las cuatro estatuillas de una forma deliberadamente desequilibrada, con tres intérpretes de intachable victoria -Hathaway, Day-Lewis y Waltz- arropando al verdadero producto estrella, Jennifer Lawrence, que en 10 meses ha logrado todo a lo que aspira una actriz del Hollywood de hoy en día -y de siempre- al protagonizar una franquicia millonaria y ganar un Oscar por un esfuerzo tragicómico. Ya dije en mi reseña de Los Juegos del Hambre que Lawrence era una actriz estupenda y no voy a retractarme ahora, pero su reconocimiento por El Lado Bueno de las Cosas (1) no es justo una vez Emmanuelle Riva ha conseguido pasar el filtro de las nominaciones, no ya por el reconocimiento a su trayectoria en sí, sino porque el trabajo de la francesa en Amour es uno fuera de serie sólo posible a manos de una actriz de su veteranía.
Jack Nicholson está despierto.
Por si fuera poco, Seth MacFarlane ha sido incapaz de quitar la perpetua capa de brillantina al evento y se ha limitado a una imitación con remilgos y muchos pases a publicidad de la actitud provocativa de la que hace gala el guionista, director y doblador. Contra todo pronóstico, el humorista no ha sabido romper el corsé tejido por eternos anfitriones como Steve Martin y Billy Crystal a base de bailes y canciones sin gracia (la de las tetas tiene un pase), con un número a cargo del reparto de Los Miserables -también Crowe- como colofón, que le sirvió a Russell Crowe para sentir el apoyo de sus compañeros tras el varapalo crítico por su trabajo vocal en la cinta de Tom Hooper.El poco desparpajo mostrado por los presentadores individuales tampoco ha ayudado y, con las excepciones de la aparición del propio Ted junto a Mark Wahlberg, de William Shatner en una pantalla gigante o el regreso de Jack Nicholson a una fiesta que es suya, incluso hemos echado de menos las payasadas de Ben Stiller y Will Ferrell. Además, el único triunfador que supo arrancarnos una sonrisa con fue Daniel Day-Lewis al asegurar que Meryl Streep, que acababa de darle su tercer Oscar, había sido la primera opción para interpretar a Lincoln. Por su parte, el premio al discurso Loquendo del año fue para Anne Hathaway, que a estas alturas se le han deformado las manos hasta adoptar la forma de las de un Playmobil.
El tercer empate de la historia (Skyfall y La Noche Más Oscura en edición de sonido), el primer intérprete que gana tres premios como actor protagonista (Jack Nicholson también tiene tres, pero uno fue por su papel secundario en La Fuerza del Cariño) y la aparición de la Primera Dama en directo son los hitos que quiso fabricarse ayer la Academia en lugar de apostar por un claro ganador o de arriesgarse premiando al filme de Haneke, de asfixiante realismo, o al de Tarantino, de descacharrante surrealismo. La aparición de Barbra Streisand o de la inmortal Shirley Bassey, recreando al milímetro temas de hace más de tres décadas, fue el mejor presagio de un resultado final que recupera el sentido tradicional y corporativo de la ceremonia, ése empeñado en contentar a la mayor cantidad de gente posible como mejor sabe hacer la fabrica de los sueños más taquilleros de la historia.
Para terminar, algunos vídeos y gifs de la gala:
-Durante la conferencia de prensa de ganadores Tarantino agradece el trabajo de la crítica porque él hace películas "para el planeta tierra".
-La aparición de Ted (Seth MacFarlane) y Mark Wahlberg.
-El mejor momento de 'La canción de la tetas'.
-Shirley Bassey canta Goldfinger y suena igual que en 1964.
-Adele hace lo propio con Skyfall poco antes de ganar el Oscar por esta misma canción.
-El número a cargo del reparto de Los Miserables.
-Bullock es incapaz de contener a Gollum.
-Lawrence se come el escenario.
/Gifs vía ZAp2, vídeos vía Metatube y Youtube.e imágenes vía agencias.