Revista Cultura y Ocio

Óscar Bribián: El sueño del depredador

Publicado el 20 marzo 2015 por Libros Prohibidos @Librosprohibi2

Año: 2014
Editorial: Versátil
Género: Novela negra
Valoración: Pasable

Hoy os traigo una novela que ha llegado a nuestra redacción de la mano de Ediciones Versátil. Desde aquí les agradecemos el ejemplar. Ahora bien, cuando una recibe una obra directamente de una editorial, siempre se siente tentada a maquillar un poco la realidad, a regalarles un poquito el oído. Pero en Libros Prohibidos tenemos el firme propósito de que nuestras reseñas sean, ante todo, honestas. Por ello, lamentándolo mucho, no tengo más remedio que ponerle a este libro un pasable. Vamos a las razones.

En primer lugar, me gustaría comenzar señalando los puntos fuertes del libro. Se trata de un thriller policiaco, algo que, de entrada, me mola, ya que es uno de mis géneros favoritos. En cualquier caso, el libro empieza francamente bien, sin andarse con chiquitas, con la acción desenvolviéndose desde el primer capítulo. En un principio, el lector se ve ante dos tramas que se desarrollan de forma paralela. Por un lado, asistimos a un control de la guardia civil en el que unos policías encuentran dos cerdos muertos en el maletero del coche de unos rumanos. En la boca de uno de los animales (cuya vida, ¡ay, Señor!, como siempre, no importa), los policías encuentran un dedo humano. La búsqueda del dueño del dedo llevará a los polis protagonistas (***ATENCIÓN: pequeño SPOILER***) a dar con la primera víctima de un asesino en serie cuya busca y captura constituye el foco de atención de esta primera historia. Por otra parte, los capítulos de esta trama policiaca se intercalan con otros que narran el comportamiento un tanto perturbador de un niño siniestro que se dedica, entre otras cosas, a torturar bichicos y animalicos. Un encanto de persona, vaya. En un principio, parece que esta trama es independiente de la anterior, pero termina por haber un punto de confluencia.

La trama está bien planteada  y desde el comienzo me llamó bastante la atención. No sabía por dónde me iba a llevar y esto me hacía querer seguir leyendo, que no es poco (que nos llega cada libro infumable… en fin). Minipunto para Bribián. A esto hay que añadir los maravillosos (aunque también tela de siniestros) poemas de, entre otros, Sylvia Plath y Leonard Cohen, que aparecen por aquí y por allá en el libro. No conocía ninguno de ellos y, la verdad sea dicha, me han parecido bellísimos, si es que algo que da tanto miedico como esto puede ser bello (de un poema de Sylvia Plath llamado Ouija):

Es un dios escalofriante, un dios de las sombras
el que se eleva hasta el vaso desde sus negras
profundidades.
En la ventana, los nonatos, los no hechos
se congregan con la leve palidez de las polillas,
con una envidiosa fosforescencia en sus alas.
Los bermellones, los bronces, los colores del sol
que fulgen en la chimenea no los consolarán del todo.
Imagino su profunda ansia, profunda como la oscuridad,
por el calor de la sangre que ellos bien podrían poner
al rojo vivo o reclamar.
La boca de cristal succiona el calor de la sangre de mi
dedo índice.

Y hasta aquí los puntos fuertes. En general, por todo esto, la obra de Bribián se merece que no la “suspendamos”, que aquí somos duros pero, jolines, un libro que despierta la atención del lector y que plantea una situación, de entrada, inquietante, se merece cuanto menos un aprobao. Los problemas, a continuación.

Vayamos de menos a más. Se trata de un libro que, para empezar, a mí me ha resultado bastante desagradable. Primero porque, como ya habréis podido intuir, soy bastante miedica, y no estoy acostumbrada a leer cosas que me den canguelo. Este libro no es exactamente de terror, pero tiene suficientes toques siniestros como para que una cagueta como yo no se atreviera a leerlo estando sola en casa. Y segundo, porque pasan muchas cosas asquerositas y desagradables, y en general bastante violencia hacia animales, algo hacia lo que, como también habréis podido intuir, soy bastante sensible. Así que, en general, es un libro que deja mal cuerpo. Pero vamos, eso no es razón de por sí para descartar una lectura. Al fin y al cabo, pocos libros dejan peor cuerpo que Lolita, que es toda una obra maestra. También hay toques de fantasía en la narración que no me terminaron de convencer, pero, de nuevo, esto es una opinión que se debe enteramente a mis gustos personales. El problema principal de El sueño del depredador es que está mal construido, por una serie de razones que enumero a continuación (con los ***spoilers*** entre paréntesis):

  1. A pesar de que el comienzo está bien planteado y la trama tiene chicha, la acción se precipita de una manera demasiado rápida. El autor no ha sabido aprovechar todo el potencial que tenía la historia. El libro es mucho más corto de lo que suele ser un thriller, y eso se nota, sobre todo, en que la trama no se desarrolla a un ritmo adecuado. Bribián no deja que la historia madure, sino que la despacha de forma un poco chapucera. Entre otras cosas, los movimientos clave de los policías no están justificados (por ejemplo: la pista que les lleva hasta el asesino consiste en que el niño siniestro les dice que hay un demonio en la biblioteca que le hace hacer todas esas cosas siniestras, lo que hace que los policías concluyan -de forma completamente injustificada-: ¡ajá! seguro que es el asesino que buscamos).
  2. El autor es policía y en ocasiones alecciona al lector acerca de la dura vida policiaca, justificando, por ejemplo, la violencia policial hacia los manifestantes de movimientos como el 15M. Estas digresiones supongo que tendrán el objetivo de darle más verosimilitud a la historia, pero lo cierto es que consiguen distraer al lector. No sé si Bribián se identifica con estas opiniones que plasma, o si las está poniendo desde el punto de vista de los personajes (no queda claro), pero resultan bastante indignantes, y casi nunca fluyen con la escritura.
  3. Las conversaciones, que juegan un rol bastante importante para la trama, son realmente malas. La gente, simplemente, no habla así.
  4. El final es del todo inverosímil (¿cómo puede una persona con una tijera clavada en el ojo ponerse a soltar un discurso sobre los demonios que lo mueven a actuar?) y, de nuevo, se precipita demasiado, sin dejar que la trama se asiente y que terminen de encajar todas las piezas.

Estos problemas (que no son pocos, ni pequeños) me  impiden ponerle una nota más alta que un pasable. Es una lástima porque los ingredientes son realmente buenos y, en líneas generales, se lee de un tirón.

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