Revista Baloncesto

Óscar Badallo: "Al futbolista de antes le gustaba salir en la prensa y al de ahora le da igual"

Publicado el 07 enero 2019 por Toni_delgado @ToniDelgadoG
'Los extranjeros de mi Real' es el primer libro del periodista de 'Marca' y Radio Marca

Óscar Badallo: futbolista antes gustaba salir prensa ahora igual

Óscar Badallo con su libro 'Los extranjeros de mi Real'. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords


Toni Delgado / San Sebastián

A Óscar Badallo le gusta ver los partidos en Zubieta desde una zona que le permita no perderse detalle de cuanto pasa dentro y fuera del césped. Su mirada, a los ojos y avispada para percatarse del mínimo movimiento a su alrededor, es la misma en la cafetería donde conversamos. Gran observador y cazador de anécdotas, su primer libro, Los extranjeros de mi Real, le pega al periodista de Marca y Radio Marca. Son historias minuciosas, deportivas y humanas de los foráneos que han pasado, con más, menos o ninguna suerte, por el conjunto guipuzcoano.
"Fue y no fue txuri urdin" titula Óscar Badallo el relato sobre  Avimileth Rivas, que vivió entre cesión y cesión y nunca debutó con la Real Sociedad. "Casi marcó a Osasuna" es el reclamo del de Georgi Demetradze, tan fuera de forma en su debut que John Benjamin Toshack lo mantuvo apenas 20 minutos en el campo. Aunque el titular viene a cuento de una victoria en Anoeta de un Osasuna que necesitaba los tres puntos para seguir en Primera División. "Demetradze estuvo a punto de marcar en ese partido, que se rumoreó que estaba amañado. Corrió, quizás, más que nunca", cuenta Óscar Badallo. 14 partidos y un gol no parece el mejor expediente para un delantero.     Uno solo anotó también Lee Chun Soo, precisamente a otro fichaje fallido, Mattias Asper, ya entonces en el Malmoe y que en su etapa en el club guipuzcoano encajó 26 goles en 10 partidos. Óscar Badallo abre los abrazos y hace una pausa.  —Lee Chun Soo puso bastante de su parte para adaptarse. Tenía recursos y velocidad, pero le sobraron las lesiones. Podía haber dado mucho más. En cambio, Asper era muy malo o, al menos, no tenía nivel para la Liga española. ¡En los entrenamientos se le escapaba cada balón...! Creo que es el peor portero de la historia de la Real Sociedad."Si todos los jugadores extranjeros hubiesen sido buenos, el libro no habría tenido historias tan diferentes", reconoce Óscar Badallo. Frédéric Peiremans, por ejemplo, se lesionó en su primer entrenamiento y nunca se recuperó del todo. El centrocampista belga apenas jugó unos amistosos. "Después se supo que llegó con una rotura fibrilar mal curada y una lesión crónica le obligó a retirarse", añade. Otros, como Meho Kodro, también empezaron con muy mal pie, en su caso, lastimándose en la primera jornada de sus dos primeros cursos. Inconvenientes que no impidieron al bosnio ser uno de los mejores delanteros del club vasco. A pesar de sus percances físicos, también brillaron Carlos Xavier o Gica Craioveanu. "Al final, los buenos tienen que acumular muchos inconvenientes para no demostrar su valía", sigue Óscar Badallo. Valery Karpin, áspero, incansable y ganador, era de los buenos: "Muy profesional. Karpin odiaba no jugar y se recuperaba antes que otros de la misma lesión. En parte, es una cuestión mental. Además, no todas las personas aguantan  igual el dolor". Darko Kovacevic casi siempre pareció indestructible, incluso ante las desgracias personales. Al delantero serbio le costó arrancar en su primera etapa, pero acabó siendo un pilar hasta su marcha al Juventus. Regresó algo más de dos años después, como regalo por anticipado del Olentzero. "Lo recibió un montón de gente", recuerda Óscar Badallo: "Siguió triunfando, pero su epílogo fue inmerecido". Difícil de digerir. Tuvo graves lesiones, se rompió el talón de Aquiles, estuvo hasta 22 partidos sin marcar... El jugador con más partidos en la Real Sociedad (286) se fue con el equipo descendido. "Lo mejor, claro, es no bajar nunca a Segunda División. Es un contratiempo durísimo. Aunque reconozco que el ascenso ha sido una de mis mejores experiencias", interviene Óscar Badallo. Uno de los culpables de que la Real Sociedad volviese a recuperar su plaza entre los mejores fue Antoine Griezmann: "Cuando estábamos hundidos en Segunda División, apareció su sonrisa. Necesitábamos una noticia así".  Javi de Pedro es amigo de toda la vida de Óscar Badallo, que siguió su carrera deportiva desde casi siempre de ese zurdo exquisito. De Pedro era quien más tenía relación con los extranjeros. "Los jugadores sabían que se podían fiar de mí. Un día, en sus primeras semanas en San Sebastián, Gica Craioveanu me pidió que le fuera a acompañar a comprar ropa. No tenía suficiente", recuerda el entrevistado.  —Cuando hay un vínculo tan estrecho entre protagonista e informador, separar oficio y la amistad... –le comento.  —Es complicado hacerlo al 100%, pero siempre lo intentas. Con Darko me he enfadado alguna vez. Son cosas que se quedan ahí. Cuando Nihat viene a San Sebastián, quedamos para cenar. Quizás con el último con el que tuvo un trato muy cercano fue con Griezmann. También con Álvaro Odriozola. Antes en Zubieta aparcábamos el coche en el mismo parquin que los jugadores. Ahora el suyo está en la otra punta. Ni a Theo Hernández ni a Sandro Ramírez los he visto por San Sebastián. El futbolista de ahora se deja ver menos hasta en la calle. Antes les hacíamos entrevistas y ruedas de prensa a diario. Ahora, la mayoría de los entrenamientos en los clubes son a puerta cerrada y hay una rueda de prensa por equipo. La temporada 2002/2003, la del subcampeonato, íbamos en el mismo avión de los jugadores y convivíamos mucho con ellos en los aeropuertos... Y eso no impidió que la Real estuviese a punto de ganar la Liga. Ahora los y las periodistas vuelan en otro avión y duermen en otro hotel.  —Al final, los futoblistas nos ven como un peligro. —Los clubes están haciendo que el futbolista sea más distante. —Puede que sí, aunque también parece que el futbolista se sienta más importante que antes. —Al futbolista de antes le gustaba salir en la prensa y al de ahora le da igual. Con Meho Kodro nos fuimos de pesca para un reportaje. ¿Sabes? Uno de los artículos más bonitos que he hecho fue con Darko Kovacevic, Nihat Kahveci, Meho Kodro y Valery Karpin. Póker de K. Si voy a Zubieta y propongo eso ahora, me mirarían con una cara...  

Óscar Badallo: futbolista antes gustaba salir prensa ahora igual

El entrevistado dedicándole el libro al entrevistador. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 


El Óscar Badallo niño, que utilizaba la manga de la cazadora como micrófono para retransmitir hasta sus propias pachangas con las amistades, y llenaba las libretas con datos sobre deporte, recelaría igual que el actual de parte del periodismo deportivo que soportamos: "Muchas veces se reduce todo a la polémica y la anécdota. ¿Y para cuándo el deporte? Si pongo un programa para ver los goles de un partido, suelo tenerme que tragar entre seis o siete veces un codazo de un jugador o cualquier otra acción conflictiva. Ojalá recuperemos el tratamiento de antes, aunque lo veo complicado". 

Parece también difícil que se recuperen sabrosas costumbres, como las de las peñas de futbolistas premiándoles por cada gol. A John Aldridge la suya le daba una chuleta y dos botellas de vino.  "Da pena que se haya perdido esa tradición. A los de entonces les hacía una ilusión bárbara que les dieran chuletas, marisco... A los de ahora...", reflexiona. Óscar Badallo cambia un poco el tono cuando le preguntó si el gesto de Juan Calatayud en un Racing de Santander-Real Sociedad es su peor recuerdo en un partido del conjunto txuri urdin. Calatayud pisó el punto de penalty antes de que lanzase Savio Bortolini. "La pena máxima tardó un montón en tirarse... A Savio, que había llegado en el mercado invernal y nos había ilusionado con una salvación casi imposible, le desconcentró el comportamiento de Catalayud. Y falló. El Racing no se jugaba nada... Cuando bajé las escaleras del Sardinero, tenía claro que si me encontraba al portero del Racing le diría algo. Me sacó de mis casillas. Eso no es deporte", resuelve. "La Real Sociedad es un club ideal para que un extranjero triunfe en la Liga española", defiende Darko Kovacevic en el prólogo. Óscar Badallo no puede estar más de acuerdo: "Necati Ates llevaba muchos meses sin marcar y gran parte de Anoeta lo jaleaba cuando saltaba al césped. San Sebastián es una ciudad tranquila, el club cuenta con buenas instalaciones, los tratamos bien... No tienen demasiada presión. Aunque igual todo eso no es suficiente". —¿A los extranjeros se les perdona, pero también se les exige más?—A corto plazo se les perdona y se les da más margen que a los canteranos. Somos un club de cantera.   La Real estuvo casi tres décadas compitiendo únicamente con jugadores de la casa. Con ellos ganó dos Ligas, una Supercopa y una Copa del Rey. Se fue debilitando con la marcha de emblemas como José Mari Bakero o Aitor Txiki Begiristain y las retiradas de Jesús Mari Zamora o Jesús Satrústegui. En 1989 la directiva presidida por Iñaki Alkiza tomó la decisión "de abrir de nuevo las fronteras, quizás porque veía que la generación que estaba subiendo no era una garantía para competir. Igual, al principio, hubo más gente en contra de la decisión [meses después se aprobó la contratación de extranjeros en una asamblea extraordinaria de socios]". Puede que hubiese dos sectores muy diferenciados, ya que unas 700 personas acudieron a ver el primer entrenamiento en Zubieta de John William Aldridge, el primer foráneo de la Real Sociedad de la era moderna y el primero que aparece en el libro: "Ojalá todos fueran como Kovacevic, Nihat, Carlos Vela, Claudio Bravo y compañía, buenos jugadores extranjeros que se implicaban. Al final, tampoco todos los de casa son buenos, claro". 

Los extranjeros de mi Real nos recuerda qué caprichosa, injusta y exagerada es la memoria. No soy el primero que le comenta a su autor que el libro ha cambiado algo mi opinión sobre el rendimiento y trayectoria en general de algunos futbolistas. Es impagable recordar que Arif Erdem marcó su único gol con la Real con la segunda equipación del Espanyol o conocer hasta el fichaje fallido de Thiago Quirino, que cuando aterrizó en San Sebastián para pasar el reconocimiento médico y estampar su firma en el contrato, le dijeron que las negociaciones se habían roto. Los extranjeros de mi Real no deja de sorprenderte hasta la última página.  

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